Jensen Huang, rey de los chips para videojuegos y gurú de la IA

Lleva tres décadas al frente de Nvidia, que fundó, y que roza el billón de dólares de valoración

Jensen Huang, cofundador y CEO de Nvidia.jose Manuel esteban,

Todo empezó con los videojuegos, y ahora es el momento de la inteligencia artificial. Jen-Hsun Jensen Huang (Tainan, Taiwán, 1963) no es un recién llegado a la industria, pero la IA lo ha llevado a cotas inimaginables hasta hace poco. El cofundador de la estadounidense Nvidia sigue dirigiéndola 30 años después, ahora que sus chips son clave para soportar las conexiones que requiere el software de moda.

Su fortuna asciende a 35.000 millones de dólares, según Forbes. Posee el 3,6% de las acciones de Nvidia, que salió a Bolsa en 1999, y que se ha disparado hasta el billón de dólares de valor por la fiebre de la IA. Su salario base no supera el millón de dólares anual; el resto lo gana en forma de acciones, y en 2022 ingresó 21 millones de esa forma, según The Register.

Su padre era ingeniero químico y de instrumentación. Emigró junto a su hermano a EE UU en 1973. Primero vivió en Oneida (Kentucky). Iba a un internado muy barato. Luego se mudaron a Oregón, a las afueras de Portland. Por entonces era un hacha del tenis de mesa (aunque no le gustaba tanto como los libros). A los 15 años, ya competía en el Abierto de EE UU, y quedó tercero en dobles juveniles. Se licenció en Ingeniería Eléctrica por la Universidad Estatal de Oregón. Allí conoció a la que sería su esposa, Lori, compañera de laboratorio. Tienen un hijo, Spencer, dueño de un bar speakeasy, y una hija hostelera, Madison.

Trabajó en marketing, ingeniería y dirección general en la firma de electrónica californiana LSI Logic, y diseñando microprocesadores en Advanced Micro Devices, AMD; e hizo un máster en Ingeniería Eléctrica en la Universidad Stanford (California). A esta le donó 30 millones de dólares; a la Estatal de Oregón, otros 50 millones; para crear un centro de supercomputación; y a su internado de Oneida, 2 millones.

El origen

Nvidia nació en 1993, en una reunión en un bar de carretera de San José (California) entre Huang, Chris Malachowsky y Curtis Priem, que trabajaban en Sun Microsystems. Como aficionados a los videojuegos, creían que era el momento de mejorar los procesadores gráficos de los ordenadores.

Empezaron con 40.000 dólares, y una oficina que compartía baño con otra empresa; luego captaron 20 millones de Sequoia Capital y otros inversores. Al principio, la compañía no tenía nombre y los socios llamaban a todos sus archivos NV, por next version (próxima versión). De ahí surgió Nvidia, como la palabra latina invidia.

Después de algún que otro fracaso, lograron triunfar con el chip Riva TNT. La empresa salió a Bolsa en 1999. Varias de sus apuestas resultaron clarividentes, y dieron a Nvidia una posición fuerte en todo tipo de industrias, desde la defensa a la salud, pasando por la energía y las finanzas. Ahora tiene 26.000 empleados y factura 27.000 millones de dólares. Priem dejó la firma en 2003.

Carácter

Huang posee una forma particular de abordar los problemas. Si en las reuniones aparece alguno, corta el resto del orden del día, y llama a los empleados responsables de la cuestión para resolverla cuanto antes. A la hora de contratar, no se fija tanto en la formación y la experiencia, sino que busca alguien receptivo a la creatividad. No tiene despacho: prefiere moverse entre las salas de sus oficinas, con nombres como Skynet (Terminator), Hoth (Star Wars) o Mordor.

Se levanta a las cuatro de la mañana para hacer ejercicio, y hace una jornada de 14 horas. Siempre lleva chaquetas de cuero, y porta desde hace unos 15 años un enorme tatuaje de estilo tribal en los hombros, con la forma del logo de Nvidia. Lloró “como un bebé” mientras se lo marcaban. Le encanta cocinar, y los coches de carreras: tiene un Ferrari 430, un 599, y un Koenigsegg CCX sueco.

Huang ha anunciado esta semana una nueva era de la informática en la que “todo el mundo es programador. Solo hay que decirle algo al ordenador”. Pero también es consciente de los riesgos para el negocio: en concreto, ha advertido a EE UU de los peligros de la guerra comercial y tecnológica que ha entablado con China, restringiendo el uso de los chips fabricados allí, y la exportación a ese país de tecnología de fabricación de semiconductores, medidas a las que se han sumado terceros como Japón. Según él, si China no puede usar chips ajenos, desarrollará los suyos propios. De visita en Taiwán esta semana, ha asegurado que tiene confianza en el abastecimiento de chips fabricados en ese país (cuya soberanía vindica China), pero que Nvidia tiene diversificada su cadena de suministro.

Con todo, su cotización está en niveles muy difíciles de mantener. Para mantenerse en el billón de dólares, nada puede fallar.

Su visión del futuro

En 2017, Jensen Huang declaraba a Fortune que “lo que sería realmente increíble es que la IA pueda escribir IA por sí misma.”
“En el futuro”, decía, “las empresas tendrán una IA que automatizará todos sus procesos”, por complejos que sean.

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