La ruleta antimonopolio de Google pone en juego 550.000 millones

Los castigos del Gobierno y otros frentes pueden dejar más de un cuarto del valor del gigante en manos del azar

Logo de Google, bandera de EE UU y martillo de juez.Dado Ruvic (REUTERS)

Los buenos apostantes acuden a la mesa con una idea de las probabilidades y el riesgo que entrañan. Los inversores de Alphabet quizá quieran hacer lo mismo. Los policías de la competencia del Departamento de Justicia de EE UU son los últimos en apuntar al gigante, proponiendo una serie de remedies –cesiones o descartes, incluida una posible ruptura– como castigo por comportamiento anticompetitivo. Los ingresos por búsquedas, la gallina de los huevos de oro de Google, son vulnerables, y otras salvas se suman al daño. En el peor de los casos, más de un cuarto del valor de la empresa quedaría en manos del azar.

El expediente judicial presentado el martes por el Departamento de Justicia repasa las formas de abordar las preocupaciones relacionadas con las búsquedas, la publicidad y la acumulación de datos por parte de Google. Se produce después de que una sentencia de agosto considerara monopolista a la empresa. Por ahora, las líneas generales son amplias y sugieren desde prohibir acuerdos que conviertan a Google en el motor de búsqueda predeterminado en dispositivos como el iPhone, hasta la posible venta de unidades como Android.

Google es el líder de las consultas digitales. Según Bernstein, la venta de publicidad a través de ellas representa más de la mitad de sus ingresos, que en 2025 ascenderán a 219.000 millones de dólares. Pero gran parte de esa cifra procede de la asociación con Apple, por la que Google cede ingresos para asegurarse un lugar de honor en el iPhone. Los analistas de Barclays calculan que más de un tercio de los ingresos por búsquedas proceden de este tipo de opciones predeterminadas en iOS, ya sea a través de la barra de herramientas estándar o del navegador Google Chrome. Si descontamos el dinero entregado a Apple, esto representa 53.000 millones de los ingresos netos del próximo año. Con un margen operativo del 40% para publicidad y servicios, son 21.000 millones de ingresos de explotación. Si aplicamos el actual múltiplo de Google de 18 veces el ebit de los próximos 12 meses, el valor en juego asciende a 380.000 millones.

Incluso si un juez anula estos acuerdos, el dominio absoluto de Google implica que el golpe se suavizará, al menos al principio: en Europa, donde los usuarios deben elegir buscador, la empresa mantiene una cuota abrumadora por la fuerza de la costumbre.

Pero Google no solo tiene que temer a los organismos de Washington. La desarrolladora de videojuegos Epic Games, propietaria de Fortnite, ganó el lunes una medida cautelar contra la compañía dirigida por Sundar Pichai que podría forzar cambios en su tienda de aplicaciones. Epic asegura que Google generó 12.000 millones en beneficios operativos por este concepto en 2021, según el Financial Times. Si aplicamos el mismo múltiplo de 18 veces, valen más de 200.000 millones. Y la cifra puede ser mayor ahora.

En total, casi 600.000 millones de dólares (550.000 millones de euros) de valor empresarial en juego. Es cierto que es poco probable que la pérdida inmediata sea total. Pero aún hay otros en la ruleta antimonopolio.

Problemas para las ‘big tech’

Las grandes tecnológicas han recibido numerosos golpes durante el mandato de Joe Biden. Pero quienes esperen un indulto si Donald Trump deberían pensárselo dos veces: lo que está ocurriendo va mucho más allá de la Casa Blanca.

El requerimiento judicial emitido el lunes ordena a Google poner fin a varios acuerdos restrictivos que neutralizan en la práctica las tiendas de apps de terceros en Android. Durante tres años, el gigante de las búsquedas deberá permitir que las tiendas rivales se descarguen a través de su propio sistema y facilitar a los usuarios el acceso a este catálogo. La sentencia es consecuencia de un juicio con jurado ganado por Epic, que se quejaba de la fuerte tajada que se llevaban tanto Google como Apple de las transacciones hechas en sus teléfonos. Google dice que apelará.

Tiene enormes consecuencias. Alphabet se lleva hasta el 30% de los ingresos de creadores como Epic. Y en 2019, la tienda Google Play ya representaba 7.000 millones de los ingresos operativos de la compañía, o un quinto del total, según los archivos judiciales. Ese impuesto enfada a un montón de pares que dependen de llegar a los usuarios de smartphones.

En la práctica, es posible que los hábitos no cambien de golpe. Pero las dificultades para Alphabet siguen llegando. La agenda hostil a la tecnología de los responsables antimonopolio de Biden, Lina Khan y Jonathan Kanter, ha provocado un gran crujir de dientes: Reid Hoffmann, cofundador de Linkedin y donante demócrata, pidió el despido de Khan. La lista de demandas y fusiones bloqueadas ha afectado a todos, desde Microsoft hasta Meta. Un cambio de Administración sería importante: la revisión de las fusiones podría suavizarse; cuando Bush asumió el poder en medio del caso contra Microsoft a principios de los 2000, la presión para dividirla terminó. Pero hay fuerzas mucho mayores que presionan contra Google y Apple.

No se trata solo de leyes que pretenden abrir las tiendas de apps en Corea del Sur, Japón o la UE, aunque todo eso está ocurriendo. Tampoco se limita a demandas privadas como la de Epic. Las tecnológicas más pequeñas también podrían poner en el punto de mira a las más grandes. Meta acaba de presentar sus gafas de realidad aumentada Orion, tras unas similares de Snap. Su éxito dependerá probablemente de que puedan funcionar libremente con smartphones actualmente bloqueados.

Es posible que el capital riesgo y los peces gordos de la tecnología quieran personalizar esto como una lucha entre innovadores, por un lado, y Khan y Kanter por otro. La verdad es que, tal y como lo enmarca el caso del Gobierno contra Apple, ahora mismo las nuevas plataformas están luchando por nacer. Hacerlo exige apartar definitivamente las restricciones de las antiguas. Ese tren va a ser difícil de parar.

Los autores son columnistas de Reuters Breakingviews. Las opiniones son suyas. La traducción, de Carlos Gómez Abajo, es responsabilidad de CincoDías

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