La IA como nueva palanca industrial
El MWC ha evidenciado que la colaboración público-privada, tanto nacional como comunitaria, pueden ser la vía para no perder pie en la carrera tecnológica
El anuncio por parte del Gobierno de la creación de una nueva agencia estatal, que agrupará los activos digitales del Estado e impulsará la digitalización de la economía y la industria española, ha servido de impactante broche final a la última edición del Mobile World Congress (MWC), clausurada esta semana en Barcelona. El evento, que ha convertido un año más la ciudad en la capital mundial del sector tecnológico y en un enorme escaparate de las últimas tendencias de la industria, ha recuperado su brillo, tras las dudas sembradas en su momento por la inestabilidad política que generó el procés y por los últimos coletazos de restricciones de la pandemia, que han mantenido a China lejos de la cita. Las cifras de afluencia y participación este año incluyen 2.400 expositores y más de 100.000 visitantes.
La futura Sociedad Estatal de Transformación Tecnológica (SETT), cuyo montante de inversión es histórico para el sector, puesto que movilizará 20.000 millones de euros en fondos europeos, puede convertirse en una palanca poderosa para la soberanía digital española y para impulsar una economía que debe aspirar a participar en la carrera por la inteligencia artificial. La IA no solo ha sido la gran estrella del MWC, sino que aspira a convertirse en una suerte de test de Rorschach para clasificar el nivel de digitalización de las economías mundiales. Entre las líneas de actuación que seguirá la futura SETT, se incluye también la tutela del Perte Chip, que ya está en marcha, y que cuenta con fondos por valor de 12.000 millones de euros. Tal y como señaló el ministro para la Transformación Digital y la Función Pública, José Luis Escrivá, en cuyo departamento se encuadrará la nueva agencia, la SETT podría servir incluso para canalizar la entrada del Estado en el capital de Telefónica, un papel que hasta el momento se atribuye a la SEPI.
Como en anteriores ocasiones, el MWC ha servido también para exponer las demandas de las grandes telecos europeas, que han coincidido al reivindicar las dificultades de un mercado comunitario muy fragmentado, de una estricta regulación de competencia que impide de facto la creación de campeones supranacionales –aunque la decisión de Bruselas de aprobar la unión de Orange España con MásMóvil apunta a una cierta apertura– y de una competencia feroz no solo por parte de los grandes gigantes estadounidenses, sino también de los chinos. A la vista de los grandes retos que ha escenificado el MWC, el diálogo y la colaboración público-privada, tanto nacional como comunitaria, parecen claves para no perder pie en la carrera por la IA y en el mercado global de las telecomunicaciones.
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