Se agrava el problema de credibilidad de la deuda de la UE

El bloque necesita cambiar la mentalidad de los inversores y cumplir sus promesas de que incrementará los ingresos

Sede de la Comisión Europea en Bruselas.Yves Herman (REUTERS)

La credibilidad de la deuda de la Unión Europea se resiente de las crecientes dudas, así como de la subida de los tipos. Mientras los rendimientos suben en el bloque de 27 países, sus bonos emitidos conjuntamente cotizan ahora por encima de los de Francia, en lugar de aproximadamente en paralelo. Para cerrar el diferencial, la UE necesita un cambio en la mentalidad de los inversores y cumplir algunas promesas de aumento de los ingresos.

En relación con las previsiones iniciales, los costes de endeudamiento de la UE van camino de aumentar en decenas de miles de millones de euros. El coste de financiación de la UE pasó del 0,14% en 2021 al 2,6% en el segundo semestre de 2022, y se esperan nuevas subidas. Hasta el año pasado, la UE obtuvo suficientes intereses de los fondos que tenía en cartera como para compensar la subida de los tipos de interés. Pero este año se espera que esto cambie, creando una nueva capa de costes administrativos.

El nuevo endeudamiento neto para los programas pandémicos finalizará en 2026, pero la UE seguirá manteniendo una gran presencia en los mercados para gestionar su cartera actual. También seguirá pidiendo prestado para apoyar la ayuda a Ucrania y otros objetivos. Con bonos en circulación por valor de 381.000 millones de euros a finales de abril y más en camino, los costes adicionales se acumulan.

En parte es la consecuencia inevitable de la subida de los tipos en general. Aun así, el martes los bonos de la UE a dos años rendían un 3,02%, frente al 2,79% de Francia y el 2,94% de España, y los de la UE a cinco años, un 2,87%, frente al 2,63% de Francia. Aunque Fitch y Moody’s califican a la UE de AAA y S&P de AA+, por encima de las calificaciones de Francia (Aa2 en Moody’s, AA- en Fitch y AA en S&P), el bloque está pagando más, en parte porque los mercados no han aceptado a Bruselas como prestatario soberano.

La deuda de la UE cotiza como una institución supranacional, no como un país. De ahí que se la deje fuera de los índices de deuda pública y de las carteras. Si se la incluyera, los gestores de activos estarían más dispuestos a vender Francia y comprar UE, con lo que obtendrían un rendimiento adicional de la deuda soberana de calificación similar. Ahora mismo, la mayoría no lo hace.

Esto pone a la Comisión Europea en un aprieto. Su campaña técnica para saltar de categoría no ha cuajado, a pesar del apoyo del BCE, que el año pasado ascendió la deuda de la UE a su nivel superior de garantía de política monetaria. Actores del mercado como Moritz Kraemer, economista jefe del grupo bancario público alemán Landesbank Baden-Württemberg (LBBW), afirman que la zona euro no ha demostrado su voluntad política de mantenerse unida. Los críticos se centran en la naturaleza temporal del programa de endeudamiento pandémico, así como en la casi ruptura de la moneda común durante la crisis de 2010-2015.

Esto lleva a una situación en la que, aunque hay mucha deuda bien gestionada para operar, los actores del mercado ya están descontando una futura falta de liquidez. Otros activos seguros en divisas de reserva, como los bonos del Tesoro de Estados Unidos. o la deuda japonesa, no se enfrentan a tales recortes de la oferta. Además, la UE se ha encerrado en sí misma prometiendo pagar sus obligaciones con nuevas fuentes de ingresos que aún no se han materializado, como los impuestos digitales y sobre el carbono.

Esto tiene mala pinta. Financieramente, el presupuesto general de la UE podrá gestionar el aumento de los costes de la deuda con las medidas existentes. Pero para que los líderes políticos se sientan más cómodos con la deuda conjunta y el euro avance como moneda de reserva, Bruselas debe convencer a los Estados miembros de que cumplan con los nuevos ingresos prometidos.

Si no lo hacen, los bonos paneuropeos podrían acabar como la inacabada unión bancaria de la UE: otro recordatorio de que a los países del euro no les convence del todo estar unidos.

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