El pequeño ahorrador en el plan Draghi: incentivos fiscales para que un billón de euros llegue a los mercados

Los reguladores de la zona euro estudian cómo canalizar el ahorro de los hogares hacia la Bolsa y la deuda y analizan las figuras que ya existen en Suecia, Italia o Francia

El expresidente del BCE Mario Draghi presenta en Bruselas el informe sobre la competitividad en la UE y las medidas para mejorarla.OLIVIER HOSLET (EFE)

El expresidente del BCE Mario Draghi ha puesto cifras a la inversión necesaria para que la zona euro resuelva su pérdida estructural de competitividad ante China y Estados Unidos; un mareante volumen de hasta 800.000 millones de euros al año. El equivalente al 4,7% del PIB de la Unión Europea en 2023. Es términos relativos, un esfuerzo inversor que más que duplica al Plan Marshall con el que se reconstruyó Europa tras la Segunda Guerra Mundial y en el que se espera que el pequeño ahorrador tenga algo que decir. Al menos es la idea que lanzan no solo Mario Draghi en su informe, sino el conjunto de las instituciones financieras europeas.

El BCE y, a nivel más doméstico la CNMV o BME, llevan meses insistiendo en que el desarrollo del mercado de capitales, clave en el suministro de la ingente financiación que va a hacer falta, pasa también por activar estímulos fiscales que movilicen el ahorro durmiente y sin apenas rentabilidad de los hogares europeos. Se trata de poner a trabajar ahorros por más de un billón de euros, la cuantía aproximada de ahorro nuevo que están generando al año los europeos, para lo que los reguladores y organismos económicos estudian las experiencias que ya existen en este sentido en Suecia, Francia o Italia.

La presidenta del BCE Christine Lagarde, insistía la semana pasada ante el Parlamento Europeo en que “debemos mejorar la forma en que ahorramos en Europa”. Y explicaba que, con datos de 2022, el nuevo ahorro bruto generado por los hogares europeos superaba los 1,1 billones de euros. Sin embargo, alrededor de un tercio de ese dinero está en depósitos, un porcentaje muy superior al de los hogares de EE UU. “Movilizar incluso una pequeña parte de estos fondos e invertirlos en los mercados europeos de capitales podría contribuir en gran medida a los más de 700.000 millones de euros que se necesitan anualmente para alcanzar los principales objetivos estratégicos de la UE”, aseguraba Lagarde. El informe Draghi también pone el dedo en la llaga sobre el cuantioso ahorro “congelado” de los europeos y señala que pese a que su volumen es superior al de los hogares de EE UU, la riqueza de los particulares europeos es inferior a la de los estadounidenses principalmente por los menores retornos que obtienen de los mercados financieros.

¿Y cómo movilizar ese ahorro hacia la inversión financiera? Los incentivos fiscales, cuyo desarrollo depende de los respectivos gobiernos de la UE, son una fórmula clara en la que coinciden los expertos y en la que trabajan los servicios de estudios de las principales instituciones financieras de la zona euro. En España, el presidente de la CNMV no ha dudado en reclamar incentivos fiscales estables a la inversión personal en instrumentos financieros. “Un conjunto de países está planteándose la creación de cuentas de ahorro financiero personal incentivadas fiscalmente, que tan buen resultado han dado en países como Suecia”, aseguraba Buenaventura en un discurso el pasado mayo. La CNMV tiene previsto de hecho presentar junto a la OCDE a primeros de diciembre un informe sobre qué medidas se deberían tomar en España para impulsar la inversión minorista en Bolsa y deuda.

“No hay estímulos fiscales en España para movilizar el ahorro en depósitos hacia la Bolsa o la renta fija. Los incentivos para el actual ahorrador se quedan cortos, más allá de los traspasos de fondos sin tener que tributar o de la promoción de los planes de pensiones de empresa”, opina Ignacio Márques, experto fiscal de AFI. El traspaso de un fondo de inversión a otro sin tener que tributar por las plusvalías -que se gravarán solo en el momento del reembolso- es la ventaja fiscal más clara para invertir en Bolsa, una vez que en 2015 desapareció la exención por la que quedaban libres de impuestos los primeros 1.500 euros en dividendos.

Esa ventaja de cambiar de un fondo a otro sin pasar por la caja de Hacienda no se aplica, sin embargo, a los fondos cotizados o ETF, uno de los vehículos de inversión más en auge en el mercado global, según critican desde BME. En el holding controlado por el grupo suizo Six también reclaman la eliminación de la obligación de retención a cuenta en el IRPF del pago de cupón en los activos financieros con rendimiento explícito, como la deuda soberana.

El cambio fiscal más reciente en España en los productos de inversión tienen que ver con los planes de pensiones y el incentivo a los planes de empleo. Así, en 2021 se redujo de forma significativa la cuantía deducible en la base imponible de la declaración de la renta por aportar a un plan de pensiones individual, desde los 8.000 euros anteriores a los 2.000 euros y a los 1.500 vigentes desde 2022. A cambio, se ha incentivado la aportación a los planes de empleo de empresa, que podrán recibir una aportación con derecho a deducción por hasta 8.500 euros. En total, 10.000 euros de reducción máxima.

La reforma lanzada por el hoy gobernador del Banco de España José Luis Escrivá busca contribuir a la sostenibilidad futura de las pensiones, pero el impulso de los planes de empleo, el conocido como segundo pilar del sistema de pensiones, es también la receta que plantea el informe Draghi para movilizar el ahorro hacia inversiones más rentables. “La forma más fácil y eficaz de hacerlo es a través de productos de ahorro a largo plazo (pensiones). Para aumentar el flujo de fondos hacia los mercados de capitales, la UE debería animar a los inversores particulares mediante la oferta de planes de pensiones del segundo pilar, reproduciendo los ejemplos de éxito de algunos Estados miembros de la UE”, recoge el informe.

De la cuenta de inversión sueca a la deuda pública italiana

En cualquier caso, a diferencia de otros países europeos, en España no existe una figura de ahorro con beneficios fiscales directos para fomentar la inversión en Bolsa o deuda. La cuenta de ahorro de inversión de Suecia, conocida como ISK, es uno de los grandes referentes a nivel europeo. Se lanzó en 2012 y ha alcanzado gran popularidad entre los ahorradores suecos. El producto está diseñado para englobar en él las inversiones en fondos y acciones sin tener que declarar pérdidas y ganancias. El ahorrador se evita pagar un impuesto del 30% sobre ganancias y dividendos a cambio de abonar un impuesto estándar anual sobre el valor de la cuenta en el año, que en 2024 es del 1,086%. El mecanismo es sencillo aunque impide, eso sí, compensar ganancias con pérdidas o deducirse los números rojos. Ese impuesto estándar se aplicará también si en el ejercicio la inversión dejó pérdidas. Esa tasa del 1,086% está en máximos, pero resulta evidentemente ventajosa frente al 30% de impuesto sobre las plusvalías y hace atractiva a la cuenta cuando las inversiones se acercan al menos a una rentabilidad del 4% anual, teniendo en cuenta el nivel de los tipos.

Según apuntan desde REAF, muchos países de la UE están ofreciendo ventajas fiscales para quienes invierten en el mercado de valores. Esto incluye reducciones en el impuesto sobre la renta o exenciones parciales sobre ganancias de capital cuando se invierten en fondos de inversión a largo plazo. Por ejemplo, en Francia existen de 1992 las cuentas de ahorro en acciones (Plan d’Epargne en Actions), diseñadas para invertir en cotizadas francesas e internacionales y que tienen la ventaja fiscal de dejar exentas del impuesto sobre la renta las ganancias del capital y los dividendos después de un período de cinco años. El tope de inversión de esta cuenta es de 150.000 euros

En Italia Hacienda no incentiva la inversión en Bolsa, pero sí en bonos: los inversores individuales residentes en el país disfrutan de un tipo impositivo reducido del 12,5% sobre los intereses generados por la compra de deuda pública italiana, en lugar del tipo impositivo general del 26% que se aplica a otras inversiones. Este incentivo fiscal está detrás del hecho de que los hogares italianos posean un porcentaje de la deuda soberana en circulación muy superior al de otras economías de la zona euro. En España, donde la fiebre por las letras del Tesoro que se desató con los tipos de interés ha dejado un 37% del saldo de este activo en manos de los particulares, no está prevista por el momento la creación de ningún título específico de deuda soberana para particulares como los que sí existen en Italia o en Bélgica. En cuanto al tratamiento fiscal, se mantiene un gravamen para las ganancias patrimoniales (acciones y fondos de inversión) y los rendimientos del capital mobiliario (renta fija y dividendos) que va del 19% para plusvalías de hasta 6.000 al 28% para las que excedan de 300.000 euros.

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