La ortodoxia de Erdogan genera otros problemas
El gasto público puede agravar la caída de la lira, que ha perdido más de un tercio frente al dólar desde las elecciones de mayo
Con una inflación del 59%, el presidente turco, Tayyip Erdogan ha abandonado su hostilidad a los tipos altos. Pero su adopción de la ortodoxia es poco entusiasta.
“Con el apoyo de una política monetaria estricta, volveremos a reducir la inflación a un solo dígito”. Sería una declaración de lo obvio si lo dijera un banquero central europeo o un político de EE UU. Pero dichas por Erdogan, son un giro de 180 grados. El autodenominado “enemigo” de los tipos se ha dado cuenta por fin de que solo una política más restrictiva podrá frenar la inflación, que se prevé alcance el 65% este año. Per...
Regístrate gratis para seguir leyendo en Cinco Días
Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
Con una inflación del 59%, el presidente turco, Tayyip Erdogan ha abandonado su hostilidad a los tipos altos. Pero su adopción de la ortodoxia es poco entusiasta.
“Con el apoyo de una política monetaria estricta, volveremos a reducir la inflación a un solo dígito”. Sería una declaración de lo obvio si lo dijera un banquero central europeo o un político de EE UU. Pero dichas por Erdogan, son un giro de 180 grados. El autodenominado “enemigo” de los tipos se ha dado cuenta por fin de que solo una política más restrictiva podrá frenar la inflación, que se prevé alcance el 65% este año. Pero Erdogan no quiere sacrificar el crecimiento, lo que le deja ante la tarea imposible de tener que reducir drásticamente la inflación sin que se produzca una desaceleración.
El cambio de la semana pasada –en la presentación de su programa para los próximos tres años– permitirá a la nueva gobernadora del banco central, Hafize Gaye Erkan, seguir subiendo los tipos, ahora en el 25%. Pero los partidarios de una política basada en las reglas del juego no aplaudirán.
Tras prolongar su mandato de 20 años con el triunfo electoral de mayo, Erdogan quiere hacer crecer la economía y amortiguar el golpe de la inflación y del terremoto de febrero. Prevé un crecimiento del PIB del 4,4% este año y del 4% en 2024. Es una desaceleración respecto al 5,6% de 2022, pero más que el 3% y el 3,6% previstos por el FMI.
Erdogan gastará para crecer. Según Goldman Sachs, el aumento del gasto en la reconstrucción tras el terremoto y la subida del salario mínimo y las pensiones harán que el déficit pase del 1% del PIB en 2022 al 6,4% en 2023 y 2024, el nivel más alto en 20 años.
Las transferencias fiscales apoyarán el consumo, impulsando la demanda de importaciones y empeorando la posición comercial. Ankara prevé un déficit por cuenta corriente del 4% del PIB este año y del 3,1% en 2024, frente al 2,5% y el 1,4% estimados antes. Eso puede agravar la caída de la lira, que ha perdido más de un tercio frente al dólar desde las elecciones, pese a una subida de los tipos de 1.650 puntos básicos. La depreciación, a su vez, alimentará la inflación mediante importaciones más caras.
El tardío apoyo de Erdogan a las herramientas habituales es alentador, pero no implica que su postura macro sea mucho más ortodoxa.
Los autores son columnistas de Reuters Breakingviews. Las opiniones son suyas. La traducción, de Carlos Gómez Abajo, es responsabilidad de CincoDías
Sigue toda la información de Cinco Días en Facebook, Twitter y Linkedin, o en nuestra newsletter Agenda de Cinco Días