Defender el carácter estratégico de Talgo
Pese a no encajar stricto sensu en esa definición, el Gobierno puede esgrimir argumentos para defender la aplicación del escudo antiopas a la compañía
La ofensiva por parte del grupo húngaro Magyar Vagon para adquirir Talgo, que ayer presentó su folleto de compra a la CNMV, supone un desafío al Gobierno español, que esta semana dejó claro que “hará todo lo posible” para que la operación no salga adelante por el carácter “estratégico” de la empresa española. El conglomerado industrial Magyar Vago plantea una opa por el 100% a un precio de 5 euros por título y supeditada a la aceptación de un 50% del capital, lo que supone valorar la compañía en 619 millones de euros. Como paso previo, la empresa húngara ha tenido que negociar con 18 entidades financieras acreedoras del fabricante detrenes, con 227 millones en créditos ejecutables si se produce un cambio de control. El nucleo duro de accionistas apoyan la operación.
La capacidad de veto del Gobierno a la compra se apoya en el real decreto 571/2023 de inversiones exteriores, una norma que fijó las medidas temporales que España aprobó durante la pandemia para evitar la compra de empresas estratégicas por capital extranjero en pleno desplome de las valoraciones bursátiles. El denominado escudo antiopas permite vetar la compra de más del 10% del capital de una compañía estratégica cotizada y protege también a las no cotizadas en operaciones superiores a los 500 millones.
Las objeciones de Moncloa, que están relacionadas con los vínculos que Magyar Vago mantiene con el Ejecutivo húngaro y con presuntas conexiones de la empresa con capital ruso, deben justificarse por la consideración de Talgo como activo estratégico, tal como la ha definido el ministro de Industria, Jordi Hereu, al recordar que es el único fabricante de trenes nacional junto a CAF. Pese a no encajar del todo stricto sensu en esa definición, hay varias razones de peso para justificar la importancia económica de Talgo para España. La primera de ellas es el carácter industrial de la compañía en una economía desindustrializada como la española. A ello hay que sumar que se trata de una de las empresas que sufrió de forma especialmente severa los efectos de la pandemia, tanto por cuellos de botella, como por la paralización de proyectos y por el encarecimiento del precio de los materiales, un cúmulo de circunstancias que lastraron tanto su cuenta de resultados como su cotización.
Se trata además de una compañía que mantiene sociedades mixtas con una empresa pública, Renfe, y de un referente tecnológico mundial en el ámbito de la alta velocidad. Todo ello conforma un argumentario suficiente para defender el uso del escudo antiopas, más aún en una coyuntura geoeconómica que ha propiciado la vuelta de el proteccionismo en todos los países europeos.
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