Bolsa japonesa, de activo estrella a estrellado: razones para quedarse o huir
La renta variable nipona es una clara apuesta de BlackRock o Warren Buffett. El alza del yen es un duro factor en contra pero los expertos siguen confiando, ahora con menos euforia, en su potencial para el largo plazo
El Nikkei japonés brilló el año pasado como uno de los mercados más rentables del mundo, con un alza del 28,2%, y hasta principios de julio acumulaba una revalorización del 26%. Nada hacía pensar entonces que al cabo de menos de un mes iba a sufrir su mayor desplome desde 1987, con un derrumbe del 12,4%. Ese lunes negro ejemplifica la bofetada de realidad y el ajuste de expectativas que estos días encajan los inversores, despu...
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El Nikkei japonés brilló el año pasado como uno de los mercados más rentables del mundo, con un alza del 28,2%, y hasta principios de julio acumulaba una revalorización del 26%. Nada hacía pensar entonces que al cabo de menos de un mes iba a sufrir su mayor desplome desde 1987, con un derrumbe del 12,4%. Ese lunes negro ejemplifica la bofetada de realidad y el ajuste de expectativas que estos días encajan los inversores, después de que haya quedado en evidencia la debilidad del yen, el ingrediente básico en el que se ha apoyado el ascenso de la Bolsa nipona. Los gestores resetean ahora su apuesta por la renta variable japonesa, que conserva atractivo de cara al largo plazo pero que difícilmente va a volver a contar con su divisa como aliado inseparable para sostener los avances.
La semana pasada la Bolsa nipona la cerró con un retroceso acumulado del 2,46%, recuperando en gran medida el terreno perdido en la sesión del lunes. El mismo martes ya se anotó una notable remontada del 10,23%, si bien la sacudida ha sido de tal magnitud que deja con mal cuerpo la que hasta el momento ha sido una apuesta evidente para diversificar carteras en 2024. El gran motivo de inquietud a partir de ahora para la inversión en Japón va a ser la evolución del yen y las decisiones de su banco central. El mercado nipón ha exprimido durante meses la baza de una divisa débil y de la brecha en tipos de interés entre Japón y el resto de economías occidentales. Una diferencia que promete ir estrechándose: la Fed va a bajar tipos, previsiblemente más deprisa de lo previsto, y el Banco de Japón los quiere seguir subiendo, hasta el 1% si la inflación lo permite.
Japón quedó al margen del endurecimiento monetario que emprendieron EE UU y la zona euro en 2022 para frenar la inflación. Con una economía lastrada durante décadas por un crecimiento anémico y sin rastro de inflación, el Banco de Japón ha mantenido los tipos en el cero hasta el pasado marzo, cuando decidió la primera subida en 17 años, a un raquítico 0,1%, muy lejos de la horquilla entre el 5,25% y 5,5% al que está el precio del dinero en Estados Unidos. El entorno era el propicio para un yen débil frente al dólar, que favorece especialmente a las potentes compañías exportadoras que cotizan en Japón, en una economía que comenzaba a abandonar el estancamiento económico.
El mercado nipón se ha beneficiado además en los últimos tiempos de las medidas que han adoptado las autoridades para impulsar el parqué, con mejoras en la gobernanza corporativa y en la asignación de capital con el fin de elevar el precio de las acciones, incluyendo programas de recompra. En un encuentro celebrado el pasado octubre con la plana mayor de los gigantes de la inversión BlackRock, KKR, Blackstone, GIC o Norges Bank, el primer ministro nipón Fumio Kishida declaraba rotundo: “Estoy convencido de que la gente, tanto dentro como fuera del país, ha percibido la determinación de Japón de transformarse para convertirse en un centro financiero internacional. No dudaremos en aplicar nuevas reformas para abrir el camino hacia un nuevo Japón. Les pedimos que vuelvan a invertir en el futuro de Japón”.
El mercado japonés ya había encandilado para entonces a referentes indiscutibles de la inversión como BlackRock o Warren Buffett. La mayor gestora de activos del mundo reconocía a mediados de julio que la Bolsa nipona es su principal apuesta. BlackRock justificó su decisión en que “las estables perspectivas macroeconómicas de Japón -con una inflación moderada que alimenta el aumento de los salarios y la capacidad de fijación de precios de las empresas- han reforzado nuestras optimistas perspectivas de rentabilidad de la renta variable en horizontes estratégicos de cinco años o más”. Pero no contaba con que el Banco de Japón fuera a subir tipos de nuevo el 31 de julio, al 0,25%. Este movimiento aceleró la apreciación del yen, que en las últimas dos semanas ha pasado de las 154 unidades por dólar a las 146,9. Malas noticias para las cotizadas japonesas y para los inversores que habían optado por endeudarse en yenes para invertir en Japón o Wall Street.
Para Akira Fuse, gestor de Bolsa de MFS Investment Management, “los mercados de renta variable japoneses siguen siendo muy inestables y cabe esperar que continúe la volatilidad en los próximos días y meses, especialmente ante la previsión de una bajada de tipos de la Reserva Federal en septiembre”. En Natixis IM Solutiones, su responsable de estrategia Mabrouk Chetouane reconoce que los mercados han reaccionado de forma exagerada y añade que hay poca justificación racional para el peor comportamiento de las Bolsas japonesas en 37 años que no sea el pánico. “Los mercados de renta variable japoneses ya han borrado parte de sus pérdidas y esperamos que esta recuperación continúe a medida que se normalice la volatilidad”, afirma. Mientras tanto, la gestora sí ha optado por una posición más neutral en Bolsa global ante el enfriamiento económico. “Nuestra sobreexposición a los mercados de renta variable estadounidense, europea y japonesa se reducirá progresivamente hasta que el ciclo económico muestre mayores signos de mejora”, explica.
La cautela que estos días se impone hacia la renta variable nipona no empaña, en cambio, unas perspectivas más favorables para el medio y largo plazo. “A medio plazo, nuestra confianza en el mercado de valores japonés está intacta y los mercados de capitales japoneses son intrínsecamente más seguros y ofrecen mayor visibilidad en comparación con China”, añade Chetouane. En MFS IM, pese a la volatilidad que esperan en el corto plazo para la Bolsa japonesa y a su previsión de un yen más fuerte, confían en que “·nuestra atención a los fundamentales de las empresas a largo plazo, la sostenibilidad de los beneficios y las bajas valoraciones nos permitirán generar buenos rendimientos para la cartera de clientes a lo largo de todo un ciclo de mercado”.
También son optimistas en la firma suiza Lazard, donde defienden que el momento actual es una oportunidad para revisar el peso estratégico de la renta variable japonesa en cartera. En su opinión, de cara al medio y largo plazo se mantiene el desarrollo de dos temas clave: la mejora de la gobernanza empresarial, que impulsa una mayor eficiencia del capital y un mayor rendimiento para los accionistas, y el paso de la deflación a la inflación, que transforma gradualmente el comportamiento de los consumidores. “Aunque las valoraciones precio-beneficio han vuelto a su media de 10 años, la relación valor de empresa/ebidta sigue siendo significativamente inferior a la de otros mercados desarrollados, lo que, a nuestro juicio, es un mejor indicio del potencial de mejora de la eficiencia del capital”, concluyen.
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