Por qué mi padre ahorra con un fondo monetario y no con un depósito
En la crisis de 2008-2012 los bancos ofrecieron rentabilidades muy altas en las imposiciones a plazo fijo, pero esa situación era totalmente excepcional
Esta semana cumplo 25 años como profesional de los mercados financieros. Toda mi carrera he gestionado fondos de inversión de la manera más eficiente para nuestros clientes, siempre dentro del patrón de rentabilidad-riesgo de cada producto.
Como experto, también me ha tocado desde muy joven el papel de asesorar o gestionar los pequeños ahorros de mi familia. Aunque desde un primer momento he utilizado instrumentos de inversión colectiva, sería irresponsable no haber usado otros productos con caracterís...
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Esta semana cumplo 25 años como profesional de los mercados financieros. Toda mi carrera he gestionado fondos de inversión de la manera más eficiente para nuestros clientes, siempre dentro del patrón de rentabilidad-riesgo de cada producto.
Como experto, también me ha tocado desde muy joven el papel de asesorar o gestionar los pequeños ahorros de mi familia. Aunque desde un primer momento he utilizado instrumentos de inversión colectiva, sería irresponsable no haber usado otros productos con características apreciadas por los inversores y que financiera y fiscalmente también tuvieran cabida en la cartera: depósitos, seguros de ahorro, inversión directa en renta fija y renta variable, depósitos estructurados, etc. Pero el porcentaje invertido a través de fondos de inversión no ha sido nunca tan alto como ahora.
Desde un primer momento, he pensado que los fondos de Bolsa eran la forma más eficiente de tener acceso a este tipo de activo de manera global y progresiva, pudiendo hacer aportaciones con cantidades relativamente bajas. La posibilidad de comprar y vender a precio de cierre sin comisiones compañías cotizadas de todo el mundo y acceder a una gestión profesional, que no solo incluye la elección de la cartera si no, por ejemplo, la maximización del cobro de dividendos extranjeros, me parece imbatible desde el punto de vista del pequeño y mediano inversor. Desde el lado fiscal, la posibilidad de posponer indefinidamente el pago de impuestos por plusvalías y el tratamiento favorable, con respecto al efectivo, en los impuestos de patrimonio y sucesiones, son características a tener en cuenta.
Por su lado, en los fondos de renta fija, lo primero que aprendí es que no daban una rentabilidad fija: se podía hasta perder dinero. ¡Vaya desilusión! Pero, poco a poco, he ido aprendiendo que nunca hay rentabilidad sin riesgo; que cada instrumento tiene sus características y que, aunque un activo no se valore, no quiere decir que no cambie de valor.
Una gestión profesional de una cartera de renta fija permite acceder a inversiones con un amplio abanico de perfiles de riesgo y de emisores diversificados geográficamente; permite la gestión activa de las posiciones, el arbitraje entre diferentes emisores, la gestión de la curva... También permite reducir costes de transacción y de mantenimiento; es decir, es, como en el caso de los fondos de Bolsa, un instrumento muy eficiente de inversión, que normalmente aporta una rentabilidad adicional a la que se puede obtener con otros instrumentos minoristas.
Y en el “normalmente” está el quid de la cuestión; porque los depósitos han tenido en los últimos 15 años en España rentabilidades anormalmente altas, si las comparamos con los mercados mayoristas, y eso distorsiona la comparación. En otros países, como EE UU, no ha sucedido y los fondos monetarios son la opción por defecto para el ahorrador.
En España, los depósitos extratipados en un contexto de necesidades altísimas de liquidez en los bancos domésticos después del estallido de la gran crisis financiera no solo fueron durante un tiempo la mejor opción para el inversor minorista, si no que el inversor profesional, léase “nosotros”, bajaba a la oficina bancaria de enfrente a regatear el tipo con el director. Pero eso no era lo normal. Tampoco era justa la situación reciente en la eurozona en la que las cuentas corrientes de los inversores institucionales o empresas estaban remuneradas en negativo frente al 0% límite para los inversores minoristas.
Con las subidas de tipos del BCE del último año, hemos vuelto a la situación estándar, en la que la rentabilidad proporcionada por los fondos de renta fija debería superar de manera significativa a la de los depósitos. La inversión a través de vehículos de inversión colectiva aporta masa crítica para minimizar costes y aprovechar las ventajas fiscales.
¿Debería subir la rentabilidad ofrecida por los depósitos? Echando un vistazo a los datos que el BCE recopila desde 2003, podemos calcular que los depósitos bancarios españoles a un año o menos se han situado en media un 0,15% por encima del euríbor a un año; pero han tenido fases bien diferenciadas. Hasta la quiebra de Lehman en 2008, los depósitos de los bancos españoles se situaron casi medio punto por debajo. Durante los seis siguientes años, lo peor de la crisis, rentaron casi un 1% más, con un máximo de casi 2,5 puntos a finales de 2012. En el subsecuente periodo de tipos bajos, con volúmenes claramente reduciéndose, y hasta que empezaron las subidas de tipos en EE UU hace año y medio, la rentabilidad de los depósitos se sitúo un 0,16% por debajo de la del interbancario. En el último año, la diferencia se ha ampliado hasta el -2%, que es donde se sitúa en junio. Si la comparación la hacemos contra la media europea, los depósitos españoles actuales se sitúan un 0,6% por debajo, frente a una media del -0,1% desde 2003 y del -0,4% desde el whatever it takes de Draghi.
Ciertamente se ha abierto el gap frente a la rentabilidad mayorista, pero es una tendencia a nivel europeo y se explica por el exceso de liquidez del sistema y por el bajo crecimiento del crédito en un entorno de incremento de los costes de financiación. Por ejemplo, la ratio de préstamos sobre depósitos del sistema en 2007 era de casi el 160% frente al 90% actual; y el crecimiento del stock de préstamos superior al 20%, frente al decrecimiento actual. Adicionalmente, no hay que olvidar que los depósitos conllevan gastos ocultos a los bancos en forma de impuestos y aportaciones a fondos de garantía. O sea que, aunque se cierre el diferencial, las carteras gestionadas profesionalmente deberían seguir siendo más rentables. Siempre hay actores con necesidades especiales o con estrategias comerciales agresivas que ofrezcan rentabilidad en los depósitos por encima de las de mercado, pero lo “normal” es la situación actual.
Al final, en este entorno de mercado, los fondos de inversión de renta fija, sobre todo los de corto plazo, son un vehículo muy interesante para el ahorrador conservador para obtener una rentabilidad para su liquidez, algo a lo que no podido optar en los últimos años. Cuando me piden mi opinión familiares o amigos, yo les digo “esta mañana justo se lo he comprado a mi padre”.
Óscar del Diego, director de análisis de Ibercaja Gestión
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