Descarbonizar la construcción para salvar el planeta

Las empresas del sector, responsables del 37% de las emisiones de CO2, deben moverse con urgencia hacia la neutralidad climática

Cubierta del edificio que ha pasado de calificación energética G, la peor, a la A.

No hay demasiadas razones para el optimismo climático. Estamos claramente fuera del camino para cumplir con el objetivo del Acuerdo de París de limitar el calentamiento global muy por debajo de los 2ºC y apuntar a 1,5ºC por encima de los niveles preindustriales. Solo hay que ver los datos a grandes rasgos: en 2023 batimos nuestro propio récord de emisiones de efecto invernadero a la atmósfera y, peor aún, en solo 20 años, hemos incrementado un 10% la cantidad de dióxido de carbono expulsado a la atmósfera.

Un contexto que apunta directamente al sector de la construcción, responsable del 37% de las emisiones de CO2 a nivel global. Es un hecho: las empresas del ramo desempeñan un papel clave en este proceso de descarbonización. Un impacto que no solo proviene de las operaciones, sino que también engloba toda la cadena de valor: suministro de materias primas, fabricación de productos, transporte y, por supuesto, la propia obra, sin desdeñar en el asunto el papel que juega la fase de deconstrucción.

Es una realidad: la neutralidad climática únicamente se puede conseguir si se fomenta la descarbonización de manera integral, teniendo en cuenta todas sus fases y considerando emisiones directas e indirectas. Por eso, medidas como la apuesta por la economía circular, la gestión eficiente de los recursos, la incorporación de sistemas de gestión energética y control inteligente, el fomento de las ciudades verdes –que integren la vegetación en las superficies construidas–, la adquisición de maquinaria totalmente eléctrica, así como el impulso de alianzas entre los distintos agentes de la cadena de valor, son acciones con un gran impacto positivo en el medioambiente.

A pesar de este arranque pesimista, no solo hay nubarrones en el horizonte sectorial. Las emisiones de gases de efecto invernadero de la actividad constructora en la Unión Europea han vuelto a niveles de 2016, con 50,3 millones de toneladas emitidas en 2023, según Eurostat. Este descenso, del 1,8% respecto a 2022 y del 6,8% respecto a 2021, se produjo a pesar de un leve aumento en la actividad de la construcción en la UE y la eurozona. En otras palabras, somos un sector cada día más sostenible y respetuoso con el medio ambiente, pero tenemos que seguir trabajando.

Más pasos

El caso de los fondos NextGenerationEU es paradigmático. Son fondos fundamentales para impulsar una cultura social orientada a la rehabilitación, hasta ahora inexistente. Y es que, además de canalizar estas partidas, es tarea tanto de las administraciones como del sector privado inculcar una mayor concienciación de la sociedad sobre la necesidad de rehabilitar. Por su parte, las administraciones públicas han de facilitar el acceso a dichos fondos, ya que en ocasiones la burocracia es un freno.

No olvidemos que, en España, el 80% de los edificios y viviendas reciben una calificación energética E, F o G por su ineficiencia constructiva, según el Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía (IDAE). Y que, como recuerda la nueva EPBD (nueva versión de la Directiva Europea de Eficiencia Energética de Edificios), “las emisiones no debidas al uso del edificio” en Europa “pueden suponer el 41% de las emisiones totales del sector de aquí a 2050, por lo que incluir el ciclo completo de vida en las políticas de descarbonización es un paso necesario”.

Por eso es tan necesario socializar esa cultura rehabilitadora: porque nos va la salud del planeta en esta acción. En 2030, de acuerdo con la directiva, los inmuebles objeto de compraventa deberán tener una calificación energética E.

Existen más pasos decididos contenidos en dicha directiva comunitaria. A partir de 2030, todos los edificios nuevos deberán ser climáticamente neutros, y para el sector público este requisito se anticipa a 2028. Además, se introducen normas para la rehabilitación energética progresiva, se fomenta el uso de energías renovables y se potencia la movilidad sostenible.

Tal será el cambio, que dejaremos de hablar de edificios de consumo de energía casi nulo y adoptaremos el concepto de Edificios de Cero Emisiones. Además, esta revisión de la Directiva reconoce por primera vez el impacto del ciclo de vida completo de la edificación en el cambio climático y su papel fundamental para combatirlo (petición del GBCE, Consejo para la Edificación Sostenible en España).

Son iniciativas necesarias. Por eso se antoja crucial reafirmar la premisa de que la sostenibilidad del planeta necesita de una descarbonización del sector de la construcción en toda su cadena de valor para 2050.

Celia Pérez es ‘managing director’ de Molins Construction Solutions


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