El megabanco suizo puede recortar hacia la grandeza

Pese a que su tamaño lo pone a la altura de rivales como JP Morgan, la prioridad debe ser decrecer lo más rápido posible

Sergio Ermotti, CEO del banco suizo UBS.REUTERS

Los banqueros europeos llevan mucho tiempo soñando con crear un gigante financiero a la altura de rivales de EE UU como JP Morgan. En UBS, que está rescatando a Credit Suisse en una operación financiada por el Gobierno, casi lo tienen. Lo irónico es que la prioridad número 1 del nuevo CEO, Sergio Ermotti, debería ser reducirlo lo más rápidamente posible.

El megabanco combinado comenzará con un balance de 1,7 billones de dólares, lo que lo convertirá en el décimo mayor occidental. Según datos del Banco Nacional Suizo para 2021, podría acaparar el 30% de los depósitos en su mercado nacional, el doble que el siguiente en importancia.

Su negocio combinado de gestión de patrimonios mundiales, por su parte, debería de sumar 3,4 billones, según datos de 2022, solo superado por Morgan Stanley. La operación también propulsará inicialmente a UBS a las grandes ligas de la banca de inversión, con unos ingresos combinados por asesoramiento y colocación de 3.200 millones el año pasado, por delante de Bank of America y Citigroup.

Dada esa escala, podría ser tentador apostar por un mayor crecimiento. Credit Suisse estaba en proceso de reducción, venta o escisión de los negocios de trading y banca de inversión, con unos activos ponderados por riesgo (APR) de 68.000 millones de dólares. Si UBS se quedara con todo, podría abrir el oligopolio de Wall Street y dar la vuelta a una década de reducción de la cuota de mercado global de las empresas europeas.

Pero lo contrario parece más probable. El predecesor de Ermotti, Ralph Hamers, dijo que la UBS ampliada limitaría los APR dedicados a la banca de inversión al 25% del total, y el CEO actual lo confirmó el miércoles. Según los balances a finales de 2022, la cifra combinada era del 29%. Ello implica que UBS podría deshacerse de APR por valor de al menos 26.000 millones de dólares.

De hecho, Ermotti tiene margen para recortar aún más. El CEO de Credit Suisse, Ulrich Körner, se vio frenado por grandes pérdidas, que drenaron capital y limitaron la rapidez con la que podía decrecer. Por contra, UBS generó 9.600 millones de dólares de beneficios antes de impuestos en 2022, el triple de la cantidad que Körner había previsto para gastos de reestructuración y deterioro durante su plan de reestructuración.

La compra con descuento también ofrece a UBS la oportunidad de deshacerse de negocios no deseados. El desembolso de 3.700 millones de dólares, según el precio actual de la acción de UBS, es inferior en 43.000 millones al valor contable tangible de Credit Suisse a finales de 2022. Si a esto se añaden los 18.000 millones de aumento de capital procedentes de la cancelación de los cocos de Credit Suisse y unos 10.000 millones de posible seguro de balance del Gobierno, Ermotti dispone de amplio margen de maniobra. Los analistas de RBC calculan que incluso si la nueva UBS amortizara activos por valor de 20.000 millones seguiría teniendo un sólido CET1 del 15,4%.

La combinación de emergencia ha creado un gigante bancario. A diferencia de anteriores constructores de imperios, el trabajo de Ermotti es deshacerlo.

Investigación

Muy poca gente parece querer que UBS y Credit Suisse se fusionen, pero es poco probable que alguien lo impida. La Fiscalía Federal de Suiza ha abierto una investigación sobre la operación. Uno de los focos, dice el FT, es la sospecha de que personas con información privilegiada puedan haber filtrado detalles a la prensa. Otros obstáculos son el hecho de que a la mayoría de los votantes suizos no les gusta el acuerdo. El Parlamento ha programado una sesión extraordinaria para debatir las medidas de emergencia invocadas por el Gobierno.

Los inversores no se inmutan. La acción Credit Suisse está un 3% por debajo del nivel en el que debería, según el acuerdo. Probablemente no valdría nada si el acuerdo fracasara y el Gobierno tuviera que liquidar el banco. Esto significa que los accionistas están casi seguros de que la operación se llevará a cabo. Un bono 2033 de Credit Suisse, que podría convertirse en acciones y ser potencialmente liquidado en una resolución, cotiza con un retorno del 6,4%, frente al 13% de antes del rescate. Eso implica una alta probabilidad de que sea absorbido.

Parece lógico. Separar los bancos apenas semanas después de haberlos forzado a unirse causaría estragos en los mercados y podría poner a los contribuyentes en la obligación de desembolsar más dinero. No es una opción para el Gobierno, por impopular que sea el acuerdo.

Los autores son columnistas de Reuters Breakingviews. Las opiniones son suyas. La traducción, de Carlos Gómez Abajo, es responsabilidad de CincoDías

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