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El crujido de las divisas, reflejo de un mundo más incierto que nunca

El yen en mínimos desde 1986 es fruto de fuerzas financieras y geopolíticas a veces contrapuestas, y de un momento de máxima incertidumbre

Un viandante pasa delante de un panel que indica la cotización del yen frente al dólarFRANCK ROBICHON (EFE)

¿Hasta cuándo podrá caer el yen? La divisa nipona cotiza en el nivel más bajo frente al dólar desde 1986, cuando España entró a formar parte de la Unión Europea (entonces Comunidad Económica Europea), el año del desastre de Chernóbil y de la mano de Dios de Maradona en México. Hoy cada yen se cambia a 160 dólares, y a 170 euros, y ha perdido desde 2021 una tercera parte de su valor contra el dólar. Algo menos, un 30%, respecto al euro, divisa contra la que está en mínimo histórico (no había euros en el 86).

La depreciación de una moneda tiene un doble efecto: tiende a estimular la activ...

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¿Hasta cuándo podrá caer el yen? La divisa nipona cotiza en el nivel más bajo frente al dólar desde 1986, cuando España entró a formar parte de la Unión Europea (entonces Comunidad Económica Europea), el año del desastre de Chernóbil y de la mano de Dios de Maradona en México. Hoy cada yen se cambia a 160 dólares, y a 170 euros, y ha perdido desde 2021 una tercera parte de su valor contra el dólar. Algo menos, un 30%, respecto al euro, divisa contra la que está en mínimo histórico (no había euros en el 86).

La depreciación de una moneda tiene un doble efecto: tiende a estimular la actividad porque hace crecer las exportaciones; estas son, a ojos de los compradores extranjeros, más baratas. Lo mismo sucede con el turismo; este año viajar a Japón cuesta una tercera parte que en 2021. El abaratamiento del yen ha provocado, de hecho, una fuerte subida del turismo hasta el punto de que este año la ciudad de Kioto ha cerrado algunas de las calles de su distrito más pintoresco (Gion, el barrio de las geishas) a los visitantes extranjeros. La contrapartida es que una divisa débil también hace más caras las importaciones, por lo que genera inflación. De hecho, es este uno de los argumentos que puede condicionar los movimientos del BCE: si el euro se deprecia porque bajen los tipos, la inflación importada puede complicar el objetivo del 2%.

El motivo de la debilidad del yen es la amplia diferencia entre los tipos de interés de Japón respecto a otros bancos centrales, la más abultada desde que existen registros. Tanto el Fondo Monetario Internacional (FMI) como el G7 destacaron esta primavera el compromiso del país con un régimen cambiario flexible, “lo que permite al tipo de cambio actuar como amortiguador y apoyar el objetivo de la política monetaria de estabilidad de precios, así como ayudar a mantener una posición exterior acorde con los fundamentos”, en palabras de Krishna Srinivasan, director del departamento de Asia y el Pacífico del FMI.

La elección de las palabras no es casual. El mercado especula desde hace semanas con una nueva intervención del Banco de Japón para contener la caída de la divisa o, al menos, frenar su velocidad. Masato Kanda, viceministro de Finanzas y responsable de divisas dijo esta semana que las autoridades están vigilando los mercados de divisas con “un alto grado de urgencia” y que tomarían las medidas medidas apropiadas en caso necesario. En un mundo, como el mercado de divisas, donde los mensajes se envían como señales de humo, Kanda describió el último movimiento de la moneda como “rápido” y “unilateral”, pero se abstuvo de comentar si es excesivo. Anteriores intentos del Banco de Japón para apoyar la monedan ha despertado algunas suspicacias fuera de las fronteras, y el Departamento del Tesoro estadounidense ha puesto al país en la lista de vigilancia por sus actividad en el mercado de divisas.

“La debilidad del yen ha ido más allá de lo que esperábamos nosotros y el consenso”, explica un informe de Natixis IM. “La inercia del Banco de Japón [manteniendo los tipos al 0%] convirtió al yen en la divisas de financiación para el carry trade global [operativa consistente en pedir dinero donde los tipos están bajos para invertir en zonas de tipos más altos], y la presión vendedora ha sido tan alta que el yen ha perdido su estatus de refugio seguro”. Este estatus de refugio corresponde ahora casi en exclusiva al dólar gracias, además de al diferencial de tipos, al fortísimo tirón del mercado de valores.

Las apuestas de los inversores encumbran aún más al dólar ante sus principales pares: el euro, el yen y el yuan

Pero, como explica Natixis, el mercado de divisas da más señales de inestabilidad. “Se ha dado cuenta del mayor riesgo político en Europa, del proteccionismo en Estados Unidos y en Europa y de la divergencia entre las políticas de los bancos centrales. Hay que prepararse para cambios tectónicos en el mercado, y esperar lo mejor”. El yuan chino está en 7,25 unidades por dólar y sujeto a fuertes salidas de capitales, y tanto por la guerra arancelaria con Estados Unidos y Europa como por la política económica interna (bajadas de tipos y otros estímulos) inducen a pensar en nuevas caídas.

La moneda china no flota libremente, sino que está restringida a un rango de cotización fijado por el Banco Central; se puede desviar un 2% del cambio oficial y, justamente, cotiza en este límite inferior (7,25 yuanes por dólar). Analistas de Macquarie barajan que el país flexibilice el tipo de cambio ampliando la banda de cotización. La última vez que tomó una decisión en este sentido fue en 2014, cuando amplió el ranto del 1% al 2%. Bank of America espera que el yuan se debilite hasta 7,45 unidades por dólar para el cuarto trimestre, “a medida que el PBoC [banco central chino] siga gestionando con cautela la depreciación. Somos más bajistas en relación al consenso de Bloomberg”, indican desde Bank of America.

No hay un consenso claro, ni una expectativa concreta. Es más bien la acumulación de tensiones. El mercado, no obstante, sí se está posicionando, y las apuestas van hacia una mayor fortaleza del dólar. Los mercados de futuros están apuntando a nuevas caídas de la divisa nipona ante el billete verde. Según los datos de la CFTC (Commodities and Futures Trading Comission, el supervisor estadounidense de los mercados de derivados y materias primas), las apuestas contra el yen por parte de los gestores de fondos son las más abultadas desde 2006, de acuerdo con Bloomberg. Los inversores apalancados (hedge funds principalmente), por su parte, han elevado sus apuestas en contra del euro a raíz de las elecciones legislativas en Francia, que en pocas semanas ha aflorado como otro punto caliente del mercado.

Los analistas de Citi han elaborado varios escenarios ante el resultado electoral francés. En escenario más positivo, que contempla la permanencia en el cargo de Macron con un gobierno o bien de coalición centrista o bien un gobierno liderado por la extrema derecha que renuncie a su programa, la divisa europea podría escalar a 1,081 dólares. Por el contrario, si gobiernan o bien la coalición de izquierdas o el partido de Le Pen manteniendo sus planteamientos iniciales, y además Macron dimite, la moneda europea se podría ir a los 1,04 dólares. Los expertos no ven, al menos hoy, un riesgo existencial para la zona euro. Pero se ha convertido en un foco de tensión dentro de un mercado global de divisas obligado a soportar las tensiones financieras, macroeconómicas, comerciales y geopolíticas que se acumulan en este 2024. Y no ha llegado Trump.

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