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En colaboración conLa Ley

¿Justicia artificial? Los expertos lo tienen claro: “Incluso ChatGPT te dice que no”

La inteligencia artificial llegará a los tribunales, pero no ocupará el estrado; la empatía o la sensibilidad humana son factores clave a la hora de resolver los juicios

Verónica Echegui, a la derecha, en 'Justicia artificial'.
Verónica Echegui, a la derecha, en 'Justicia artificial'.

La inteligencia artificial (IA) ha calado en el sector jurídico. Esta tecnología ya se usa en los bufetes para ganar tiempo, productividad y eficiencia. La IA ayuda a los letrados a buscar datos, redactar documentos o resumir textos legales. Unas tareas que tradicionalmente se delegaban a los abogados júniors, quienes han visto cómo la IA ha complicado su entrada a la profesión. Dado el vertiginoso crecimiento tecnológico, ¿puede la IA sustituir a los profesionales del derecho?

Es la reflexión que hace el director de cine Simón Casal, en la película Justicia artificial, que fue estrenada el pasado 13 de septiembre. Una cinta distópica en el que la sociedad ha sustituido a los jueces por un sistema de inteligencia artificial. Aunque la trama es pura ciencia ficción, observando los avances de la IA en el mercado laboral, no es descabellado formular la siguiente pregunta: ¿en un futuro será la encargada de impartir justicia y enviar a la cárcel a los delincuentes?

A esta pregunta, una serie de expertos, tras visionar la cinta, responden de forma unánime y tajante. La inteligencia artificial nunca sustituirá a los jueces. “Incluso si preguntamos a ChatGPT nos dice que no. La IA será una herramienta más a la que muchos nos habituaremos al igual que el procesador de textos, las bases de datos o buscar en internet”, afirma Alfonso Peralta, magistrado y miembro del Comité Consultivo de Inteligencia Artificial de la CEPEJ (Comisión Europea por la Eficiencia de la Justicia) del Consejo de Europa.

La trama de Justicia artificial comienza cuando la IA condena a un acusado a prisión, mientras que la protagonista, una reputada jueza, desoye el criterio del algoritmo y concede al imputado la libertad condicional. El juez Peralta apoya la decisión de la protagonista y considera que la empatía o la sensibilidad son factores fundamentales para resolver los casos judiciales. “Una IA no explora ni escucha a niños ni incapaces; ni trabaja con la oficina judicial; ni toma declaraciones a las víctimas de violencia de género; ni celebra juicios; ni valora la prueba, y tampoco intenta mediar entre las partes”, ejemplifica.

Además, una de las claves que plantea la película es la cuestión de si la inteligencia artificial es capaz de crear jurisprudencia nueva. A este interrogante responde la magistrada Natalia Velilla, quien cree que la IA no podrá cambiar el criterio. “La inteligencia artificial bebe de datos y de acontecimientos ya sucedidos. La realidad social es cambiante y la jurisprudencia tiende a adaptarse a esta. Una IA no sería capaz de hacer esto”.

Para Borja Adsuara, abogado experto en derecho digital, los jueces no serán sustituidos por una máquina en el futuro . Sin embargo, sí formarán parte de los tribunales. Su reflexión es que llegará el día “en que la justicia cuente con asistentes inteligentes que ayuden a los jueces en su función jurisdiccional para que puedan dedicar más tiempo a los casos difíciles”, augura.

Aliada, no enemiga

La película también deja en el aire uno de los problemas que más golpea a la justicia: el colapso que sufren muchos juzgados y tribunales de España. Desde hace tiempo los jueces reclaman nuevos medios para acabar con esta situación y la inteligencia artificial sería un buen instrumento de apoyo. No obstante, la IA no juzgaría al imputado como en la película, sino que se encargaría de otras tareas. Por ejemplo, “en la búsqueda de antecedentes, de jurisprudencia o revisar datos matemáticos”, ilustra Velilla.

De esta manera, tanto la tecnología como el ser humano podrían coexistir en armonía sin necesidad de sustituir a los jueces de carne y hueso. Para Jorge Cabet abogado director de Augusta Abogados especializado en nuevas tecnologías, la integración de la IA en la Justicia podría ayudar a crear un sistema más eficiente. “La automatización de procesos solucionaría atascos, generaría interoperabilidad y cooperación, acceso a la propia justicia, recortaría plazos y aliviaría ansiedades tanto a los ciudadanos como a los funcionarios”.

En síntesis, los expertos creen que Justicia artificial es y será una película de ciencia ficción. Los seres humanos seguirán siendo insustituibles en muchas tareas. Ese valor humano es lo que alimenta a la inteligencia artificial y hace que funcione a diario. “La IA hará aquello para lo que sea programada, pero no tiene libre albedrío”, sentencia el juez Peralta.

Barreras en el uso de la inteligencia artificial

Supervisión humana. Los ciudadanos pueden negarse a que la inteligencia artificial (IA) trabaje su caso en los tribunales. El Reglamento de Protección de Datos estipula que toda persona tendrá derecho a no ser objeto de “una decisión basada únicamente en el tratamiento automatizado que produzca efectos jurídicos en él o le afecte significativamente de modo similar”. De esta manera, cualquier caso que haya sido trabajado con IA dejaría de ser válido y el ciudadano tendría derecho a impugnar todas las decisiones que ha generado la inteligencia artificial y solicitar la supervisión e intervención de un juez de carne y hueso.

Funciones. En los tribunales, la IA no puede tomar la labor de juzgar a las personas imputadas. Pero sí se puede encargar de otras tareas para facilitar el trabajo de los jueces. Según la guía de buenas prácticas elaborada por el Comité Técnico Estatal de la Administración Judicial Electrónica, algunas de las funciones que puede desempeñar la IA son la de enumerar o paginar expedientes, remitir los asuntos cuando se haya procesado el caso, generar libros, copias y certificados o comprobar las representaciones correspondientes, entre otras labores.

Actualización. Para que los programas de IA funcionen es necesario estar alimentándolos con nuevos datos. “La inteligencia no sirve de nada si no tiene su principal materia prima: la información”, afirma Jorge Cabet, abogado director de Augusta Abogados especializado en nuevas tecnologías. “Esa información siempre será fruto de una experiencia, que en un ordenador es sustituida por macrodatos. Hay veces que la aplicación imparcial del derecho positivo puede resultar injusta y no me imagino a un ciberjuez clemente o, simplemente, justo”, añade el experto.

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