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Opa Hostil
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

El caso Cabrales eclipsa la jugada de Calviño en el Banco de España

El Partido Popular se pega un tiro en el pie después de que el fuego amigo destapara los coqueteos con el independentismo de su candidato para el supervisor

Nadia Calviño, durante una reunión del Consejo Consultivo para la Transformación Digital en Madrid.
Nadia Calviño, durante una reunión del Consejo Consultivo para la Transformación Digital en Madrid.Juan Carlos Hidalgo (EFE)

El viernes 10 de febrero todos se las prometían muy felices. El gobernador del Banco de España, Pablo Hernández de Cos, guardaba bajo siete llaves los nombres de los dos consejeros que vendrían a sustituir en la institución a Carmen Alonso -nombrada a instancias del PSOE- y Fernando Eguidazu -del PP-, ambos con mandato vencido. Los elegidos eran académicos de reconocido prestigio; poco más se sabía. Había pacto y eso era más que suficiente para la institución, que veía cómo se conjuraba un desencuentro político que amagaba con provocar una crisis formidable. Apenas diez días antes, Nadia Calviño aún no había dado su brazo a torcer y se mostraba reacia a tender la mano al PP para que reemplazara a su representante. La vicepresidenta se preguntaba por qué debía facilitar esa elección cuando el PP bloqueaba sin pudor el CGPJ, según explican fuentes conocedoras de sus inquietudes en esos días. Finalmente, las apelaciones a la responsabilidad de su entorno surtieron efecto y Moncloa convocó a Cuca Gamarra.

En algún momento del fin de semana, empero, el plan de mantener en secreto los nombres hasta el Consejo de Ministros del martes se torció. Comenzó a circular un candidato, probablemente el que siempre rondó por la mente de la vicepresidenta. Era Judith Arnal, su exjefa de gabinete. Doctora en Economía y Empresas por la Universidad de Navarra; técnica comercial y economista del Estado, y autora de una tesis sobre la crisis de deuda soberana en la zona euro a finales de 2009, sus méritos profesionales y conocimiento del sector bancario estaban fuera de toda duda. A eso se aferran instancias del Gobierno cuando aún hoy se cuestiona la designación. “¿Y qué pasa por haber nombrado a Arnal? ¿No es un buen perfil?”, inquieren, olvidando que además de los méritos cuenta la apariencia de independencia. De hecho, el movimiento provocó cierta incomodidad en la casa. “Desde luego, ha habido nombramientos más aseados”, deslizaban fuentes internas del supervisor.

La ley que regula el funcionamiento del Banco de España posee un enunciado harto elocuente. Se trata de una ley “de autonomía”. Es decir, como queda establecido en la exposición de motivos, su régimen exige que “no esté sometido a instrucciones del Gobierno o del ministro de Economía y Hacienda”. Y la mujer del César también debe parecerlo. No por casualidad en la citada normativa se establece que el director general del Tesoro y el vicepresidente de la CNMV, miembros natos del consejo, asistan a las reuniones con voz, pero sin voto. Es más, la propia Calviño podría acudir al cónclave, “cuando así lo juzgue preciso a la vista de la especial trascendencia de las materias que vayan a considerarse”, pero en las mismas condiciones: con voz, sin voto.

Arnal fue la mano derecha de Calviño como responsable de su gabinete entre junio de 2021 y finales de 2022. Terminó su relación laboral con el Ministerio hace apenas un trimestre. Esta relación de confianza, estrecha y continuada en el tiempo, con quien ahora mismo solo figura detrás del presidente del Gobierno en el escalafón del poder ejecutivo, despertó recelos en la oposición y también en sectores de la institución. El nombramiento, además, viene a colmar el vaso de una relación enturbiada por la falta de sensibilidad del Ministerio con los bancos, un sesgo a menudo percibido y sufrido desde el Banco de España. No se olvidan en el sector las críticas vertidas en su día por Calviño a los sueldos de los ejecutivos de CaixaBank, cuando el propio Estado participa en su accionariado, o el reciente ultimátum a la banca para cerrar las ayudas a los hipotecados bajo el yugo de dejar la negociación en manos de Podemos. No falta algún presidente de banco que, preguntado por el ministro con el que guarda mejor relación, sorprende y cita a Yolanda Díaz, a la que agradece su consideración con las entidades desde la tribuna del Congreso de los Diputados en algún momento delicado para el colectivo.

En este punto, la suerte para el Gobierno fue que, antes de que la polémica sobre Arnal siquiera cogiera vuelo, el PP decidió pegarse otro tiro en el pie al dinamitar su propia elección para el consejo, véase Antonio Cabrales, catedrático de la Carlos III. El profesor en 2018 firmó una carta de apoyo a la prófuga Clara Ponsatí, exconsejera de la Generalitat de Cataluña. Fuentes próximas a la decisión relatan que los populares, transidos por la cruzada en favor de promover perfiles independientes y buenos gestores que defiende Alberto Núñez Feijóo, confiaron en el criterio del Banco de España para elegir a su candidato. Otras fuentes apuntan al aval de Pablo Vázquez, economista fichado recientemente por el expresidente de la Xunta para reactivar la Fundación Concordia y Libertad como laboratorio de ideas de los populares. Buen conocedor del trabajo de Cabrales, con quien llegó a firmar estudios en ámbitos como la Ley de Economía Sostenible durante su etapa en Fedea, le habría refrendado. Con tantos parabienes, la cúpula del PP quizás no reparó en que, en sus propias filas, había cuadros más o menos descolocados con los últimos cambios -tal vez con menos honores académicos que el elegido pero con más trayectoria política y lealtad a las siglas- que anhelaban el puesto y no veían con buenos ojos tan altruista movimiento.

Hernández de Cos bien podría dejar como inestimable legado la recobrada estabilidad de un sector golpeado en su reputación y balances por el rescate a las cajas de ahorros. Claro que no se lo están poniendo fácil. Feijóo ha demostrado que su apuesta por la independencia tiene las patas muy cortas; Calviño que para el Ejecutivo la independencia no era en este caso la prioridad. El año electoral no ha hecho más que empezar. En términos monetarios, toca entonar el wait and see.


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