La cuerda de la sanidad privada y el semiconfinamiento de los valores turísticos

Los actores de los seguros sanitarios tiran de los extremos del negocio

Santiago Villa, consejero delegado de Generali en España (izquierda), e Iñaki Peralta, consejero delegado de Sanitas.

Cuando el dinero sale por la puerta, el amor, o los cuidados, como se dice ahora, saltan por la ventana. La sanidad privada vive una enorme tensión financiera, con cada vez menos competencia entre aseguradoras, que pueden permitirse pagos más reducidos a médicos y clínicas, para así evitar subir sus propias cuotas y la consiguiente fuga de clientes. A su vez, las aseguradoras se quejan de que las mutualidades de funcionarios no actualizan sus pólizas, por lo que el negocio les resulta cada vez más ruinoso. El último gran conflicto lo ha provocado la alianza entre Sanitas y Generali, según la c...

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Cuando el dinero sale por la puerta, el amor, o los cuidados, como se dice ahora, saltan por la ventana. La sanidad privada vive una enorme tensión financiera, con cada vez menos competencia entre aseguradoras, que pueden permitirse pagos más reducidos a médicos y clínicas, para así evitar subir sus propias cuotas y la consiguiente fuga de clientes. A su vez, las aseguradoras se quejan de que las mutualidades de funcionarios no actualizan sus pólizas, por lo que el negocio les resulta cada vez más ruinoso. El último gran conflicto lo ha provocado la alianza entre Sanitas y Generali, según la cual los clientes de esta acceden a las tarifas de aquella, más asequibles; pero el acuerdo se ha hecho sin tener en cuenta a los otros implicados, los médicos y los hospitales que les dan servicio.

Los pacientes, tanto de la sanidad pública como de la privada, tienen una edad media cada vez mayor y requieren también más atención, de modo que el gasto en medicamentos y pruebas (también afectado por la inflación) compite con el coste de la mano de obra; y los impuestos de los contribuyentes y las cuotas de los usuarios de la privada dan de sí lo que dan de sí.

Los turistas vuelven, pero los inversores siguen semiconfinados

Los inversores no se conforman con las excelentes cifras de turistas, y siguen castigando a los valores del sector en España, en buena medida por la dilución de valor generada en la pandemia para afrontar el desplome de los ingresos. La realidad es que los niveles de tráfico previos al Covid aún tardarán un año en recuperarse; y eso, si el estancamiento económico general en Europa no vuelve a retrasar los plazos. Los accionistas tienen sin duda todo eso en cuenta, y desconfían de IAG, de Aena, y también de Amadeus. El Gobierno ya ha finiquitado la emergencia sanitaria, pero el mercado sigue semiconfinado.

Sánchez acierta al atender a los hipotecados... con sus promesas electorales

Pedro Sánchez ha vuelto, después de varias semanas dedicado a las llamadas guerras culturales, a la senda de las promesas fiscales para intentar arañar votos en la carrera electoral del 23J. Y en vez de en descuentos para el Interrail, se centra por una vez en una preocupación realmente urgente para las familias, como es el pago de la hipoteca en plena alza de tipos. Ayer anunció que ampliaría el rango de rentas de los beneficiarios del alivio crediticio que está en vigor desde noviembre. Va en la línea adecuada de lo que necesitan los hogares, aunque la realidad es que, por suerte, el número de hipotecados que optan a beneficiarse del sistema actual está siendo residual. El impacto de la propuesta, si se materializa, será escaso en volumen, aunque importante para quienes la aprovechen.

La frase del día

Los aliados occidentales de Ucrania pueden ver de verdad si sus armas funcionan, con qué eficacia, y si es necesario mejorarlas. Para la industria militar, no se puede inventar un campo de pruebas mejor

Oleksiy Reznikov, ministro de Defensa de Ucrania

Microsoft da un abrazo (¿el del oso?) a la regulación europea de la IA

Una empresa estadounidense, Microsoft, apoya la regulación propuesta por el Parlamento europeo para la inteligencia artificial... que sin embargo preocupa a 150 compañías de su propio continente, como Siemens o Airbus. Precisamente, dicen que podría perjudicar a la competitividad del sector en la UE, y provocar la fuga del capital a territorios más amables, como EE UU. Los precedentes de las empresas tecnológicas y de internet indican que son los gigantes estadounidenses los que acaban innovando y expandiendo su negocio por todo el mundo, mientras las compañías europeas, sea o no por la regulación, acaban sucumbiendo a los servicios y productos que vienen del otro lado del Atlántico. El abrazo de Microsoft a Bruselas bien podría ser el del oso.

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