La automoción mira al futuro con optimismo

El sector confía en los nuevos modelos de negocio que surgirán de la digitalización y la electrificación

Fabricación del modelo ID.3 de Volskswagen, en Dresde.MATTHIAS RIETSCHEL (REUTERS)

Desde hace tiempo venimos hablando de los retos y cambios a los que se enfrenta la industria de automoción, pero si de algo hemos sido testigos en los últimos tres años es de la velocidad con la que se están produciendo. Nuevos sistemas de propulsión, cambios en su modelo productivo y de negocio, nuevos patrones de consumo de sus clientes y una estricta hoja de ruta en materia de transición energética marcada por la Unión Europea.

A pesar de enfrentarse a una de las mayores y más disruptivas transformaciones de su historia, y en un contexto macroeconómico de incertidumbre, el sector muestra cierto optimismo ante su futuro. Así se desprende de las opiniones de más de 900 ejecutivos de la industria recogidas en una encuesta global que hemos elaborado, en la que el 80% de los directivos europeos manifiestan unas perspectivas positivas en la rentabilidad del negocio a medio plazo, casi el doble que hace un año. Confianza que se sustenta, en primer lugar, en la percepción de que las consecuencias de la Covid-19 y la escasez de semiconductores y demás materias primas irá paliándose progresivamente, pero, sobre todo, porque confían en ponerse al frente de la nueva industria de la movilidad que está conformándose en el ecosistema que rodea a la automoción, con nuevos modelos de negocio surgiendo de los procesos de digitalización y electrificación del sector que, esperan, traccionarán los beneficios en los próximos años.

En este sentido, empresas energéticas, tecnológicas, aseguradoras o startups están tejiendo una red de alianzas con la industria de la automoción, aprovechando los nuevos nichos de mercado. Por ello, casi la mitad de los empresarios europeos del motor abogan por la formación de alianzas como vía para aprovechar las oportunidades y se muestran confiados en que los modelos de suscripción mensual pasarán a ser un elemento diferencial frente a sus competidores y una fuente de ingresos relevante, a medida que vaya ampliándose la oferta de software y sistemas avanzados de ayuda a la conducción. No debemos olvidar que las grandes tecnológicas están ganando protagonismo, y más de la mitad de los ejecutivos de automoción pronostican que entrarán en este mercado con su propia marca de vehículos.

Y no solo las grandes empresas tecnológicas. En el último año asistimos a un bum de nuevos fabricantes de vehículos eléctricos ajenos a los grandes OEM (fabriantes de equipos originales, por sus siglas en inglés), pero con la financiación necesaria para producir a escala, como por ejemplo el taiwanés Foxconn, que ensambla teléfonos móviles, y que está ya trabajando para producir vehículos eléctricos para la empresa americana Lordstown Motors.

Este auge de nuevos fabricantes está impulsando cambios significativos en los gustos de los consumidores, especialmente en términos de rendimiento y marca. Cuando se pregunta a los ejecutivos qué factor será más importante en los próximos cinco años en las decisiones de compra, el 80% se centran todavía en el rendimiento de la conducción. Sin embargo, la marca y la imagen comienzan a ser consideradas un elemento diferenciador clave, con un aumento de seis puntos respecto al año anterior, y donde los nuevos entrantes en el mercado podrían tener una ventaja competitiva simplemente por el prestigio de marca.

Un simple ejemplo: a la pregunta de cuáles de las siguientes compañías piensa que serán las líderes del mercado de los vehículos eléctricos en 2030, Apple se sitúa en cuarto lugar, ¡a pesar de no haber producido, ni siquiera anunciado todavía, la producción de ningún vehículo!

Aun cuando el futuro se presenta optimista para esta industria, se observa una mayor cautela en el corto plazo. Más de la mitad de los ejecutivos manifiestan estar preocupados por la rotura de las cadenas de suministro, el alto precio de la energía, el abastecimiento y la volatilidad de precios de materias primas y semiconductores, el alza de los tipos de interés o la elevada tasa de inflación, que pueden afectar negativamente a sus resultados de este año.

Frente a estos riesgos, el sector se muestra dispuesto a ejercer un mayor control sobre sus cadenas de suministro acumulando inventario, relocalizando producción o a través de inversiones directas y nuevas joint ventures con proveedores.

Se observa también la intención creciente del sector de desprenderse de aquellas partes del negocio no estratégicas: uno de cada cinco ejecutivos manifiesta que las operaciones de fusiones corporativas jugarán un papel crucial y ayudarán a las compañías a acelerar sus procesos de transformación.

A nivel europeo, uno de los retos fundamentales a los que se enfrenta la industria es el cumplimiento con la normativa en materia medioambiental, con plazos mucho más ambiciosos que en otras geografías, lo que se traduce en unas inversiones en el conjunto de la industria de más de 450.000 millones de euros, con las que pretenden dar respuesta, desde el punto de vista de la oferta, al calendario marcado por Bruselas.

Sin embargo, la lentitud con la que se está desplegando la infraestructura de carga y la perspectiva de un mayor período para alcanzar la paridad de costes con los vehículos de combustión interna afectan negativamente a las perspectivas de venta de vehículos eléctricos, y reducen al 24% su expectativa de cuota en el mercado europeo para 2030, la mitad de lo previsto hace un año.

En este contexto tan complejo, el sector permanece atento a la nueva configuración del Perte VEC II. No sin razón. Nos estamos jugando la continuidad de una industria tan importante para España como es la industria de automoción.

Begoña Cristeto es socia responsable de automoción, industria y química de KPMG en España

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