'Succession': familia y empresa
Desde el punto de vista jurídico, la serie ofrece algunas enseñanzas sobre el funcionamiento del consejo de administración
La serie de HBO que nos ha acompañado durante cuatro temporadas y 40 capítulos se ha despedido con una temporada absolutamente magistral en la que cierra las intrigas familiares y empresariales de la familia Roy, sobre las que ha transitado desde su inicio.
Succession se ha caracterizado por permitirnos echar un vistazo, casi como voyeurs, al mundo de los muy ricos y privilegiados a través de la pretendida sucesión generacional en Waystar Royco, la mayor empresa de medios de comunicación de Estados Unidos, propiedad de la familia Roy y dirigida con mano de hierro por el fundador y patriarca, un emigrante hecho a sí mismo, Logan Roy. Sobre los Roy, hemos podido contemplar sus miserias humanas, desencuentros familiares, alianzas y traiciones, así como sus problemas empresariales, corrupciones, incompetencias y juegos de poder.
Pero también hemos asistido con el visionado de la serie a la tóxica relación entre medios de comunicación y política, ambos extremos de poder que se necesitan y se retroalimentan; al auge de los populismos en las democracias occidentales y de la influencia de las nuevas formas de comunicación (principalmente las redes sociales) o a cómo el dinero de las tecnológicas les permite adquirir influencia en otros sectores empresariales.
Sin embargo, la enseñanza de estos últimos capítulos de la serie nace de la ausencia del patriarca al inicio de la temporada, en pleno proceso de venta de la compañía a la tecnológica Goyo, que no solo ha desencadenado la lucha por ostentar el poder entre sus herederos, sino que ha reafirmado la poderosa figura del fundador y la debilidad la segunda generación. Porque la serie nos invita a pensar que, sin una familia unida, no puede existir una empresa familiar exitosa, y que son necesarios mecanismos de planificación sucesoria y el tiempo preciso para implantarlos para transitar desde la primera a la segunda generación empresarial. Que la segunda generación, pese a sus miserias e incompetencias (eran los profesionales a su lado los que lograban llevar el día a día de la compañía), solo necesitaba de un requisito para continuar con la empresa familiar: cohesión, unidad y una visión común en torno a un liderazgo compartido. Pero no logran obtenerlo.
Esta temporada desde el punto de vista jurídico ofrece algunas enseñanzas fundamentales sobre el funcionamiento del consejo de administración, cuyas decisiones suelen estar adoptadas antes de la celebración de las reuniones. Es interesante también visualizar las dinámicas en torno a las adquisiciones de empresas y sus limitaciones regulatorias, que, en función de los sectores en que nos encontremos o del origen del capital inversionista, pueden ser especialmente dificultosas.
No quiero finalizar sin la moraleja que nos deja Succession cuando el personaje más mediocre de la compañía, profesionalmente hablando, es el que finalmente se hace con el cargo de consejero delegado por sus dotes de adulación, falta de ética y capacidad para decir a los propietarios lo que quieren escuchar. ¿Fiel reflejo de la realidad?
En conclusión, obra maestra de la televisión de la última década. No se la pierdan.
Jose Luis Luceño Oliva, profesor de Loyola Másteres