Un guardián que puede desatar la edad de oro cripto

Paul Atkins, próximo presidente de la SEC y experto en crisis financieras, tiene la llave para impulsar una nueva era de legitimidad y desregulación de las divisas digitales

José Manuel Esteban

Por fin uno de los nuestros. Uno di noi, debieron de pensar los señores del establishment al enterarse de que Paul S. Atkins (Carolina del Norte, 67 años) será el próximo presidente de la Comisión de Bolsa y Valores de EE UU, la SEC. El elegido por Donald Trump es un empresario conservador, defensor del libre mercado y partidario de las criptomonedas. Aun así, puede sostenerse que su designación figura entre las menos excéntricas de este nuevo periodo que atraviesa el país.

The New York Times lo ha descrito como “una figura muy conocida y generalmente admirada en los círculos jurídicos de Washington y en la comunidad reguladora de valores”. El Financial Times asegura que su nominación provocó “ovaciones en toda la industria financiera, que espera un clima regulatorio más favorable bajo la Administración entrante”. Por su parte, Trump, quien anunció la elección el 4 de diciembre en Truth Social, lo ha retratado como “un líder probado en materia de regulaciones con sentido común”.

La industria financiera ha mantenido una relación tensa con Gary Gensler, el presidente actual, especialmente en el sector de las criptomonedas, debido a su estricto enfoque regulatorio. Se prevé que la SEC adopte una agenda desregulatoria y muestre una actitud más flexible hacia los activos digitales. Además, es probable que el nuevo presidente de la policía de Wall Street intente revertir muchas de las iniciativas de Gensler, entre ellas las dirigidas a que las empresas aborden el cambio climático y promuevan la diversidad.

Atkins, que está casado y tiene tres hijos, posee una extensa y reconocida trayectoria en el ámbito financiero y regulatorio, sobre todo en los mercados de valores y en el derecho corporativo. Nació en Carolina del Norte y creció en Florida. Desde muy joven mostró una notable aptitud académica: en 1980 obtuvo una licenciatura en Wofford College (Carolina del Sur) y, en 1983, ingresó a la Facultad de Derecho de la Universidad Vanderbilt, en Nashville (Tennesse), donde obtuvo un doctorado cum laude.

Tras concluir sus estudios, el futuro presidente de la SEC inició su carrera en Nueva York como abogado en el bufete Davis Polk & Wardwell. Allí se especializó en asesorar a empresas en la emisión de acciones y bonos, así como en procesos de compra o fusión de otras corporaciones. Además, pasó más de dos años en la oficina de la firma en París, donde obtuvo la calificación de conseil juridique (asesor legal) en 1988.

Fue en 1990 cuando comenzó a colaborar con la SEC, durante la presidencia de Richard C. Breeden. En ese periodo, trabajó como asistente ejecutivo, contribuyendo a mejorar las normas para que las empresas fueran más transparentes. Más tarde, durante la dirección de Arthur Levitt, Atkins asumió el papel de consejero. En este cargo, organizó programas para informar y proteger a los pequeños inversores, incluidas reuniones públicas, y promovió la creación de un comité asesor para asuntos de los consumidores.

Tras dejar la institución en 1994, Atkins se incorporó al sector privado y asumió un papel decisivo en la resolución de crisis financieras. Uno de sus mayores retos fue el caso del Bennett Funding Group, que se destapó como un enorme fraude mediante un esquema Ponzi. La compañía engañaba a miles de inversores y bancos al vender contratos de arrendamiento de equipos de oficina falsos o repetidos y emplear el dinero de nuevos inversores para pagar a los antiguos. El esquema colapsó, generando pérdidas de más de 700 millones de dólares y convirtiéndose en el mayor fraude de este tipo en Estados Unidos hasta ese momento.

En ese contexto, el próximo presidente de la SEC asumió la dirección de una de las filiales que sobrevivieron. No solo estabilizó las operaciones de la empresa, sino que incluso consiguió aumentar de manera significativa su rentabilidad. Este éxito afianzó su reputación en Wall Street como un experto en la resolución de crisis financieras.

En 2002, el presidente George W. Bush lo designó como comisionado de la SEC, cargo que desempeñó durante seis años. Durante su gestión, trabajó con varios presidentes de la agencia, entre ellos Harvey Pitt y Christopher Cox. El abogado destacó por ser un firme defensor de la innovación y por oponerse a regulaciones complicadas. “La Comisión de Valores no debe excluir a inversores a través de regulaciones onerosas, ni consumir los frutos de sus inversiones mediante mandatos sin sentido”, afirmó en 2007.

Tras concluir su mandato en 2008, fundó Patomak Global Partners, una firma de consultoría especializada en asesorar a bancos y firmas de inversión en temas regulatorios y de cumplimiento normativo. En años recientes, ha ampliado su enfoque hacia las criptomonedas y los activos digitales.

El anuncio de la designación de Atkins como próximo presidente de la SEC generó entusiasmo entre los defensores de las criptos. Apenas una hora después de que la noticia se difundiera en Truth Social, el precio del bitcoin subió más de 1.000 dólares. Kristin Smith, CEO de la Blockchain Association: “Atkins aportará una nueva perspectiva, basada en un profundo conocimiento del ecosistema de los activos digitales”.

Una de las primeras decisiones que deberá tomar será si continúa con la demanda presentada contra Coinbase, una de las mayores plataformas de criptos. Esta resolución será clave para definir si la agencia mantiene un enfoque estricto o adopta una postura más flexible, y si el sector entra definitivamente en una era dorada.

Una ética portentosa

Metodismo.  Atkins ha hablado a menudo de la importancia de la toma de decisiones éticas en su carrera, un rasgo que atribuye a su educación. Wofford College, con sus fuertes raíces metodistas, alimentó estos valores, que han dado forma a su enfoque de la regulación financiera y su defensa de los mercados justos. 

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