La promesa de paz de Trump se nota en las tarifas de los petroleros

El impacto en los grupos del sector que se han acostumbrado a cobrar el máximo podría ser profundo

Barco petrolero RN Polaris, en la bahía de Nakhodka (Rusia).TATIANA MEEL (REUTERS)

Las promesas de Donald Trump de poner fin a las guerras de Ucrania y Gaza se están reflejando en las tarifas del transporte. Si el presidente electo de EE UU practica lo que predica, el impacto en los grupos del sector que se han acostumbrado a cobrar el máximo podría ser profundo. Probablemente por eso, las valoraciones de los que están en la cresta de la ola ya se están viendo afectadas.

En los últimos años, el transporte marítimo se ha beneficiado enormemente de la interrupción de las rutas comerciales. Por ejemplo, los petroleros. Desde que Europa prohibió las importaciones de crudo ruso tras la invasión Ucrania, el continente ha aumentado las compras a países más lejanos, como EE UU. Y Rusia ha tenido que recurrir a compradores asiáticos para descargar su excedente. Mientras, las sanciones occidentales a las flotas oscuras (o fantasma) que transportan crudo ruso han reducido el suministro de buques, y la guerra de Gaza ha llevado a los hutíes, alineados con Irán, a bloquear el canal de Suez, obligando a muchos a tomar la ruta más larga, vía África.

Esta dinámica ha incrementado la demanda de toneladas-milla –el volumen de productos transportados multiplicado por las distancias recorridas–, lo que ha provocado un aumento de las tarifas. El índice Baltic Exchange Dirty Tanker, que rastrea los fletes de EE UU a los principales puertos de Europa, ha subido más de un 120% desde la guerra de Ucrania. Muchos operadores de petroleros han disfrutado así de una ganancia inesperada: Teekay Tankers, con sede en Bermudas, vio cómo su valor de mercado se multiplicaba casi por seis entre principios de 2022 y mediados de 2024, hasta alcanzar los 2.200 millones de dólares.

En 2025, en un contexto de débil demanda de petróleo, un acuerdo de Trump para poner fin a las hostilidades en Ucrania podría invertir esta dinámica. Si se levantan las sanciones a Moscú, la reintegración de las flotas fantasma –que representan el 23% de los grandes petroleros– podría sumarse a un exceso de oferta de nuevos buques previsto para 2026, según los analistas de AXSMarine. Aunque la mayoría de los Estados europeos se mostrarán recelosos de volver a recibir crudo ruso, algunos podrían regresar, reduciendo la demanda de toneladas-milla y los costes de flete. Un grupo de seis operadores de petroleros cotizados rastreados por Breakingviews, incluidos CMB.Tech –antes Euronav–, con sede en Bélgica, y Frontline, con sede en Chipre, han caído hasta un 17% desde que fue elegido Trump. El valor de Teekay Tankers ha retrocedido hasta los 1.400 millones.

El canal de Suez sigue siendo un comodín. Incluso si Trump llega a un acuerdo entre Israel y Hamás, los aliados hutíes de Irán en Yemen podrían convertirla en zona prohibida. La UE también está intensificando las sanciones a los petroleros que transportan crudo ruso, y lo mismo podría hacer el saliente Joe Biden. Pero es poco probable que en 2025 los operadores navieros encuentren tan buenas oportunidades como en años anteriores.

Fuerzas irresistibles

La agenda legislativa de Trump afronta obstáculos incluso antes de que tome posesión. Pese a que su partido controla todas las ramas del Gobierno federal, la resolución de una lucha de una vez por década sobre el código tributario, así como las revisiones de las políticas de inmigración y energía, se ven dificultadas por las arcanas normas presupuestarias, la disfunción del Congreso y los nerviosos mercados de deuda. Este riesgo se hizo más evidente el miércoles, cuando los retornos del Tesoro a largo plazo se dispararon hasta el 5%. Un enfoque legislativo chapucero podría asustar aún más a los mercados, condenando los planes de los republicanos. Trump discutirá estos días con su partido la estrategia legislativa, incluida la decisión de abordar su agenda en “un gran y hermoso proyecto de ley” o en dos, una cuestión que divide a los líderes republicanos. Estas cuestiones tácticas han atormentado a otros presidentes: Biden acabó viéndose obligado a proceder poco a poco.

El tiempo corre. Los legisladores tienen dos años antes de las nuevas elecciones. Un paquete de recortes fiscales aprobado en 2017 durante el primer mandato de Trump expirará este año. Peor aún, las turbulencias del mercado exigen claridad. El repunte de los retornos del Tesoro se produce a pesar de que la Fed ha recortado los tipos, una combinación extremadamente inusual que podría indicar temores sobre promesas políticas descabelladas que pongan aún más en peligro la salud presupuestaria.

Mike Johnson, el republicano presidente de la Cámara de Representantes, cuenta con una mayoría peligrosamente estrecha para estos retos. Es partidario de combinar un paquete fiscal con gastos en seguridad fronteriza y deportaciones, junto con disposiciones energéticas. Los senadores republicanos prefieren un planteamiento en dos fases, abordando primero la inmigración y la energía y después los impuestos.

Ambas vías están plagadas de riesgos. Algunos republicanos exigen un proyecto de ley neutral en cuanto al déficit, pero se niegan a contemplar subidas fiscales que aumenten los ingresos. Los recortes a los programas sociales son políticamente venenosos. Incluso la simple supresión de las exenciones fiscales a las renovables se enfrenta a la oposición de más de una docena de miembros del partido. Pero todos los recortes fiscales que se barajan podrían costar, sin medidas compensatorias, 7,8 billones en 10 años, según la Tax Foundation, aunque los analistas admiten que los planes de Trump son un blanco móvil. Si un solo proyecto de ley desordenado y de aprobación obligatoria se convierte en regalos sin financiación, los mercados podrían rebelarse aún más. Eso podría provocar un alboroto más amplio: la idea de que los bonos del Tesoro son seguros y estables sustenta las finanzas mundiales.

Para complicar las cosas, los republicanos del Senado deben atenerse a unas estrictas normas presupuestarias que solo permiten aprobar disposiciones de gasto por mayoría simple. Los cambios no relacionados con los ingresos afrontan un umbral de votos más alto. Eso podría atascar un enfoque que da prioridad a la inmigración y la energía en una interminable politiquería. El primer mandato de Trump tuvo un gran logro legislativo: su ley fiscal. La estrategia que decida determinará si lo hace mejor esta vez.

Los autores son columnistas de Reuters Breakingviews. Las opiniones son suyas. La traducción, de Carlos Gómez Abajo, es responsabilidad de CincoDías


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