La playa de Madrid, y el irrenunciable hidroducto de Macron

La capital no tiene costa, pero eso no es tan importante la mayor parte del año

La fachada del hotel Eurostars de Madrid, del Grupo Hotusa, en una foto de archivo.Claudio Álvarez

No ha acabado abril, y empieza ya el verano meteorológico, así que arrecia el temor ante las temperaturas que se alcanzarán en verano: eso en Madrid es aún más insoportable, con los parques cerrados a menudo para evitar que los árboles caigan sobre los paseantes, con plazas duras (con vegetación escasa) ... y sin playa. Pero no es óbice para que en esa estación, y sobre todo el resto del año, la capital de España sea un destino cada vez más deseado por los turistas, y sobre todo, por los inversores; en parte, porque Barcelona y Baleares prohíben la construcción, y limitan la reforma. Eso, a cambio, está dando excelentes beneficios a los propietarios actuales, que aprovechan la recuperación del sector.

A diferencia de los alojamientos turísticos, cuyo control sigue dejando que desear, los hoteles están estrictamente regulados y tienen un impacto relativamente pequeño en los servicios urbanos; más pequeño aún es de los de lujo, que además trae más rentabilidad a las empresas. Los visitantes saben que no hay playa, pero sí Retiro, Casa de Campo y Ateneo / mil cines, mil teatros, mil museos / corrala, organillos y chulapas; y, a veces, el Real Madrid gana la Champions.

La paradoja de que el Gobierno recurra a los fondos atacados por UP

Filiales de Blackstone y KKR serán clave en la venta a autonomías y municipios de las viviendas sociales de la Sareb que ha anunciado el Gobierno. Es un caso más de colaboración público-privada, que pretende suplir la falta de estructura estatal para estas lides, y que aprovecha la experiencia de las empresas especializadas. Resulta paradójico que estas mismas empresas hayan sido objeto de los ataques de Unidas Podemos (tolerados por la parte socialista del Ejecutivo) a unos fondos que tienen una presencia relativamente pequeña en el atomizado mercado inmobiliario español.

Quejarse del tiempo es tan fácil como inútil: hay que invertir en agua

Cuando marzo mayea, mayo marcea; a la espera de que se cumpla el refranero, los embalses están vacíos y España, seca. Pero, más allá del calentamiento global, los episodios de sequía pertinaz son cíclicos, y las autoridades deberían ponerse de acuerdo entre ellas para invertir en algo tan básico como los sistemas de canalización y de depuración de agua, para aumentar el ahora escaso reciclaje de este oro transparente.

Israel es el ejemplo por antonomasia de que la tecnología humana puede combatir hasta a los desiertos más feroces, si se está cerca del mar. Pero es tan fácil como inútil quejarse del tiempo o de lo malvadas que son las petroleras, mientras quien más, quien menos, sigue llenando el depósito de su vehículo.

El hidroducto de Macron, demasiado ambicioso para renunciar a él

Para extirpar definitivamente del debate público el asunto del gran gasoducto que conectara España con Centroeuropa, Emmanuel Macron se sacó de la manga un hidroducto, o tubería de hidrógeno verde, que iría por el Mediterráneo. Pedro Sánchez se sumó entusiasta a la propuesta, demasiado ambiciosa como para renunciar a ella. Al hacer los números, los expertos calculan que hará falta duplicar el objetivo actual para 2030 de producción de energía renovable, que a su vez se utiliza para catalizar el hidrógeno cuando es verde (si es gris, o tinto, o de otro color, ya es otra historia). La inversión necesaria será grande, también para construir el gasoducto. Que los plazos previstos sean suficientes, está por ver.

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