El fantasma de un nuevo ‘plan de ajuste’ vuelve a tocar las puertas de la economía argentina
Sea quien sea el ganador este domingo, ambos deberán aplicar un plan que permita acabar con la inflación y generar confianza por parte de los mercados
Argentina es famosa no solo por sus éxitos deportivos o la creatividad de sus músicos, sino por desafiar también todos los manuales de economía escritos hasta la fecha. Ahora, el país sudamericano puede desmontar o ratificar otro gran mito muy arraigado: las elecciones se ganan con el bolsillo, no con el corazón. Pese a que la economía cae 1,6% este año, la pobreza supera el 40% y la inflación alcanz...
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Argentina es famosa no solo por sus éxitos deportivos o la creatividad de sus músicos, sino por desafiar también todos los manuales de economía escritos hasta la fecha. Ahora, el país sudamericano puede desmontar o ratificar otro gran mito muy arraigado: las elecciones se ganan con el bolsillo, no con el corazón. Pese a que la economía cae 1,6% este año, la pobreza supera el 40% y la inflación alcanza el 142,7% interanual, el actual ministro de Economía, el peronista Sergio Massa, es uno de los dos candidatos que ha logrado imponerse hasta llegar a la segunda vuelta electoral, junto con el ultra Javier Milei. Ambos deberán aplicar desde el 10 de diciembre un programa de estabilización, que permita construir capital político y demostrar algún horizonte de viabilidad económica.
El país es un “caso único” ya que es el único que alguna vez fue de altos ingresos pero descendió, con el tiempo, a la categoría de economía de ingresos medios. Este fenómeno no se repite en ninguna otra nación del mundo, afirma un reporte del 2019 elaborado por el Fondo Monetario Internacional. Desde 1970, Argentina ha intentado al menos doce planes de estabilización económica, destaca en un informe el economista Martin Rapetti. Y los trece años consecutivos de inflación por encima del 20%, con los efectos macroeconómicos de la misma, no hacen más que augurar un decimotercer intento de estabilizar la economía del país.
En realidad, Sergio Massa, en su doble traje de candidato y responsable económico del gobierno de Alberto Fernández, defiende que ya hizo un primer intento. En entrevista con El País, ha mencionado que desde que llegó al Ejecutivo en agosto de 2022, el gasto real público cayó un 40% en los primeros cuatro meses de su gestión. Sin embargo, la sequía provocada por el fenómeno de El Niño limitó el efecto de tal descenso. Massa ha comparado su acción con el plan de estabilización de Fernando Henrique Cardoso, quien fuera ministro de Hacienda de Brasil en 1994, que logró controlar el aumento de precios en el país vecino. “En Brasil durante la década de 1980 se intentó controlar los precios, como sucede ahora en Argentina. El ‘plan Real’ buscó terminar con la inflación a través del ajuste fiscal, una nueva moneda y el corte de la indexación de la economía”, explica Bruno Ricardo Delalibera, profesor de la Universidad de Barcelona. “A pesar de los 30 años de diferencia, el origen de la inflación siempre está en el descontrol del gasto público”, comenta a CincoDías.
Cuentas públicas
La “necesidad urgente de consolidar las cuentas públicas”, como reseña el banco estadounidense Goldman Sachs, obliga a ambos candidatos a repensar el uso del dinero público, algo históricamente difícil para el país. De los últimos 62 años, Argentina solo tuvo superávit fiscal en seis, de acuerdo al Instituto de Análisis Fiscal de Argentina, lo que augura la dificultad de alcanzar la meta de los Presupuestos Generales de 2024, que prevén un deficit primario cero.
Mientras que Milei promete, de forma literal, usar una motosierra para “cortar” todo gasto superfluo, la duda es cómo hará Massa para combinar la continuidad de las ayudas sociales del kirchnerismo con un fuerte ajuste en los servicios públicos, fuertemente subsidiados. Por ejemplo, las tarifas de agua, gas y electricidad están un 40% por debajo del alza que han registrado los precios, según datos de las consultoras locales. Solo en 2022, el Gobierno argentino destinó más de 2,6% del PIB en pago de subsidios económicos a la energía y el transporte.
La propuesta de Milei sigue teniendo en la dolarización su pilar central y según adelantó el candidato ultra, podría ser sometida a un referéndum popular. Sin embargo, el plan de Milei solo menciona la dolarización como una opción, no como el marco central de su reforma económica. Sus iniciativas, resumidas en solo 14 folios, sí detallan la “eliminación del Banco Central” y la unificación del tipo de cambio, junto con un rápido repliegue del Estado. No es casual que Mariano Rajoy haya firmado esta semana un manifiesto con otros ocho exmandatarios internacionales donde da su apoyo al candidato ultraliberal.
Sin buscar ejemplos en los países vecinos, Milei sigue defendiendo que el plan de 1991, que suponía una convertibilidad de un peso por un dólar, fue el “más exitoso de la historia argentina”. Para el ultraliberal, cualquier crítica a su plan se trata de “limitaciones mentales” y asegura que ya existe el contexto para implementar esta decisión, pese a que las reservas netas del Banco Central argentino están en negativo hace varios meses y la brecha cambiaria entre la cotización oficial y las informales supera el 100%.
La adopción formal de la moneda norteamericana, advierte Goldman Sach, no siempre es equivalente a disciplina fiscal. Sin esa disciplina, que Milei ha sacudido al negar que vaya a recortar las ayudas públicas o el gasto en salud y educación, “la dolarización podría ser muy dolorosa o acabar colapsando”. La historia, otra vez, aporta dos datos: el país ha pasado una tercera parte de los últimos 70 años en recesión, un hito solo superado por la República Democrática del Congo.
Tanto Milei como Massa deberán enfrentar un contexto adverso y dependiente de una nueva negociación con el FMI. “Es probable que la nueva normalidad para las tasas de interés sea más alta que durante la última década”, advierte un informe de S&P Global, lo que mantendrá el crecimiento de la productividad en la región en niveles muy bajos.
La gran pregunta es cómo de dispuestos a saltar al vacío estarán los argentinos. Si gana Milei, la sensación de vértigo ante lo desconocido será mayor, pero ambos deben tomar las riendas de un país en crisis.
La cuestión subnacional
La agencia S&P destaca que, gane quien gane las elecciones de este domingo, hay algo que es seguro: las provincias, el equivalente local de las comunidades autónomas, viven una fuerte situación de crisis fiscal. Las condiciones macro hacen imposible cualquier previsión a más de 12 meses en sus finanzas, a la vez que las decisiones del Ejecutivo nacional limitan su capacidad de acceder a divisas.
Con nueve provincias gobernadas por los conservadores de Juntos por el Cambio, que quedaron fuera de la segunda vuelta electoral, ocho provincias lideradas por el peronismo y siete a cargo de partidos regionales, manejar esta tensión será un desafío gobierne quien gobierne. Las transferencias nacionales suponen hasta el 77% de los ingresos de algunos gobiernos subnacionales, fuertemente dependientes de quien esté en la Casa Rosada. Las provincias son quienes asumen las competencias en materia de educación, salud y seguridad.
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