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Cómo preparar la vuelta al cole sin alterar el resto de los objetivos

Anticiparse y hacer números es clave para poder tomar decisiones con tranquilidad y financiar la educación de los hijos.

En la segunda mitad de agosto, cuando muchos aún apuran las vacaciones, las familias españolas comienzan a pensar en el regreso a las aulas. Y este año, la vuelta al cole volverá a ser más cara. Según el portal Idealo, el coste medio por alumno superará los 500 euros, con los libros de texto a la cabeza del gasto (366 euros de media) y subidas generalizadas en el material escolar, la ropa y el calzado. Esto supone un aumento del 2% respecto a 2024 y del 18% en los últimos tres años.

Además de los gastos habituales de septiembre, muchas familias también empiezan a planificar el resto del curso: ¿nuevas extraescolares? ¿Un trimestre fuera de España? ¿Volverá al campamento de verano? Estas decisiones, aunque se tomen más adelante, conviene empezar a pensarlas ahora, con visión de conjunto, para no comprometer otras metas familiares.

La educación de los hijos en el presupuesto y plan financiero familiar

Pensar en la educación de nuestros hijos y en cómo vamos a financiarla con antelación es clave para no comprometer otros objetivos, tanto familiares como personales. Un ejercicio de planificación financiera permite anticiparse, evitar tensiones futuras y asegurar que podremos acompañar a nuestros hijos en su desarrollo educativo sin dejar de lado metas como la jubilación, la compra de una vivienda o la puesta en marcha de un proyecto profesional propio.

¿Cuánto deberíamos ahorrar e invertir para este fin? El coste de la educación siempre dependerá de las decisiones que tomemos y de las elecciones que hagamos. En líneas generales, en España llevar a nuestros hijos a un colegio público frente a uno concertado puede suponer una diferencia de unos 1.000 euros al año. Esta cifra asciende a unos 4.000 euros en el caso de la educación privada, y puede superar los 8.000 si optamos por un centro bilingüe o internacional.

Por eso, el primer paso es hacer números: cuánto queremos o podemos gastar, qué parte de nuestro presupuesto mensual podemos destinar sin tensionar la economía familiar y cómo puede evolucionar ese gasto en el tiempo, teniendo en cuenta la inflación (en julio, la inflación en España fue del 2,7 %, por encima del 2 % de la eurozona). Por ejemplo, si hoy tenemos un hijo de ocho años y queremos financiarle una carrera universitaria dentro de diez años, debemos tener claro que el coste futuro no será el mismo que el actual. Debemos ser conscientes que si dejamos nuestro dinero inmóvil iremos perdiendo adquisitivo con el paso de los años a media que los precios se elevan.

En este análisis del presupuesto familiar también hay que tener en cuenta las cargas y deudas existentes. Si hay una hipoteca, ¿cuántos años quedan? ¿Cuánto falta por amortizar? ¿A qué tipo de interés está el préstamo? ¿Existen otros créditos? Conviene recordar que los tipos de interés pueden cambiar: como ocurrió en 2023, un repunte del euríbor puede encarecer significativamente las cuotas mensuales de la hipoteca. Por eso, conviene trazar un plan financiero real que tenga en cuenta diferentes escenarios y posibles desviaciones que, si bien no dependen de nosotros, pueden afectar a nuestro presupuesto familiar.

Al hacer este ejercicio ponemos en perspectiva toda la situación familiar: cuál es la situación de partida, qué objetivos familiares se persiguen -también a nivel individual- y qué coste tienen. De esta manera, sabremos qué porcentaje podemos destinar en la actualidad a la educación de nuestros hijos y cuál es nuestro déficit pasa saber qué rentabilidad le tenemos que pedir a los mercados financieros para financiar esa educación sin inconvenientes. Se trata de construir un plan de inversión que nos permita ir alcanzando todos nuestros objetivos a medida que pasa el tiempo y vamos invirtiendo.

En este sentido, hay otra pregunta que muchas familias se pueden hacer: ¿y si invertimos para su futuro? Más allá de cubrir los gastos del día a día, muchas familias deciden abrir una cartera de inversión a nombre de sus hijos con el objetivo de que, el día de mañana, cuenten con un capital que les permita tomar decisiones con libertad: estudiar donde quieran, emprender o comprar su primera vivienda. Este tipo de inversión periódica y a largo plazo puede convertirse en una valiosa herramienta para construir su autonomía financiera y, además, es una manera para que desde pequeños tengan más cultura financiera y sean conscientes de las ventajas de invertir a largo plazo.

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