El contable que no ha resistido las turbulencias de Boeing
Dave Calhoun abandonará el cargo de CEO a finales de año tras no poder resolver los problemas de seguridad del fabricante de aviones
Cambio de rumbo para Boeing, el gigante constructor de aviones. Dave Calhoun (Pensilvania, EE UU, 1957), CEO de la empresa, anunció el lunes que a finales de 2024 abandonará el cargo. No será el único. Con él, se irán también Larry Kellner, presidente del consejo de administración, y Stan Deal, CEO de Boeing Comercial Airplanes. Serán sustituidos, respectivamente, por Steve Mollenkopf, un antiguo consejero delegado de la empresa de semiconductores Qualcomm que tendrá la difícil tarea de liderar la búsqueda de un sustituto para Calhoun, y Stefanie Pope, que era desde este enero directora de ope...
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Cambio de rumbo para Boeing, el gigante constructor de aviones. Dave Calhoun (Pensilvania, EE UU, 1957), CEO de la empresa, anunció el lunes que a finales de 2024 abandonará el cargo. No será el único. Con él, se irán también Larry Kellner, presidente del consejo de administración, y Stan Deal, CEO de Boeing Comercial Airplanes. Serán sustituidos, respectivamente, por Steve Mollenkopf, un antiguo consejero delegado de la empresa de semiconductores Qualcomm que tendrá la difícil tarea de liderar la búsqueda de un sustituto para Calhoun, y Stefanie Pope, que era desde este enero directora de operaciones de Boeing.
“En un principio, acepté asumir el cargo de CEO a petición del consejo de administración, dejando de presidirlo en el proceso, debido a las circunstancias sin precedentes a las que se enfrentaba la empresa”, explicó Calhoun en una carta enviada el lunes a los trabajadores. “Ha sido el mayor privilegio de mi vida servir en ambas funciones y solo sentiré que el viaje se ha completado adecuadamente cuando terminemos el trabajo que tenemos que hacer. Vamos a arreglar lo que no funciona y vamos a volver a encarrilar nuestra empresa hacia la recuperación y la estabilidad”.
Esas circunstancias particulares a las que alude son los accidentes protagonizados por dos modelos de Boeing que, en 2018 y 2019, se saldaron con la muerte de 346 personas. Aquello desató una crisis de reputación y de confianza en la seguridad de sus aviones, que Calhoun, un hombre experimentado, un líder afable, experto comunicador y buen gestor, debía resolver. No en vano, es coautor del libro How Companies Win: Profiting from Demand-Driven Business Models No Matter What Business You’re In (que se puede traducir Cómo ganan las empresas: cómo beneficiarse de los modelos de negocio basados en la demanda, sea cual sea su negocio).
Hasta ahora, sin embargo, no ha logrado resolver la crisis. En enero, sin ir más lejos, un Boeing de Alaska Airlines perdió en pleno vuelo un panel destinado a tapar un hueco cercano a la puerta de emergencia, y este mismo mes, otro avión de Latam Airlines sufrió una fortísima sacudida que mandó al hospital a 13 pasajeros. Aunque no son incidentes tan graves como los de hace años, Boeing volvió a ocupar las portadas de la prensa por la aparente falta de seguridad de sus aviones y, sobre todo, despertó la preocupación de la Administración Federal de Aviación (FAA, por sus siglas en inglés) de EE UU. Esta publicó en febrero un informe en el que sacaba los colores a la cultura de seguridad de la empresa: “El panel de expertos observó una desconexión entre la alta dirección de Boeing y otros miembros de la organización en materia de cultura de seguridad”.
Casado con Barbara Calhoun y padre de cuatro hijos, el todavía CEO tiene ahora ante sí el reto, al menos, de tratar de enderezar algo el rumbo antes de que el año que viene tome el relevo su sucesor. No lo tendrá fácil. En lo que va de 2024, la crisis se ha llevado por delante un cuarto de valor en Bolsa, donde, con todo y con eso, Boeing todavía mantiene una capitalización sobre los 115.000 millones de dólares.
“No le va el autobombo. Es un tipo discreto, muy práctico y que ve el mundo de forma realista. Tiene una profunda visión de lo que hay que hacer”, ha dicho de él Kevin Sharer, excompañero de Calhoun en General Electric y en Blackstone, en el portal de la universidad Virginia Tech, donde Calhoun se graduó de Contabilidad. Allí conoció también al empresario Charles Phlegar, que lo describe en la misma publicación como un buen atleta y un sólido jugador de golf y esquiador, antes de subrayar: “Para mí, estaba claro que era el tipo de persona con la que todo el mundo quería estar. Era humilde y agradable, entonces y ahora”.
Son cualidades que no le vendrán mal en el futuro y que, sobre todo, no le vinieron mal en el pasado. Recién salido de Virginia Tech, Calhoun aceptó a comienzos de los ochenta un puesto en General Electric. Aunque en principio lo hizo para trabajar desde su Pensilvania natal, fue el comienzo de un ascenso meteórico que se prolongó durante 26 años. Finalmente, ocupó cargos de vicepresidente y de consejero de GE.
Desde ahí dio el salto como presidente y CEO a Nielsen, la empresa de análisis de audiencias televisivas. Allí, según ha explicado el propio Calhoun, aprendió a conciliar trabajo con vida familiar. En 2013 lo reclutó Blackstone, una de las gestoras de activos más grandes del mundo, para que ocupara el puesto de director gerente sénior y el de jefe de operaciones de su cartera de private equity, un lugar desde el que Calhoun asesoró a las altas esferas de las empresas que Blackstone tiene en su portfolio.
Sus vínculos con Boeing arrancan en 2009, cuando entró como consejero; en 2018 fue nombrado consejero independiente. A partir de 2019, coincidiendo con el comienzo de la crisis de reputación y seguridad, su vinculación con la empresa fue creciendo: pasó a ser presidente no ejecutivo, y en 2020 recibió el encargo de tratar de sacar la empresa adelante. El viaje de Calhoun, sin embargo, se acerca a su fin sin que parezcan remitir las turbulencias de Boeing.
Filantropía
En 2018, Calhoun donó 20 millones de dólares a su alma mater, Virginia Tech, la mayoría para becas. “Los problemas de distribución de la riqueza en nuestro país son enormes y están empeorando. Tenemos que facilitar el acceso a la educación. Hace falta más que dinero, pero el dinero ayuda”
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