Claves para invertir en tiempos de cambio: el refugio de la renta fija

Durante la reciente corrección en los mercados de acciones, los activos de deuda generaron rendimientos positivos

Operadores financieros trabajan en sus mesas de CMC Markets en la City de Londres.Peter Nicholls (REUTERS)

Al cierre del tercer trimestre, los resultados financieros han superado con creces las expectativas iniciales, presentando un panorama de rentabilidades notablemente positivo. Un desempeño aún más sorprendente si recordamos las previsiones de principios de año, cuando muchos anticipaban una posible recesión o desaceleración económica. Sin embargo, los mercados han mostrado una resiliencia inesperada.

Las rentabilidades de las acciones a nivel global, utilizando como referencia el índice mundial que agrupa a las mayores empresas por capitalización bursátil, acumularon hasta finales de septiembre una ganancia del 16,3 % en euros. Este resultado supera con creces las expectativas, especialmente después de un año tan positivo como 2023. Este sólido desempeño refleja, en gran parte, la capacidad de los mercados para sobreponerse a un entorno macroeconómico cargado de incertidumbres.

A pesar del extenso debate y análisis sobre el tema, sorprende la capacidad de los bancos centrales para reorientar la economía tras una serie de eventos sin precedentes. Primero, adoptaron una política monetaria ultra expansiva frente a la crisis financiera global. Luego, enfrentaron el desafío de una pandemia que paralizó la actividad y, finalmente, se encontraron con un shock inflacionario derivado de tensiones geopolíticas que dispararon los precios a niveles no vistos en décadas.

En este escenario tan complejo, las autoridades monetarias han logrado manejar la inflación de tal forma que hoy los mercados confían en que los objetivos de estabilidad inflacionaria fijados por estas se alcanzarán con éxito.

Para mitigar la inflación, uno de los principales desafíos actuales, los bancos centrales han incrementado los tipos por encima de la tasa de interés neutral. En este punto, el crecimiento económico no se ve ni estimulado ni restringido; está en su nivel potencial y la inflación, controlada. Según las proyecciones de la Reserva Federal, la tasa neutral en Estados Unidos ronda el 2,5%, significativamente por debajo del nivel actual, esto implica que los tipos de interés están muy por encima del equilibrio.

La Fed ha comenzado un proceso de relajación monetaria para aliviar la presión económica y acercar los tipos de interés a la tasa neutral. En su última reunión, redujo los tipos de referencia en 50 puntos básicos. Sin embargo, es importante tener en cuenta que el impacto de estas decisiones podría tardar entre 6 y 12 meses en reflejarse plenamente en la economía, lo que sugiere que los efectos de esta rebaja podrían no notarse hasta mediados de 2025.

Este ajuste es particularmente significativo, no solo porque Estados Unidos es la mayor economía del mundo y sus políticas monetarias tienen repercusiones globales, sino también porque su tipo de interés se considera una referencia como tasa libre de riesgo. Esta representa el rendimiento mínimo esperado de una inversión, a la que se añaden los diferenciales necesarios para definir un perfil adecuado de rentabilidad y riesgo.

Una de las grandes preguntas que hoy inquieta a los inversores, y que surge con frecuencia en nuestras reuniones, es si es el momento adecuado para invertir en renta fija. Y, en particular, si conviene aumentar la duración de los bonos (es decir, su sensibilidad a los movimientos de los tipos de interés) ahora que los bancos centrales han comenzado los recortes. La respuesta no es simple ni universal. No existe una fórmula única que funcione para todos; cada inversor tiene una situación financiera, un perfil de riesgo y unas circunstancias personales diferentes. Cualquier decisión debe adaptarse a esas particularidades. Dicho esto, hay un punto de referencia clave en el análisis de la renta fija que puede servir de guía: la Tasa Interna de Retorno (TIR) en el momento de la compra. Es uno de los mejores indicadores del rendimiento esperado a medio plazo en renta fija, proporcionando una estimación razonable de lo que podemos esperar en términos de retorno.

El mercado ha comenzado a anticipar varias reducciones de tipos de interés, lo que ha llevado a una revalorización de los bonos. Los inversores que ya estaban posicionados en renta fija han podido capitalizar esta ganancia gracias al aumento en el precio de sus activos. Pero el verdadero desafío radica en evaluar si el escenario macroeconómico que el mercado está descontando se alinea con las previsiones económicas de cada inversor.

Si consideramos que la economía enfrentará mayores dificultades de las que anticipa el mercado y que los bancos centrales se verán obligados a recortar los tipos más de lo previsto para estimular la actividad, sería prudente aumentar la duración de las carteras. Al hacerlo, se podría aprovechar un entorno de tipos más bajos. Por el contrario, si prevemos una recuperación económica más robusta de lo esperado o un posible nuevo shock inflacionario, la estrategia más sensata sería reducir la duración para protegernos de posibles aumentos en los tipos de interés.

Este análisis, en última instancia, debe estar alineado con la visión individual de cada inversor sobre el futuro económico, ya que la sensibilidad a los tipos de interés dependerá de su perspectiva del ciclo y de la capacidad de los bancos centrales para gestionar los riesgos.

En el entorno actual, la renta fija ha recuperado protagonismo dentro de las carteras de inversión. Su papel tradicional como estabilizador del capital y fuente de diversificación frente a la volatilidad de la renta variable vuelve a ser clave, especialmente tras un largo período en el que su capacidad de compensación se vio limitada por tipos extremadamente bajos.

Recientemente, hemos visto cómo la función descorrelacionadora de la renta fija se está recuperando. Durante la reciente corrección en los mercados de acciones, los activos de renta fija generaron rendimientos positivos, lo que sugiere que la histórica correlación negativa entre ambos activos está resurgiendo. Esta evolución destaca la importancia de la renta fija en un mercado que, aunque incierto, presenta oportunidades para quienes buscan proteger su capital y equilibrar sus carteras.

Javier Navarro es gestor de fondos en Abante.

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