Las claves del día: el turismo no para, pero los españoles ya notan la inflación acumulada

El Gobierno presume de las cifras agregadas, reforzadas por el aumento de población, pero se pone de perfil con la microeconomía

Turistas en la Explanada de España de Alicante.MORELL (EFE)

Nada parece parar al turismo hacia España (salvo, claro, la pandemia). El número de visitantes se encamina hacia un nuevo récord anual, que podría alcanzar los 95 millones. También crece el gasto, aunque hay que descontar la inflación; la duración de la estancia media crece solo un poquito. El calentamiento global no parece, pues, estar haciendo daño al atractivo de España como destino; incluso puede que lo esté favoreciendo, porque suaviza las temperaturas en invierno.

Hay una cierta inquietud en el sector, sin embargo, por la demanda nacional. Juan Molas, presidente de la Mesa de Turismo, pide “analizar por qué se ha producido”. No parece que tenga mucho misterio: los bolsillos de los españoles han sufrido un desgaste acumulado por la inflación y, aunque han aguantado, ya no son capaces de afrontar los elevados precios de estos servicios. Los españoles han perdido más poder adquisitivo desde 2019 que los británicos –quienes, de hecho, han ganado, según la OCDE–, los franceses, los estadounidenses y los alemanes. El Gobierno presume de las cifras agregadas, reforzadas por el aumento de población, pero se pone de perfil con la microeconomía.

Glovo cambia su modelo, pero no porque este no sea legal

Glovo ha cambiado su modelo de contratación (ahora empleará como trabajadores por cuenta ajena a sus riders), pero defiende en los juzgados que el sistema que acaba de cambiar y que sienta en el banquillo a la empresa es perfectamente legal. Cabe preguntarse, entonces, por qué lo cambia.

El auge y quizá caída de la empresa de reparto se ha basado en un concepto rechazado, primero, por los jueces, y después por la ley. No es precisamente lo que uno entendería por un modelo de negocio eficiente. Tampoco uno que aporte especial valor añadido a la economía española.

Arreones de la Bolsa a golpe de tuit

Los analistas, además de a los fundamentales de las empresas, a las métricas macroeconómicas y a los datos que proporcionan los nada baratos terminales Bloomberg, tienen que mirar X (antes Twitter). O Truth Social: la inclinación del nuevo presidente de EE UU por usar las redes sociales para anuncios, reflexiones y amenazas obliga a estar atentos a las redes, porque todos ellos mueven los mercados. El propio dueño de X, Elon Musk, ha movido millones en criptodivisas con apenas unos caracteres. Si bien puede parecer algo irracional a primera vista, adaptarse a ello es una reacción eficiente a un estímulo que, guste o no, mueve dinero. Por ello, si usted es trader, guarde este artículo. Le vendrá bien si el jefe le pilla mirando el móvil en lugar de una gráfica de Bloomberg.

La frase

Facebook se excedió un poco al moderar contenidos durante la pandemia. Zuckerberg está dispuesto a jugar un papel activo en los debates que toda Administración debe tener sobre el mantenimiento del liderazgo de EE UU en el ámbito tecnológico
Nick Clegg, director de asuntos globales de Meta

El complejo cóctel que explica por qué baja la natalidad en España y en el mundo

En otros tiempos, tener hijos se consideraba una inversión en mano de obra para el campo, que garantizara el sustento futuro de los padres. Ahora que es el Estado el pagador último de las pensiones (hasta que la vaca quede exhausta), la descendencia está más bien considerada un motivo de gasto (amén de las satisfacciones afectivas que pueda dar). No se mira a largo plazo, puesto que son precisamente los niños de hoy los que cotizarán mañana. Y también han subido los estándares de vida que se valoran suficientes: los inmigrantes, acostumbrados a la pobreza, se lo piensan menos a la hora de procrear. Todo ello conforma un cóctel complejo, que explica en parte, aunque seguramente no del todo, por qué baja la natalidad en España, en particular, y en el mundo, en general.

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