‘Operación Roma’: las empresas mueven ficha para una cumbre Sánchez-Meloni

Firmas españolas vinculadas a Italia trabajan entre bambalinas para un encuentro al más alto nivel. El cónclave de 2007 entre Zapatero y Prodi allanó la compra de Endesa por Enel

Pedro Sanchez y Giorgia Meloni, durante la cumbre europea celebrada el pasado mes de octubre en Granada.Manu Fernández (Associated Press/LaPresse)

El expresidente de Renfe Isaías Táboas tenía razones para lamentarse y esbozar cierta amargura. La liberalización del transporte ferroviario en España, ejemplar si se mide por la rebaja de los precios para el consumidor, ha poblado las vías españolas de nuevos jugadores, como Ouigo e Iryo. El primero es la marca de la empresa estatal francesa SNCF. El segundo es el nombre comercial del consorcio Ilsa, donde la italiana Trenitalia, también estatal, atesora un 45%. La bienvenida a Renfe en territorio galo, en cambio, no está siendo tan efusiva. Los históricos esfuerzos de las firmas españolas pa...

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El expresidente de Renfe Isaías Táboas tenía razones para lamentarse y esbozar cierta amargura. La liberalización del transporte ferroviario en España, ejemplar si se mide por la rebaja de los precios para el consumidor, ha poblado las vías españolas de nuevos jugadores, como Ouigo e Iryo. El primero es la marca de la empresa estatal francesa SNCF. El segundo es el nombre comercial del consorcio Ilsa, donde la italiana Trenitalia, también estatal, atesora un 45%. La bienvenida a Renfe en territorio galo, en cambio, no está siendo tan efusiva. Los históricos esfuerzos de las firmas españolas para, emulando a Julio César, cruzar el Rubicón y conquistar el país transalpino, glosarían con éxito la antología de los más sonoros fracasos corporativos patrios. Sobran ejemplos.

Apenas meses antes de que Enel lograra todos los parabienes políticos para adquirir Endesa, la propia eléctrica española sufría un revés de proporciones isabelinas en la tierra de Leonardo. Corría el mes de marzo de 2005 y la firma presidida por Manuel Pizarro presentaba una oferta para tomar el control de Edison, la segunda eléctrica de Italia. Había sido invitada para acometer la operación por la francesa EDF, que atesoraba una participación minoritaria en la firma y no quería ejercer unas opciones por encima del precio de mercado para tomar el 100% de la sociedad. El paso adelante de Endesa abrió la caja de Pandora. Poco tardó el presidente, Silvio Berlusconi, en aprobar un real decreto que facilitaba la permanencia de EDF, con su posición reforzada, a cambio de asociarse con la distribuidora municipal AEM Milano, que pasaba a acaudalar el 50% de Edison. No es difícil imaginar ni el enjuague franco-italiano ni la cara que debió quedársele a Pizarro, que hizo una apuesta seria por el proyecto.

El sector financiero también puede dar cuenta de cómo se las gastan al cruzar Ventimiglia. BBVA, que se ha hecho fuerte en Turquía o México, tuvo que renunciar a la oferta lanzada en 2005 para adquirir la Banca Nazionale del Lavoro (BNL), al comprobar con consternación sus nulas posibilidades de éxito. Lo más llamativo fueron las reflexiones, por llamarlo de algún modo, del contrapacto de constructores que acabó con la operación. “Hemos mandado a casa a quien debía marcharse”, dijo Danilo Coppola, parte del grupo que controlaba el 27,5% de la entidad y se oponía a la operación. El entonces gobernador del Banco de Italia, Antonio Fazio, no figura precisamente entre los clientes de honor del banco vasco. Más avispado estuvo Emilio Botín en noviembre de 2007, cuando colocó el Antonveneta a Monte dei Paschi por 9.000 millones tras adquirirlo al ABN Amro por 6.600. Pingües plusvalías, pero fin también a la aventura italiana. “La incorporación de Antonveneta habría representado un interesante primer paso en Italia. Sin embargo, con dicha compra no lograríamos tener en este país un tamaño suficiente para desarrollar adecuadamente nuestros negocios sin realizar inversiones adicionales significativas”, expuso la entidad. Suficiente para buen entendedor.

A la búsqueda de un caso de éxito, ejecutivos que han sufrido las penalidades del mercado italiano miran al cielo y, después, tras suspirar, se rinden a Sacyr. En efecto, la firma que comanda Manuel Manrique parece haber encontrado El Dorado allende los Alpes, aunque en posición minoritaria. Para prosperar, la española ha ido sumando contratos a lomos del consorcio SIS, en el que el 51% lo atesora la italiana Fininc, de la piamontesa familia Dogliani. Nada que reprochar. De hecho, Sacyr aspira a la construcción del puente que salvará el estrecho de Mesina y que, en apariencia y tras el intento de Lucio Cecilio Metelo con barriles y madera en el 252 antes de Cristo, unirá de una vez por todas la península con la isla de Sicilia. El proyecto, de coste milmillonario, también tiene asterisco, ya que une a la firma española con la italiana Webuild (antigua Salini Impregilo) y con los Ministerios de Economía y Transportes, además de las regiones de Sicilia y Calabria. Todo queda en casa.

De cumbre a cumbre

Frente a estas dificultades, España es jauja para las firmas italianas, con sectores estratégicos entregados sin remisión. Enel, la energética estatal italiana, ya ha recuperado ampliamente la inversión destinada en su día para tomar Endesa, sobre todo si se suman los dividendos recibidos durante estos años y el valor actual de su participación en Bolsa. Fue en un cumbre celebrada en Ibiza entre José Luis Rodríguez Zapatero y Romano Prodi, allá por el año 2007, cuando terminó de muñirse el deal. Otro sector capital, como el de los medios de comunicación, también ha sufrido la ofensiva transalpina sin oponer barrera alguna. Una de las dos principales televisiones en abierto, Mediaset, está desde su nacimiento en manos de la familia Berlusconi; la otra, Atresmedia, cuenta una participación relevante de la firma DeAgostini, uno de los mayores grupos familiares de Italia. Unidad Editorial, editora del diario El Mundo, es ahora propiedad de Urbano Cairo y su conglomerado editorial, tras años en manos de RCS MediaGroup y Rizzoli. El rastro azzurro también podría seguirse en los estertores de Abertis, grupo español de autopistas que acabó en manos de los italianos de Atlantia –la actual Mundy, con el respaldo de la familia Benetton–, y en la ACS de Florentino Pérez.

Pese a la sideral distancia ideológica entre ambos, Pedro Sánchez exhibía cercanía con la primera ministra italiana, Giorgia Meloni, tras visitarla en el Palacio Chigi en abril de 2023. Diversas fuentes empresariales reconocen haber transmitido a Moncloa su interés en profundizar en aquel episodio, con el foco puesto en abrir una veta en Italia. Se busca, al menos, cierta reciprocidad inversora. “Unos y otros están haciendo papeles para propiciar una cumbre de contenido altamente económico; el Gobierno es receptivo y las autoridades italianas, aunque arrastran los pies, no están ni mucho menos cerradas en banda”, subrayan fuentes conocedoras de las conversaciones en marcha. Los plazos puestos sobre la mesa no son largos. La relación de Sánchez con la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, convencida del papel transversal a nivel europeo que puede jugar España frente a economías más cerradas como la francesa o la italiana, alientan estos contactos. Las elecciones comunitarias se celebran en junio. En este caso, piano no casa con lontano.

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