Las esperanzas de las telecos se enfrentan con la realidad
Es poco probable que los políticos les den lo que quieren, así que tendrán que convencer a los inversores
Las telecos europeas piden un “nuevo acuerdo”, un new deal. Los ejecutivos del sector se han reunido en su fiesta anual en Barcelona para pedir a reguladores y Gobiernos un poco de comprensión hacia una industria que sufre un bajo crecimiento, altos costes y demandas de importantes gastos de capital en medio de un cambio tecnológico permanente. Es poco probable que los políticos concedan sus deseos a corto plazo. Así que tendrán que convencer a los inversores de que el precio del crecimiento futuro es más inversión hoy.
Los jefes de Deutsche Telekom, Orange, Vodafone y Telefónica...
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Las telecos europeas piden un “nuevo acuerdo”, un new deal. Los ejecutivos del sector se han reunido en su fiesta anual en Barcelona para pedir a reguladores y Gobiernos un poco de comprensión hacia una industria que sufre un bajo crecimiento, altos costes y demandas de importantes gastos de capital en medio de un cambio tecnológico permanente. Es poco probable que los políticos concedan sus deseos a corto plazo. Así que tendrán que convencer a los inversores de que el precio del crecimiento futuro es más inversión hoy.
Los jefes de Deutsche Telekom, Orange, Vodafone y Telefónica, que compartieron escenario en un inusual panel conjunto en el Mobile World Congress, coincidieron en que Europa está lejos de convertirse en un mercado único para las telecos. Timotheus Höttges, CEO del grupo alemán, declaró incluso que ya no estaba interesado en convertirse en un actor importante en un mercado disputado por más de 40 operadores, el 60% de los cuales no obtienen una rentabilidad adecuada sobre su capital. “No se puede montar sobre un caballo muerto”, dijo.
Al menos él tiene caballos para elegir. En 2023, Deutsche Telekom obtuvo dos tercios de sus ingresos globales y ganancias operativas en EE UU, cortesía de su más del 50% en T-Mobile US. Pero incluso en Alemania quedó demostrado que no todas las telecos están igualmente en desventaja. Los ingresos de Deutsche Telekom en el país crecieron casi un 3%; la unidad local de Vodafone, solo un 1%.
Uno de los problemas de larga data de la industria es que la Comisión Europea está demasiado centrada en los intereses de los consumidores. Eso ha hecho que los organismos de competencia se muestren reacios a permitir que el número de operadores en un país se reduzca de cuatro a tres. La decisión de Bruselas de aprobar la unión de Orange España con MásMóvil sugiere que las quejas de la industria han sido escuchadas. Ahora a los operadores les gustaría tener más visibilidad sobre la doctrina del regulador.
Es poco probable que lo consigan. Margrethe Vestager, la zarina de competencia de la Comisión, y Thierry Breton, el ex director general de Orange que ahora supervisa el mercado interno de la UE, podrían no conservar sus puestos después de las elecciones europeas de junio. Y el llamamiento de la industria para reformar la forma en que los Gobiernos venden espectro al mejor postor es demasiado egoísta como para atraer el apoyo oficial.
Al menos la Comisión, en un libro blanco sobre las necesidades de infraestructura digital del continente, ha sugerido formas de mejorar la regulación y armonizar el tratamiento del espectro de telecomunicaciones. Estima que la inversión adicional necesaria para satisfacer las necesidades de conectividad de la UE es de 200.000 millones, en torno al 1,2% del PIB del bloque este año.
Pero los Estados miembros de la UE parecen estar lejos de estar convencidos del sueño de un mercado de telecos a escala continental. Si acaso, los Gobiernos están dando señales de designar las comunicaciones como una industria “estratégica” –como la defensa o la energía– que requiera un escrutinio más detenido por motivos de seguridad nacional.
Así, corresponde a jefes como el de Telefónica, José María Álvarez-Pallete, persuadir a los inversores de que solo la innovación tecnológica ayudará al sector a emerger de años de lento crecimiento de los ingresos. Pese a todo el pesimismo, a muchos accionistas les ha ido razonablemente bien en los últimos años. Deutsche Telekom, Telefónica y Orange han obtenido rentabilidades totales del 63%, 45%% y 37% en los últimos tres años, según LSEG. Por contra, los inversores de Vodafone y Telecom Italia han sufrido rentabilidades negativas del 31% y 23%, respectivamente.
No faltaron nuevas tecnologías de las que hablar en Barcelona. Höttges proclamó el próximo fin de las apps móviles dentro de 10 años, cuando interfaces simples activadas por voz e impulsadas por IA atenderán las necesidades de los consumidores. Mientras, una alianza que incluye al conglomerado japonés SoftBank, a Nvidia, a Arm y a Ericsson explorará formas de utilizar la IA para optimizar las redes de acceso de radio, que vinculan los dispositivos móviles a las redes centrales. Esto podría ser una fuente tanto de ahorro como de ingresos adicionales.
Las operadoras también tendrán que gastar más para mejorar la seguridad de sus sistemas, aún vulnerables a ataques de piratas informáticos o incluso daños físicos. El libro blanco de la Comisión subraya la necesidad de mejorar la seguridad de los cruciales cables submarinos.
Por tanto, los CEO de las telecos pueden sentirse atrapados en un dilema. Si bien algunos inversores quieren que reduzcan el capex y devuelvan efectivo a los accionistas, esos mismos inversores pueden criticarlos dentro de 5 o 10 años por no haber invertido lo suficiente. Algunos podrían intentar recaudar dinero vendiendo torres de telefonía, como han hecho Vodafone y otros. Pero, como bromeó la jefa de Orange, Christel Heydemann, eso equivale a “vender infraestructura para poder invertir en infraestructura”.
Una posible fuente de financiación muy discutida en Barcelona hace un año parece haber quedado abandonada. Es la llamada “participación justa” que las telecos europeas dicen que los gigantes del streaming como Netflix, YouTube o Amazon deberían pagar por usar sus redes. La idea es objeto de acalorados debates, difícil de implementar y carece del apoyo de las autoridades.
Las telecos europeas no pueden esperar igualar a los gigantes tecnológicos de EE UU en cuanto a influencia financiera. La capitalización combinada de las empresas gestionadas por los cuatro jefes que compartieron escenario en Barcelona es de 179.000 millones de euros. Es menos que Netflix y apenas un décimo que Alphabet o Amazon.
Así, es posible que las operadoras europeas que no puedan convencer a sus accionistas de que pueden volver a crecer tengan que tratar con los únicos inversores dispuestos a jugar a largo plazo: los Gobiernos o las entidades controladas por Estados. En septiembre, el Ejecutivo español anunció que adquiriría el 10% de Telefónica después de que la teleco saudí STC anunciara una participación similar en el grupo. Eso convierte España en una posible prueba de fuego de lo que sucederá con las telecos europeas que no puedan llegar a un mejor acuerdo.
Los autores son columnistas de Reuters Breakingviews. Las opiniones son suyas. La traducción, de Carlos Gómez Abajo, es responsabilidad de CincoDías
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