Roma-Stellantis: la zanahoria es mejor que el palo

El Gobierno italiano es libre de comprar acciones de la automotriz en el mercado, pero eso podría asustar a las empresas

Línea de montaje en una fábrica de furgonetas de Stellantis en Atessa (Italia), el 23 de enero.REMO CASILLI (REUTERS)

El intento de Roma de forzar la mano de Stellantis es una batalla de retaguardia. El ministro de Industria, Adolfo Urso, sugirió el jueves que el Gobierno italiano podría comprar una participación en la firma, tras un enfrentamiento sobre los niveles de producción en el país. Proteger el empleo es una preocupación natural, y el Ejecutivo de Giorgia Meloni es libre de comprar acciones en el mercado. Pero no ayudaría a que el centro de gravedad de la firma volviera a Italia.

Meloni se ha quejado de que Stellantis, dueña de Fiat, no fabrica lo suficiente en el país, mientras se beneficia d...

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El intento de Roma de forzar la mano de Stellantis es una batalla de retaguardia. El ministro de Industria, Adolfo Urso, sugirió el jueves que el Gobierno italiano podría comprar una participación en la firma, tras un enfrentamiento sobre los niveles de producción en el país. Proteger el empleo es una preocupación natural, y el Ejecutivo de Giorgia Meloni es libre de comprar acciones en el mercado. Pero no ayudaría a que el centro de gravedad de la firma volviera a Italia.

Meloni se ha quejado de que Stellantis, dueña de Fiat, no fabrica lo suficiente en el país, mientras se beneficia del atractivo de la marca por modelos como el icónico Fiat 500. El Gobierno presiona al CEO, Carlos Tavares, para que produzca un millón de vehículos, frente a los 750.000 del año pasado. Pero la sugerencia de Urso, formulada el jueves, resultaría cara para una Italia con problemas de liquidez. Igualar la participación del 6% del Estado francés costaría 4.000 millones. Eso borraría los beneficios de las ventas de participaciones en Eni y Poste Italiane y perjudicaría el objetivo del país de recaudar 20.000 millones para 2026 mediante una campaña de privatizaciones.

Esta medida también podría asustar a la comunidad empresarial italiana. Roma tiende a poseer acciones de antiguas empresas estatales o de empresas que han sido rescatadas. Una postura más proactiva enviaría una señal de alarma entre las pocas firmas italianas de propiedad privada que importan.

La relevancia de Italia para Stellantis, nacida en 2021 de la unión de Fiat Chrysler con PSA, dueña de Peugeot, está bajando, en todo caso. La firma tiene su sede en Países Bajos. Con poco más del 9% en diciembre, la cuota de Fiat en las matriculaciones de vehículos nuevos en Italia es una fracción del 40% o más que solía tener en los años ochenta. Ese mes, la marca también perdió su liderazgo de mercado de casi 100 años en favor de Volkswagen. En 2022, el mercado italiano solo aportaba el 5% de los ingresos de Stellantis, que ascendían a 180.000 millones, frente al 9% de Francia y el 49% de Norteamérica.

Defender el empleo en casa es una preocupación natural para todo Gobierno. Las zanahorias en forma de incentivos a la electrificación pueden funcionar mejor que el palo. Tras un año de inútiles guerras culturales, Meloni debería centrarse en mejorar el clima empresarial.

Los autores son columnistas de Reuters Breakingviews. Las opiniones son suyas. La traducción, de Carlos Gómez Abajo, es responsabilidad de CincoDías

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