El éxito de las universidades con presencia internacional
La expansión global es una fuente de ingresos económicos y ayuda a mejorar las relaciones y la imagen país
El prestigio de las universidades no solo se mide con la extensión de los campus o la cantidad de carreras o disciplinas o con el número de estudiantes. Es necesario internacionalizarse de cara a mejorar las relaciones o alianzas y la imagen país, y al aumento de ingresos económicos; para ello, muchas universidades tienen presencia institucional fuera de las fronteras de la nación.
Hace ya más de cien años que las universidades comenzaron a establecerse en el exterior de sus países de origen. Esta acción reporta beneficios al órgano gestor del centro educativo, como se ha comentado anteriormente, pero también a estudiantes locales y extranjeros ubicados en el país de destino. El éxito de estos campus filiales es un desafío, dada su diversidad y la variedad de motivaciones para su creación por parte de las instituciones de origen y los países anfitriones.
La definición de los campus sucursales más aceptada se podría ubicar en términos comerciales siendo: “Una entidad que es propiedad, total o en parte, de un proveedor de educación extranjero, operando con su nombre y que ofrece programas académicos completos, sustancialmente en el sitio, otorgando el título del proveedor de educación extranjero”. Esto genera que la educación superior transnacional opere en una gran variedad de formas y modos, y para ello se requiere de movimientos específicos entre el centro educativo matriz y el país de acogida.
En los primeros campus internacionales, hace ya más de 150 años, se buscaba favorecer o enriquecer a las colonias, y por ello se comenzaron a establecer sedes o filiales en territorios extranjeros. El primero en abrir sus puertas fue el Colegio Protestante Sirio, en 1866, y que pasó a llamarse Universidad Americana de Beirut en 1920. La cual continúa en funcionamiento, con más de 10.000 estudiantes matriculados.
La mayor parte de los campus filiales internacionales comenzaron a proliferar a mediados de la década de los noventa, fundamentalmente por el aumento de los acuerdos de libre comercio. Según el Equipo de Investigación sobre Educación Transfronteriza (C-BERT), hasta el año 2023 había más de 330 campus internacionales.
Al menos la mitad tiene diez años de antigüedad. Por ejemplo, la Universidad Estatal de Nueva York (Estados Unidos) tiene presencia en Abu Dabi (Emiratos Árabes) y Shanghái (China), Georgetown en Qatar, la Universidad de Nottingham (Inglaterra) en China y Malasia, etc. No todo es apertura. Existen sonados casos de clausuras, como por ejemplo el University College London en Qatar en 2020; pero ya había cerrado campus en Adelaida (Australia) y en Kazajistán anteriormente.
Los países que más sedes han abierto son Estados Unidos y Reino Unido, y la ubicación geográfica elegida es China y Oriente Próximo, mayoritariamente. Llegan incluso a crearse verdaderas ciudades o centros educativos con una alta presencia internacional, como la Ciudad de la Educación de Doha, con cerca de diez centros extranjeros.
España ha mostrado hasta ahora poco interés en esta práctica, aun teniendo un mercado ampliamente favorable y amigo, como es el caso de Hispanoamérica. Es más, la Ley del Sistema Universitario, en su artículo 29, permite a las universidades españolas crear centros en el extranjero.
Motivos
En los últimos años, el establecimiento de las instituciones en el exterior obedece a criterios económicos principalmente. El germen del proyecto se inicia bien por la ambición de un rector visionario que busca aumentar la reputación global o bien por el interés del país de acogida. Para que el resultado del proyecto sea óptimo, es necesario realizar análisis de negocio rigurosos y reales y comprender el componente social y cultural del país de destino. De esta forma, los riesgos se mitigarán, favoreciendo a la sostenibilidad financiera. Cada campus internacional debe mantener su propia marca personal y organizacional en el largo plazo, y para ello es importante un liderazgo colaborativo entre los líderes del campus de origen y del campus filial.
Muchos jóvenes sueñan con estudiar y formarse en algunas de las mejores universidades del planeta. Desde la inmersión lingüística hasta las colaboraciones de investigación, las sucursales offshore pueden ofrecer oportunidades y ahorros de costes tanto a los estudiantes extranjeros y locales como a las instituciones que los instruyen.
La apertura de las sedes de las universidades en el exterior suele verse favorecida por la mayoría de las administraciones públicas, ya que se considera una importante fuente de ingresos económicos, y ofrece la posibilidad de mantener y retener cerebros. Además, para aquellos territorios o Estados en vías de desarrollo, se facilita un acceso a sistemas educativos no presentes en sus países de origen.
La trayectoria de aperturas de sedes en el exterior es imparable, en sintonía con el creciente interés por los estudios universitarios en todo el planeta. El pasado año hubo más de 235 millones de estudiantes en todo el mundo, de los cuales 6,4 millones fueron internacionales. Ahora bien, para garantizar el éxito de las instituciones, es necesario un respaldo y control de la matriz; que se le permita cierta autonomía para lograr objetivos propios, buscando diferenciaciones e innovaciones; las relaciones con las autoridades locales deben ser positivas; y se tienen que conocer y cumplir sus regulaciones.
En la misma línea, y con el fin de mostrar una buena imagen local, es necesario implementar sistemas de becas y ayudas, como en origen, con el fin de poder superar la exclusividad en cuanto a los precios de matriculación.
Juan José Prieto es profesor de la Universidad Complutense de Madrid