Inversión

El ‘tecnopostureo’ pone en guardia a los vigilantes de las Bolsas

Los supervisores de los mercados quieren proteger al inversor del avance de la inteligencia artificial y evitar posibles conflictos de interés. Buscan evitar que sea un riesgo sistémico

Yuichiro Chino (Getty Images)

Nadie quiere perderse la ola de la inteligencia artificial (IA) y mucho menos los mercados financieros. Bancos de inversión, firmas de análisis y asesores han acelerado su uso mientras los vigilantes de los mercados tratan de no quedarse atrás. Los supervisores están lanzando una batería de advertencias sobre su abuso y trabajan para evitar que el uso de la IA induzca a los ahorradores a cambiar su comportamiento a la hora de invertir, o incluso, pueda llegar a convertirse algún día en un riesgo sistém...

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Nadie quiere perderse la ola de la inteligencia artificial (IA) y mucho menos los mercados financieros. Bancos de inversión, firmas de análisis y asesores han acelerado su uso mientras los vigilantes de los mercados tratan de no quedarse atrás. Los supervisores están lanzando una batería de advertencias sobre su abuso y trabajan para evitar que el uso de la IA induzca a los ahorradores a cambiar su comportamiento a la hora de invertir, o incluso, pueda llegar a convertirse algún día en un riesgo sistémico, capaz de hacer tambalear al mercado.

Gary Gensler, presidente de la Comisión de Bolsa y Valores de Estados Unidos (SEC), advertía recientemente a las empresas que evitaran afirmaciones falsas sobre la utilización de esta tecnología, que puedan llegar a beneficiar a su acción. Es más, invitaba a las compañías a evitar la práctica de greenwashing o ecopostureo y a huir del fenómeno del AI washing.

La temporada de resultados del tercer trimestre del S&P 500 visualiza a la perfección el afán de las empresas por mostrar su utilización de la IA. Según un estudio de Reuters, más de un 30% de los integrantes del índice utilizaron el término AI en sus presentaciones a analistas, frente al poco más del 10% que lo mencionaba un año antes. Entre las firmas de rating, Moody’s y S&P Global usaron el término un total de 58 veces en sus encuentros con analistas. Tres meses antes Moody’s solo la mencionó en una única ocasión y S&P Global, en diez.

Uno de las empresas que más se está viendo impactada por la inteligencia artificial es Microsoft. La tecnológica se vio castigada primero por la salida fulminante del gurú de la inteligencia artificial Sam Altman de su participada OpenAI, para pocos días después alcanzar nuevos máximos históricos a medida que se resolvía el conflicto en la dirección de la empresa tecnológica. Una montaña rusa vista también tiempo atrás en plena euforia por el blockchain o incluso por la marihuana, cuando se acumularon ejemplos de cotizaciones disparadas en una única jornada por lograr hacerse con el símbolo (ticker en la jerga) de POT –término coloquial para referirse a la marihuana–, o simplemente por incorporar al nombre de la compañía la palabra blockchain y prometer buscar oportunidades de inversión con dicha tecnología cual vendedores de humo.

Protección del inversor

Más allá de ejemplos concretos, los vigilantes de los mercados buscan estar preparados ante los frentes que abre la utilización cada vez más frecuente de la inteligencia artificial y evitar que pueda llegar a convertirse en el detonante de una futura crisis del sistema financiero.

En Europa, el supervisor de los mercados europeos, la ESMA, se muestra cauto con el avance de la IA. Su presidenta, Verena Ross, ha reconocido sus posibles beneficios “para los inversores y el mercado” pero se ha mostrado cauta ante sus potenciales riesgos en materia de privacidad de datos, manipulación del mercado –llegando a distorsionar los precios– y preocupaciones de corte más ético, ante posibles tomas de decisiones de inversión que vayan en contra del bienestar del consumidor. De ahí que el supervisor urja a que los algoritmos utilizados por la IA sean transparentes y libres de sesgos.

La ESMA admite que los gestores de activos usan cada vez más la IA para sus estrategias de inversión y la gestión de riesgos pero que “pocos cuentan en la con un proceso de inversión totalmente basado en la IA y promueven públicamente su uso”, según ha admitido Ross. De igual forma, los brókers e instituciones financieras usan estas herramientas para reducir el impacto en el mercado de las grandes órdenes y minimizar los fallos en la liquidación.

Eso sí, el supervisor europeo ha apuntado que la concentración de herramientas de IA en unos pocos proveedores de importancia sistémica puede llegar a suponer un riesgo y poner en peligro la estabilidad financiera.

Frente a la prudencia europea, en EE UU la SEC y la industria financiera se han enzarzado en una disputa sobre la futura normativa que regulará el uso de IA en Wall Street. Esta pretende abordar los posibles conflictos de interés que puede generar su uso, llegando a impulsar a los inversores a cambiar sus hábitos financieros. La industria utiliza desde hace años este tipo de tecnología para prevenir fraudes y vigilar el mercado, si bien, más recientemente está aplicando la IA para gestionar activos o, incluso, recomendar operaciones. El supervisor estadounidense incide en que la escalabilidad de esta tecnología puede provocar que cualquier conflicto de interés resultante cause “daños a los inversores de manera más pronunciada y en una escala más amplia de lo que antes era posible”.

Frente ante el ecopostureo

Mientras que el debate sobre los peligros de la IA en los mercados financieros aún queda en un plano muy teórico, la lucha contra el greenwashing ya es una realidad. “El ecopostureo socava la confianza fundamental en las finanzas sostenibles. Para garantizar la salud del mercado mundial de las finanzas sostenibles, es necesario contar con información fiable, coherente y comparable en materia de sostenibilidad, mientras que los productos ESG deben comercializarse y gestionarse de forma que no socaven la confianza de los inversores”, reconocía recientemente el presidente de la CNMV, Rodrigo Buenaventura, que lidera un grupo de trabajo en el seno de la Organización Internacional de Comisiones de Valores (Iosco) para afrontar las cuestiones sobre sostenibilidad de las inversiones.

Un empeño que trata de afrontar todas las lagunas que han surgido alrededor del auge de la inversión sostenible y que busca evitar que se comercialicen productos financieros bajo etiqueta verde cuando están lejos de serlo.

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