El pánico bancario de 2023 no es el pánico bancario de 2008

Destaca que la banca está sufriendo una clásica crisis de liquidez a la que los bancos centrales están respondiendo con las herramientas a su disposición

Oficina del Silicon Valley Bank headquarters en Santa Clara, California (EE UU).BRITTANY HOSEA-SMALL (REUTERS)

La Gran Crisis Financiera del año 2008 y la Gran Recesión que le acompañó en aquellas fechas e incluso largo tiempo después, fue una de las mayores heridas económicas y sociales que los países occidentales sufrieron en las últimas décadas.

De hecho, en los países del sur de Europa donde la crisis impactó con gran fuerza a la par que las tendencias demográficas eran –y son– extremadamente problemáticas, el imaginario colectivo es que “los felices años noventa” terminaron en 2007, cuando la burbuja inmobiliaria comenzó a implosionar y que, desde el año 2008 hasta la actualidad, vivimos en un mundo que va de crisis en crisis cada pocos años.

Por todo lo vivido entonces y de nuevo en los siguientes años con la Crisis del euro, cada vez que los inversores y los ciudadanos ven titulares que reflejan problemas en algún banco, vienen a la memoria los temores de otra crisis como la de 2008 y se preguntan si volverá a ocurrir lo mismo. Es decir, un gran crash bursátil y desastre económico.

Sin embargo 2023 se parece muy poco a 2008. En la crisis de 2008 lo que causó una gran crisis financiera, crash bursátil y el casi colapso del sistema capitalista –o al menos ese era el temor–, fue que los bancos tenían en sus balances derivados muy complejos sobre titulizaciones hipotecarias que se hundieron en valor “hasta los suelos” cuando la burbuja inmobiliaria implosionó y que las normas contables, como la FAS-157, exigían que se valoraran dichos instrumentos a precios de mercado.

El lío fue tan tremendo que todos los bancos desconfiaban de hacer negocios con otros bancos porque no sabían si esas otras entidades estaban quebradas o no. Un día un banco era una entidad con beneficios y perfectamente solvente y al día siguiente se descubría que tenía cadáveres en el armario y que no valía ni un dólar.

Aquel proceso fue una enorme sorpresa negativa que el mercado fue descubriendo poco a poco, hasta que finalmente llegó la gran sorpresa de que Lehman Brothers no sería rescatado.

Todo aquella crisis financiera se definió por la opacidad de lo que tenían los bancos en sus balances y la gigantesca sorpresa que supusieron las pérdidas irrecuperables de esos derivados sobre titulaciones hipotecarias, que ni los propios dirigentes de los bancos entendían.

Pero la crisis bancaria de 2023 es una crisis clásica de liquidez bancaria y es extremadamente transparente en cuanto a lo que tienen los bancos en sus balances.

Por ejemplo, el Silicon Valley Bank que ha llenado los titulares durante las últimas semanas, sufrió pérdidas por la mala gestión del riesgo de tipos de interés teniendo en su balance bonos del Tesoro de Estados Unidos.

Primero, aunque todos los bancos han sufrido pérdidas en los bonos soberanos que mantienen en sus balances, el caso de SVB ha sido extremo porque no tenía ningún tipo de cobertura sobre esos bonos. Pero ese caso extremo de mala gestión del riesgo de tipo de interés, no es algo generalizado entre las entidades de aquel país. Y, segundo y no menos importante, hay que tener en cuenta que un bono del Tesoro de los EE UU se considera uno de los activos más seguros del mundo, tanto que, cuando hay una crisis en los mercados, éstos se lanzan a comprar dichos bonos. Y un bono soberano no se parece en nada a un derivado sobre titulizaciones hipotecarias.

Hay que recordar que en un bono soberano de EE UU, si se mantiene a vencimiento, se recupera todo su capital. Así que el problema de SVB y otros bancos regionales estadounidenses, no es un problema de que lo que tienen en sus balances sea una ruina irrecuperable, sino que tienen que esperar al vencimiento para no perder su inversión.

La mala noticia es que si por lo que sea los depositantes de esos bancos sacan todo su dinero a la vez porque hayan perdido la confianza –y ya sabemos que el miedo es libre–, entonces la entidad se puede quedar sin liquidez y tiene que cerrar sus operaciones. No money, no honey.

La buena noticia es que los bancos centrales modernos se crearon precisamente para estas situaciones, para aportar liquidez cuando se produjera un pánico bancario. No es casualidad que la Reserva Federal se creara en 1913 tras el pánico bancario de 1907.

Esto significa que su principal función es proveer liquidez al sistema bancario en momentos de crisis o situaciones de estrés financiero, con el fin de prevenir el colapso del sistema y garantizar la estabilidad financiera.

Y eso es justo lo que ha ocurrido. En el primer fin de semana de la crisis –porque este tipo de crisis tienden a resolverse en fin de semana antes de que abran los mercados asiáticos en la madrugada del domingo al lunes– los reguladores estadounidenses garantizaron todos los depósitos del Silicon Valley Bank y del Signature Bank, dando un golpe en la mesa para que el pánico bancario no fuera a más. Y el siguiente fin de semana, donde el pánico se había empezado a extender hacia los bancos europeos, los reguladores suizos forzaron la compra del decimonónico Credit Suisse por parte de UBS y, por si fuera poco, los bancos centrales de Estados Unidos, Canadá, Reino Unido, Suiza, Japón y el propio BCE lanzaron un comunicado conjunto anunciando líneas de liquidez para que el sistema financiero internacional no se viera con una escasez de dólares, situación clásica en momentos de crisis.

Todos estos puñetazos en la mesa han funcionado. Primero porque los bancos centrales fueron creados justamente para estas situaciones y saben hacer su trabajo. Y, segundo, porque la confianza o existe o no existe, no hay término medio y las medidas adoptadas por los bancos centrales han sido suficientes para que los inversores entiendan que sí existe confianza.

Hugo Ferrer, gestor GPM S.V. y director Club Bursátil Confidencial

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