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La opa reduce al mínimo las emisiones de deuda del BBVA y el Sabadell este año

Las aristas legales de la operación imponen la cautela en las colocaciones, que se limitan a dos en el semestre en entidades sin presión para cubrir vencimientos

La opa hostil lanzada por BBVA sobre Sabadell hace ya casi un año y dos meses ha marcado a fuego la actividad de ambos bancos a todos los niveles. Tanto el aspirante a comprador como el opado se han esforzado en mimar a sus accionistas, en no descuidar al cliente entre el enorme ruido mediático, en jugar sus respectivas bazas ante la opinión pública y las instituc...

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La opa hostil lanzada por BBVA sobre Sabadell hace ya casi un año y dos meses ha marcado a fuego la actividad de ambos bancos a todos los niveles. Tanto el aspirante a comprador como el opado se han esforzado en mimar a sus accionistas, en no descuidar al cliente entre el enorme ruido mediático, en jugar sus respectivas bazas ante la opinión pública y las instituciones y también en medir el alcance de la opa en sus compradores de deuda.

En este contexto, ambas entidades han echado el freno, y de forma significativa, en sus planes de financiación de este año: el volumen de deuda vendida en la primera mitad del ejercicio es muy inferior al de ejercicios anteriores. Un descenso posibilitado por las menores necesidades de financiación, pero que tiene que ver también con la incertidumbre ligada a la operación. Un hecho que, según reconocen fuentes financieras, podría retrasar unas colocaciones de deuda que, de no ser por la opa, ya se habrían realizado en el primer semestre. De hecho, el resto del mercado está acelerando, y no frenando, las operaciones, pues la inestabilidad del mercado de bonos aconseja anticipar objetivos en la medida de lo posible.

En lo que va de año, tanto BBVA como Sabadell han realizado únicamente dos emisiones de deuda cada uno, frente a las once que ha realizado Santander en distintas divisas o las cinco lanzadas en euros por CaixaBank. La entidad que preside Carlos Torres vendió en enero 1.000 millones de dólares en bonos perpetuos —conocidos como cocos o AT 1 en la jerga financiera— con un cupón del 7,75%, y colocó en febrero 1.000 millones de euros en deuda subordinada al 4%. En los dos primeros meses del año ya resolvió las dos emisiones, ambas con un mayor perfil de riesgo.

En cuanto a Sabadell, vendió en febrero 500 millones en deuda senior no preferente, al 3,375%, y en mayo realizó una emisión de bonos perpetuos por 1.000 millones de euros, con un cupón anual del 6,5%. “Ninguno de ellos se ha encontrado ni mucho menos con el mercado cerrado. Son bancos solventes, en una posición muy cómoda de exceso de liquidez y el mercado está muy favorable hacia las emisiones de la banca española. Pero es lógico que en el contexto de la opa hayan optado por una mayor prudencia a la hora de emitir deuda”, señalan desde uno de los bancos que suele participar en las colocaciones de bonos en banca española.

“En una situación de normalidad, BBVA habría hecho ya una tercera emisión. Ha habido una ventana que podría haber aprovechado, pero no ha apurado por cautelas legales”, añaden desde otro banco colocador. Así, cada emisor elabora su folleto anual de emisiones en el que detalla la situación de la entidad financiera y que le permite la colocación de deuda en cualquier momento del ejercicio. Ese documento, que se actualiza cada trimestre con los resultados, se complementa además con las denominadas diligencias debidas, práctica común por la que el emisor ofrece respuestas a los acontecimientos recientes para facilitar una imagen lo más actualizada posible, según explican fuentes financieras. El contexto de la opa ha planteado, sin embargo, un escenario distinto, con nuevas incertidumbres —algunas fuera del alcance del emisor— con potencial para influir en el precio de un bono y de llegar a suponer incluso un riesgo de litigio.

BBVA y Sabadell han estado en los últimos meses expectantes para conocer las conclusiones de la CNMC y en estos últimos días, la decisión final del Consejo de Ministros sobre la operación, al tiempo que se han cruzado por el camino las negociaciones de venta de la filial británica de Sabadell, TSB. Y la gran duda es ahora si BBVA seguirá adelante o no con la opa después de que el Gobierno la haya aprobado pero con el requisito de no abordar una fusión en al menos tres años. “Puede darse cierta asimetría en la información, que el Consejo de Administración maneje información que no necesariamente conocen todos los inversores. Lo prudente por parte del emisor es esperar a que pase la incertidumbre antes de vender bonos”, explican desde un banco colocador.

Ambos bancos cuentan a su favor con margen de maniobra para completar su plan de financiación del año. Para BBVA, el punto de partida de 2025 ya era mucho más holgado que el del año anterior. Si en 2024 la entidad que preside Torres vendió deuda por 8.900 millones de euros, para este año el objetivo está en los 5.000 millones, un retroceso que se justifica en una posición holgada en el colchón de recursos propios con capacidad para absorber pérdidas que impone el regulador y en el excedente de liquidez y la solidez de la base de depósitos —que ni siquiera presiona para emitir cédulas—. A cierre del primer trimestre, el ratio de capital CET 1 de BBVA era del 13,09%.

Tras las emisiones de cocos y subordinada Tier 2 —las más complejas y más próximas a las acciones en cuanto al riesgo para el inversor por su capacidad de absorber pérdidas—, BBVA ha completado alrededor del 40% del plan de financiación de este año. Quedaría aún pendiente una emisión de cocos por 1.000 millones y dos emisiones de deuda senior. En total, unos 3.000 millones de euros. Justo este miércoles, en un hecho relevante remitido a la CNMV, BBVA comunicaba que su consejo de administración ha aprobado la emisión de bonos contingentes convertibles (cocos) por un máximo de 1.500 millones de euros. “Los términos específicos de la emisión serán comunicados por BBVA en el momento en que decida llevarla a cabo”, añade la entidad.

Por su parte, Sabadell inició 2025 con un volumen de vencimientos de deuda para el año de 2.620 millones de euros, sin considerar amortizaciones anticipadas de deuda perpetua. La entidad ya vendió 500 millones en senior no preferente y 1.000 millones en cocos, el doble de lo que en principio había previsto el banco —prueba del apetito inversor por deuda bancaria, más allá de la opa— y un volumen que permitiría completar los colchones de deuda anticíclica que exige el regulador.

Con la oferta de BBVA, y pese a su carácter hostil, las emisiones de deuda de Sabadell se han beneficiado de cierta mejora, puesto que el mercado de bonos comenzó a cotizar su integración en una entidad de un perfil de riesgo considerado como más sólido. Y tras los condicionantes anunciados esta semana por el Gobierno, “no se aprecia ni un debilitamiento en las emisiones de Sabadell ni una mejora en las de BBVA”, reconocen en un banco colocador. Para el desenlace definitivo de la opa aún habrá que esperar.

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