Francia pone a prueba la resistencia de sus mercados
El Gobierno galo presenta este jueves sus presupuestos y el viernes se somete al escrutinio de Fitch en un momento en el que el rendimiento del bono francés se sitúa por encima del español
Francia se encuentra en medio de una carrera de obstáculos que tiene en vilo al mercado. El Gobierno galo presentará hoy su proyecto de presupuestos para 2025 y mañana se someterá al veredicto de Fitch, que revisará el rating del país en un momento en el que tiene los vientos políticos y económicos en contra. La segunda economía de la zona euro se enfrenta al juicio inversor con una enorme presión por un déficit que parece descontrolado y por las dudas que genera el plan del primer ministro Michel Barnier para corregir el gasto público y subir impuestos.
En los últimos tiempos, Francia ha caído en desgracia a los ojos de los inversores. Con un parlamento sin mayoría que complica acometer cualquier reforma y con una deuda pública que supera el 110% del PIB, el mercado recela de economía gala. El Cac, que agrupa a las mayores 40 mayores empresas cotizadas del país, apenas sube un 0,39% en lo que va de año, mientras el resto de grandes Bolsas europeas se revalorizan a doble dígito: el Ibex sube un 15%, el Dax alemán un 14,8% y el FTSE MIB italiano un 11%. “El nuevo gobierno francés sigue siendo frágil y tiene un margen de maniobra muy limitado, con pocas posibilidades de que se aprueben leyes importantes. Esto da más peso a la evolución macroeconómica y a la política monetaria como factores clave para el mercado de renta variable”, valoran los analistas de Lombard Odier.
Ese giro en la percepción del mercado también se refleja en la deuda. Históricamente, los bonos franceses estaban considerados como sustitutos de los alemanes, los más seguros de Europa. Sin embargo, en las últimas semanas el rendimiento del bono francés a diez años ha superado al de España. Eso significa que los inversores consideran que la deuda de la segunda economía en la UE (actualmente en el 3,029%) conlleva un mayor riesgo que la española (ahora mismo en el 3,012%). Y los bonos italianos (3,557%) están recortando terreno. La brecha entre los rendimientos de los bonos franceses y alemanes, el diferencial que exige el mercado entre uno y otro, se encuentra cerca de los 80 puntos básicos, el doble del promedio de la última década.
“Dado que los inversores internacionales poseen más de la mitad de la deuda del país, el recrudecimiento de la incertidumbre que pesa sobre Francia, colocan a su deuda en una situación especialmente vulnerable”, señalan los analistas de MacroYield. “Las primas de riesgo de Francia y España están muy próximas, algo que no se veía en los mercados desde 2007. En los vencimientos cortos o intermedios, la deuda española se está colocando incluso a tipos ligeramente inferiores a los de la deuda francesa. ¿Es normal? Absolutamente, y es probable que esta tendencia se intensifique”, apunta, por su parte, François Rimeu, estratega senior de Crédit Mutuel Asset Management.
El atractivo que ofrecía Francia a los inversores, con una buena liquidez de su deuda, una base de inversores profunda e instituciones sólidas, prácticamente se ha evaporado en cuestión de meses. En junio, después de las elecciones europeas, con el avance de la ultraderecha en el país y el anuncio de comicios anticipados, los inversores ya dieron signos de alerta en Francia. Pero una vez configurado el nuevo Ejecutivo, la incertidumbre se mantiene.
El déficit público de Francia apunta a elevarse este año al 6,1% del PIB, el doble del 3% que la Comisión Europea considera debe ser la aspiración del equilibrio en las cuentas públicas y que es el objetivo a alcanzar en 2027. El primer ministro Barnier tiene previsto presentar un plan al Parlamento para reducir el déficit al 5% en 2025 y al 3%, hasta 2029. Ese plan se basa en dos pilares, reducir el gasto público y aumentar los ingresos a través de impuestos, para lo que prevé implantar un gravamen a las empresas con beneficios de más de 1.000 millones y otro para las grandes fortunas. Se prevé un ajuste presupuestario de 60.000 millones de euros. De esta forma, impondrá gravámenes más altos para los ricos, las empresas con beneficios extraordinarios y las plusvalías. Más allá de las dificultades que pueda tener para sacar adelante los presupuestos, el plan ha irritado a los legisladores leales a Macron, algunos de los cuales dicen que aumentar los impuestos socavaría el legado del presidente de políticas a las que atribuyen el impulso al empleo y al crecimiento.
“Es probable que el proyecto de ley de presupuesto de 2025 concentre la atención de los responsables políticos y los inversores hasta finales de año. Los dos principales puntos de incertidumbre son la magnitud de la probable etapa de consolidación y la correspondiente combinación de medidas de gastos e ingresos. Seguimos esperando que el Gobierno reduzca el déficit primario en torno a 0,5 puntos porcentuales, pero elevamos nuestra previsión de déficit para 2025 al 5,0% (desde el 4,7% anterior) con un punto de partida más alto. Esperamos que la combinación de políticas se incline hacia la reducción del gasto, a pesar de que el primer ministro se mostró abierto a confiar en algunas medidas de aumento de ingresos. La razón principal es que la carga fiscal de Francia ya es una de las más altas entre sus pares, lo que deja poco espacio para nuevos aumentos”, exponen desde Goldman Sachs.
Hoy Francia pondrá a prueba el pulso de los inversores. Pero también se someterá al juicio de las casas de rating. Fitch, que ya rebajó la calificación crediticia de Francia el año pasado, emitirá una nueva evaluación el viernes. El 25 de octubre lo hará Moody’s y a finales de noviembre será el turno de S&P.