Los accidentes de Stellantis y Volkswagen aumentan la probabilidad de airbags
Las dificultades de ambas firmas pueden ayudar a la UE a cambiar de marcha respecto a los vehículos eléctricos
Parafraseando a Tolstoi, cada fabricante de automóviles es infeliz a su manera. Volkswagen y Stellantis han recortado sus previsiones para este año. El grupo alemán, valorado en 52.000 millones de euros, se enfrenta a la competencia en su negocio de gran consumo, de escaso margen, mientras que el fabricante de Jeep y Chrysler, valorado en 35.000 millones, atraviesa dificultades en Norteamérica. Sin embargo, sus dificultades pueden ayudar a los responsables políticos europeos a cambiar de marcha en lo que respecta a los vehículos eléctricos.
...
Para seguir leyendo este artículo de Cinco Días necesitas una suscripción Premium de EL PAÍS
Parafraseando a Tolstoi, cada fabricante de automóviles es infeliz a su manera. Volkswagen y Stellantis han recortado sus previsiones para este año. El grupo alemán, valorado en 52.000 millones de euros, se enfrenta a la competencia en su negocio de gran consumo, de escaso margen, mientras que el fabricante de Jeep y Chrysler, valorado en 35.000 millones, atraviesa dificultades en Norteamérica. Sin embargo, sus dificultades pueden ayudar a los responsables políticos europeos a cambiar de marcha en lo que respecta a los vehículos eléctricos.
De las dos advertencias de beneficios, la anunciada por Stellantis el lunes fue sin duda la más impactante, como demuestra el desplome de su cotización, cercana al 15%. El grupo dirigido por Carlos Tavares, famoso por su capacidad de reducción de costes y su rentabilidad relativamente alta en comparación con sus homólogos europeos, declaró que el margen operativo este año se situaría entre el 5,5% y el 7%, por debajo de las previsiones, del 10% o más. La mayor parte del problema está relacionado con Norteamérica, donde una gran acumulación de coches sin vender está presionando los precios.
Volkswagen, con sede en Wolfsburg, por el contrario, se enfrenta a una reducción de las entregas y los ingresos en su negocio principal, que ya tuvo un margen operativo en el primer semestre de solo el 2,3%.
Ambos acontecimientos se producen en un momento crucial para la política europea. Los Estados miembros decidirán esta semana si imponen aranceles a los fabricantes chinos de automóviles. Y el año que viene impondrán multas de hasta 15.000 millones de euros a los grupos automovilísticos que no reduzcan sus emisiones hasta un 15% antes de 2021. Las compañías no están en condiciones de soportar más golpes: la última previsión de Volkswagen, de 9 millones de entregas este año, sigue estando un 10% por debajo del nivel que alcanzó el grupo antes de la pandemia.
Las advertencias de Stellantis sobre la competencia china, además de sus desafíos norteamericanos, reforzarán los argumentos a favor de los aranceles, a los que se han opuesto países como España y Alemania. Cuestión más peliaguda es si el malestar actual llega a tiempo para que Bruselas suavice las multas por dióxido de carbono, que necesitarían la aprobación del Consejo, el Parlamento y la Comisión. Los argumentos a favor de un retraso parcial son sólidos.
La primera parada en boxes de los fabricantes será la autoayuda. Los analistas de Berenberg calculan que Volkswagen podría tener que cerrar dos plantas, con un coste de unos 4.000 millones de euros, para restablecer la rentabilidad de su negocio de volumen. Stellantis, por su parte, adelantará sus planes para eliminar la acumulación de coches sin vender, lo cual podría perjudicar aún más a unos precios que ya han caído un 5% este año, según HSBC.
El lado positivo es que la caída de los tipos de interés puede ayudar a los clientes a comprar. Además, los fabricantes están empezando a lanzar vehículos eléctricos más baratos. Aun así, grupos chinos como BYD mantendrán su asalto a los mercados mundiales. Stellantis y Volkswagen cotizan ahora a solo 2,7 y 3,3 veces los beneficios acumulados, según datos de LSEG, ambos un 30% o más por debajo de su máximo de este año. En términos de valoración, es una llamada de socorro.
Los autores son columnistas de Reuters Breakingviews. Las opiniones son suyas. La traducción, de Carlos Gómez Abajo, es responsabilidad de CincoDías