¿Cómo impactará la inteligencia artificial en la abogacía?
Muy probablemente las oportunidades se reservarán a los socios en detrimento de los abogados júnior
Como alguna vez le leí al analista del mercado legal Jordan Furlong, la tecnología llega a la fiesta más tarde de lo esperado, pero inevitablemente siempre termina llegando. El mundo legal esperaba ansioso la llegada de la tecnología, tanto que llevó a muchos a hacer predicciones desproporcionadas, a otros a hablar sin saber y a no pocos a decir tonterías. Y el coronavirus no ayudó a la razón ya que muchos vieron en la pandemia el fin del mundo o un antes y un después.
Pero peor que la Covid-19 fue el término LegalTech, que inundó todo. El futuro de la abogacía era LegalTech y los abogados del futuro debían ser entrenados para el LegalTech. Incluso algunos llegaron al extremo de sostener que los abogados debían aprender a programar si es que querían lograr alguna posición en el mercado del futuro.
Lo que hoy tenemos en frente es algo radical. Los avances de la inteligencia artificial nos pueden estar moviendo hacia una nueva era de la historia económica de la humanidad y, por lo tanto, a una nueva economía legal.
Mientras la automatización implica el uso de la tecnología para eliminar la intervención humana, la inteligencia artificial no sabemos hacia dónde nos llevará. Cualquiera que sea el escenario futuro, será difícil pedirle a la inteligencia artificial que se retire de la fiesta y su adopción cada vez más generalizada traerá cambios radicales.
En una columna publicada en The New York Times en 2017, Steve Lohr mostraba que la inteligencia artificial ya estaba haciendo trabajo jurídico, pero no estaba sustituyendo a los abogados, todavía. Sin embargo, los recientes avances comienzan a poner de relieve lo cerca que estamos de una realidad en la que esto será así.
Aunque cualquier predicción puede ser a estas alturas apresurada, hay una cuestión en la que me gustaría detenerme. Y es que el modelo de negocio de los despachos de abogados, como sabemos, se mantiene más o menos inalterado desde finales del siglo XIX. Este modelo de negocio se construye en base al apalancamiento, de ahí que la ratio abogado-socio sea un dato clave a la hora de evaluar si un despacho se encuentra bien estructurado en relación con su modelo de negocio.
La idea de los abogados mayores de apalancarse en abogados jóvenes que los apoyen en su trabajo está en el origen de las firmas legales. Cuando a fines del siglo XIX la demanda por servicios legales aumentó debido a una mayor actividad empresarial, los abogados salieron a buscar a los egresados de las mejores escuelas para incorporarlos a sus despachos bajo la promesa de ser socios algún día.
Lo anterior terminó en grandes firmas, que hicieron crecer la base de la pirámide a fin de hacer más productivo y rentable el negocio. ¿Qué pasará cuando los abogados puedan apalancarse en la inteligencia artificial y no en unos cuantos abogados júnior?
Pensemos en una operación de compra de una gran compañía. El cliente requiere de sus asesores legales para el due diligence, trabajo poco sofisticado, pero que requiere de muchas horas de revisión de documentos legales. Necesitará que sus abogados negocien y redacten los contratos asociados a la operación y, seguramente, requerirá de asesoría fiscal, laboral y mercantil.
Para un abogado que trabaja solo, por muy talentoso que sea, esta tarea es imposible. Por ello, resulta más atractivo para el cliente recurrir a un despacho que pueda ofrecerle un equipo de abogados que se haga cargo de los distintos aspectos de la operación.
Mañana la situación podría ser distinta. Ese abogado que trabaja solo podría usar la inteligencia artificial y ofrecer el mismo trabajo. Incluso la gran firma podría prescindir de abogados júnior, reemplazándolos por tecnología, impactando directamente en los precios y haciendo aún más intensa la competencia, descontado así el problema laboral que enfrentarán las próximas generaciones de abogados.
Como dice mi socia Lidia Zommer, los despachos de abogados se parecen a una banda de jazz. El jazz se basa en la improvisación y la libre interpretación. El director de la banda ayuda a los músicos a unificar sus criterios de tempo, afinación y musicalidad. En la abogacía pasa algo similar. Los equipos legales hacia el interior de un despacho deben explotar al máximo su creatividad y conocimientos, dirigidos por un abogado sénior que, con criterio y experiencia, logre cumplir objetivos. Con la inteligencia artificial desaparecen los músicos (abogados júniors), pero el director (socio) sigue siendo relevante, pero ahora su banda (equipo) va a ser un conjunto de softwares que le permitirán hacer sonar la música al ritmo del cliente.
Los desafíos para el mundo legal que se avecinan son múltiples. Deberemos repensar la educación legal, el Derecho y la abogacía. Los despachos deben entender que el negocio de servicios legales será distinto en los próximos años y, muy probablemente, las oportunidades quedarán únicamente para el director de orquesta.
Rafael Mery Nieto, socio director de Mirada 360 LATAM