‘Smart contracts’, oráculos y jueces
El sector del transporte ya usa esta tecnología para abonar automáticamente la indemnización en caso de retraso
Como en cualquier otro contrato, dos o más partes pueden utilizar un smart contract para formalizar una obligación que desean someter a una determinada condición, de manera que, una vez producida esa condición, se desplieguen de forma automática los efectos de la obligación pactada.
En un marco tecnológico desarrollado (en el que las partes tienen su correspondiente cuenta en una blockchain y en el que los activos que en su caso intervengan en dicha obligación están adecuadamente tokenizados), el smart contract se encargará de efectuar la ejecución de las prestaciones de forma automática, tan pronto como verifique que se ha cumplido la condición que las partes habían definido, y sin que estas últimas puedan (en principio) hacer nada por evitarlo.
Ese smart contract va a incorporar una determinada lógica de procesos integrados en su código, que le van a permitir interactuar con las partes que lo suscriben, y también recibir información o instrucciones desde fuentes externas a la cadena de bloques para, en su caso, ordenar o redireccionar pagos o transmisiones de activos entre las partes o a terceros de forma automática.
Oráculos
Pues bien, en cualquier ecosistema de blockchain se denomina “oráculo” a un determinado proveedor de información que vincula o conecta una o varias fuentes externas de información (que deben ser seguras y fiables) con el propio smart contract, con el objeto de que este último sea capaz de activar, en su caso, en el momento oportuno y en función de la información recibida, la ejecución automática de las operaciones programadas.
El concepto como tal no es nuevo. Por ejemplo, todos estamos familiarizados con los sistemas de negociación bursátil que permiten introducir la cobertura de un stop loss en una determinada posición, para que una posible caída en el precio de cotización de los títulos genere una orden de venta automática en el momento en que la cotización toca determinado nivel. El equivalente a nuestro oráculo aquí vendría a ser la página de Reuters o Bloomberg de la que el sistema esté tomando en tiempo real los precios de cotización en cada momento.
En el entorno de blockchain, esta labor (conectar aplicaciones descentralizadas con fuentes de información externas a la cadena de bloques) la desarrollan actualmente proveedores especializados, entre los que seguramente destaca Oraclize como el más usado en la actualidad.
Con todo, la tecnología en este ámbito apenas ha empezado a desarrollarse. Sectores como el transporte o los seguros ya trabajan en smart contracts para facilitar el abono automático de indemnizaciones al usuario en caso de verificarse retrasos o cancelación de trenes y vuelos, o el pago inmediato de la prestación asegurada tan pronto como el oráculo verifique la ocurrencia de la contingencia cubierta.
Pero dentro de poco los smart contracts serán ya parte de todos los negocios, incluso en el ámbito de las operaciones corporativas más sofisticadas, en las que los mecanismos de ejecución automática exigirán seguramente algo más complejo que verificar un simple dato.
Por eso, sería muy deseable que nuestro sistema judicial pudiese disponer de una funcionalidad que le permitiese actuar como oráculo. Las partes de un smart contract se van a encontrar a menudo en situaciones en las que no esté claro si la condición pactada se ha cumplido o no, y tenga que entrar a dirimir la cuestión un tribunal, que se preocupará de que su sentencia indique instrucciones precisas para que el smart contract actúe conforme a lo fallado.
Pero a partir de este punto, sería relativamente sencillo que los aplicativos de gestión procesal que utiliza nuestro sistema judicial (Libra, Minerva o sus evoluciones posteriores) estuviesen preparados para permitir al smart contract “leer” esas instrucciones en tiempo real y ejecutar el resultado con rapidez y eficiencia de costes. No me sorprendería que ya estén trabajando en esto mismo en otros países de nuestro entorno.
Luis Álvarez de la Vega es socio en Main Legal.