Una oportunidad para posicionarse en la guerra de los chips

La industria de semiconductores ha dejado atrás el bache que vivió en 2022 por sobreoferta y ofrece un horizonte óptimo que España debe aprovechar

Plano microscópico de un microchipMirageC (Getty Images)

La crisis de desabastecimiento de semiconductores que sufrieron las economías desarrolladas tras la pandemia propició el inicio de una competición feroz por invertir en la fabricación de estos componentes, atraer demanda y desterrar cualquier posible tensión de suministro en el futuro. Esta guerra de los chips, liderada por EEUU y China, pero en la que Europa aspira –y necesita– no perder pie, es un ejemplo de libro sobre lo que ocurre cuando una economía globalizada altamente intensiva en tecnología, como la actual, establece lazos de dependencia excesiva respecto a una industria estratégica, con picos de demanda cíclica y concentrada en escasos puntos geográficos de producción, la mayor parte de ellos deslocalizados en terceros países. Las cartas que baraja Bruselas para posicionarse en esta carrera por invertir en la industria de semiconductores y reducir la dependencia tecnológica consiste en un ambicioso programa de inversiones de más de 40.000 millones de euros, con el que Europa pretende lograr que en 2030 el 20% de los chips del mundo se produzcan en la UE.

En ese contexto hay que encuadrar la decisión de la firma francesa Ardian de lanzar un fondo cuyo objetivo es captar 1.000 millones de euros para invertir en esta industria. La compañía aspira a llevar a cabo entre 10 y 15 inversiones en toda Europa en empresas o plataformas con un valor de entre 200 millones y 2.000 millones de euros.

El marco inversor y regulatorio que ha desatado el interés del fondo es la recién aprobada Ley europea de Chips, pero también instrumentos como el Perte Chip en España, con el que se pretenden movilizar 12.250 millones de euros en inversión y en el que el fondo francés ha visto atractivo estratégico. Las previsiones sobre el futuro de la industria de semiconductores son halagüeñas –se espera que pase de los 600.000 millones de euros que mueve actualmente a un billón en 2030–, dado que los chips son imprescindibles para el crecimiento de las redes 5G y 6G, los coches eléctricos, el desarrollo de las energías renovables y la inteligencia artificial, esta última como gran apuesta de futuro.

La industria de semiconductores ha dejado atrás el bache que vivió en 2022, por sobreoferta, y parece haber vuelto a la senda del crecimiento, lo que supone un horizonte óptimo para la inversión. En un escenario como ese, Europa será el tablero de operaciones de fondos como el anunciado por Ardian, y no solo España, sino también otros países competirán por atraer inversión. Se trata de una oportunidad histórica para que la economía española se posicione en un sector que tiene por delante un horizonte de futuro.

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