La limpieza pelea por el fin del tope de precios: “Si sube el SMI, se reduce la jornada y hay inflación, es muy complejo”

Esta actividad facturó 12.400 millones de euros en 2023. La Ley de Desindexación de la Economía y la reducción de la jornada son los principales escollos para los costes de las empresas

Una empleada higieniza el ascensor de un edificio. GETTY IMAGESLL28 (Getty Images)

Guillermo Llavona recuerda como si fuera ayer el año de la pandemia. De un día para otro adjudicaron a su empresa, Grupo CLN, la limpieza y desinfección del hospital de campaña H144, instalado en el recinto ferial de Gijón. “Tuvimos que formar al personal en tiempo récord y encontrar a trabajadores dispuestos a acudir a ese centro, con el miedo que había”, relata el director general de la firma.

Flexibilidad es la palabra que más repiten los profesionales del negocio y que quizás mejor lo define. Llavona lo ha experimentado de primera mano: es la tercera generación de una empresa con mucha historia, que tiene sus raíces en el trabajo de su abuelo, que en 1956 empezó como autónomo a limpiar cristales y fachadas en Gijón. Con los años, el aumento de los clientes y la diferenciación de los servicios supusieron la expansión del negocio y la entrada de sus hijos en la actividad, quienes crearon la empresa en 1989. En ese entonces eran solo unos 10 trabajadores, luego fue expandiéndose, con presencia en todo el país. Actualmente su plantilla ronda los 1.500 empleados en todas sus líneas de negocio: limpieza, servicios auxiliares, jardinería.

Guillermo Llavona, director general de Grupo CLN.

“En los últimos cinco años hemos tenido un crecimiento promedio de un 15,31% anual. La previsión para 2024 es cerrar con más de 20 millones de facturación”, destaca Llavona, en la firma desde 2020. Grupo CLN es un gigante respecto a la mayoría de las empresas del negocio, conformado por unas 38.000 compañías, según los cálculos de Juan Beltrán, presidente de la Asociación Profesional de Empresas de Limpieza (Aspel). Alrededor de 478.000 personas están empleadas en esta actividad, repleta de pequeñas firmas: “La mayoría son micropymes. Muchos son autónomos. Solo 9.000 tienen más de cinco empleados”.

El personal es fundamental para una actividad tan intensiva en mano de obra: más del 80% del gasto total de las firmas corresponde a la plantilla, compuesta mayoritariamente por mujeres, y cada vez más envejecida. En 2023, la facturación de estas compañías alcanzó los 12.400 millones de euros, un 1,1% del PIB. Jesús Martín, presidente de las Asociaciones, Federaciones y Empresas de limpieza nacionales (Afelin), resalta el crecimiento del negocio, especialmente después de la crisis de 2010, cuando los recortes impactaron al sector: “En los últimos años el aumento de la facturación ha sido constante, en torno al 2,5%”.

Clean4You es prueba de esto. Esta empresa familiar, fundada en 2007 y con sede en San Sebastián de los Reyes, en la zona norte de Madrid, cuenta con unos 200 empleados y se especializa en el área industrial y comercial. Sus clientes, la mayoría privados, son comunidades, empresas, hogares, colegios, hoteles, restaurantes, obras y eventos. Desde 2021, el incremento anual de su facturación ha sido casi siempre de doble dígito. Ese año creció un 19,24%, el siguiente un 16,64%, en 2023 un 8,43% y para 2024 prevén una mejora del 11,5%, recuperando el terreno perdido en la pandemia. “El impacto de la covid fue negativo, pero aprovechamos para limpiezas más específicas y para crear protocolos y bases más sólidas”, destaca su CEO, Julia Guillo.

Julia Guillo, CEO de Clean4you.

Cambio de mentalidad

La pandemia ha supuesto un cambio de mentalidad hacia el negocio. “Se ha fortalecido, porque se han dado cuenta de la importancia de la limpieza, que ahora está muy bien valorada”, asegura Martín. No obstante, la crisis sanitaria afectó de manera desigual. Por un lado, las grandes empresas que trabajaron con el sector salud se especializaron e incrementaron su negocio; por otro, las más pequeñas vieron cómo oficinas y tiendas echaban el cerrojo, poniendo en peligro sus ingresos. Algunas no sobrevivieron, otras tuvieron más suerte.

Es el caso de Canarilime, empresa familiar con sede en Las Palmas de Gran Canaria desde 1993. La firma, cuyos principales clientes son privados (98%), se especializa en limpieza de oficinas, así como moquetas, tapicerías y mantenimiento de suelos de hoteles, barcos, yates de lujo, centros comerciales. La pandemia lastró su facturación, que cayó de los 3,2 millones en 2019 a poco más de 2,1 millones un año después (un 33,47% menos). “Nos afectó significativamente, pero no nos cogió en el peor momento, y nos permitió resistir y superarlo”, explica su fundador, Gabriel Martín. En los años siguientes recuperó los niveles prepandemia y en 2024 prevé superar los 3,9 millones, con una plantilla de 250 empleados.

Retos

La crisis de 2010, pandemia, inflación... Los desafíos que han tenido que enfrentar estas empresas han sido múltiples, pero los retos a futuro son aún más. Uno de ellos es una vieja reivindicación: el rechazo a la Ley de Desindexación de la Economía. Una normativa que consideran obsoleta y que resume en pocas palabras Marcos Suárez, director de Lacera, una de las compañías líder con sede en Oviedo, que cuenta con 5.398 empleados y una facturación que supera los 88 millones: “Plantea un desafío significativo para las empresas de limpieza porque impide que ajustemos los precios de nuestros servicios en función del aumento de los costes operativos, lo que provoca una tensión financiera que afecta a nuestra capacidad para mantener la sostenibilidad económica a largo plazo”.

Esta legislación pesa en las compañías que trabajan con el sector público, donde los contratos no prevén una revisión de precios, y que a menudo están sujetos a prórrogas forzosas, decididas de manera unilateral por la Administración. Juan Beltrán recoge las quejas del negocio en este sentido: “La mayoría son costes del personal y si la Administración pública sube el SMI, reduce la jornada laboral, hay inflación y no se revisan los precios, todo es muy complejo”, asegura.

Marcos Suárez, director de Lacera.

Esta normativa afecta directamente a los márgenes, más residuales que los de otras actividades, y a la competitividad de las firmas, se quejan. Los gerentes consultados consideran que esta situación provoca extrema incertidumbre. “Hay que tener una bola de cristal para calcular el presupuesto”, avisa Llavona. Jesús Martín recalca: “Es un ejercicio de adivinación constante”.

Empresarios y representantes de esta actividad también se oponen a la reducción de la jornada laboral y lo que más temen es un aumento de costes. Beltrán lo tiene claro: “En este negocio, muy intensivo en mano de obra, es difícil conseguir mejoras de la productividad con la reducción de jornada. Calculamos que su impacto económico en el sector ronda los 350 millones”.

La escasez de personal también lastra al sector, con siempre mayores dificultades para la rotación de la plantilla y para atraer y retener talento. En Grupo CLN acaban de crear un departamento compuesto por siete personas que se centra en la revisión de currículums, selección y contratación del personal. Para el empresario, la dificultad de captar empleados tiene múltiples motivos. “Encontrar una jornada completa en un único edificio es complicado. Una persona suele trabajar en varios lugares, tiene que desplazarse”, dice. Los horarios suelen estar fuera de la jornada laboral convencional de oficinas o fábricas y el trabajo es físicamente exigente y repetitivo, requiere estar de pie y levantar objetos pesados. La falta de personal cualificado, unida al elevado absentismo laboral, cuya tasa se sitúa en un 10% según las patronales, agrava el escenario.

La innovación y la automatización también son un desafío. Aunque la mayoría considera que la mejora se aplicará especialmente a la gestión de turnos, organización y a la contabilidad, la integración de nuevas tecnologías y herramientas para la limpieza será inevitable para que las empresas sean más competitivas y para responder a las crecientes expectativas de los clientes.

Innovación

Vehículos aéreos. Pese a ser un sector muy intensivo en mano de obra, las empresas buscan soluciones para mejorar su competitividad y perfeccionar sus servicios. Desde Lacera, una empresa que trabaja tanto con el sector público (hospitales, centros sanitarios) como con el privado (cadenas de retail, empresas de seguros), explican que buscan adoptar diferentes instrumentos para optimizar sus equipos. “Estamos realizando un estudio con dispositivos con drones equipados con cámaras y herramientas de limpieza para ejecutar los trabajos de cristalería en altura en el Hospital Central de Asturias”, detalla su director, Marcos Suárez. 


Automatización. En Grupo CLN también han implementado dispositivos tecnológicos como robots y cobots en las instalaciones de sus clientes para automatizar algunas acciones. No obstante, reconocen que no tienen una precisión como la de un ser humano. Pero más allá de estos artefactos, en la empresa han optado por la implantación de sistemas de gestión y digitalización de los procesos mediante instrumentos informáticos. “Hemos desarrollado una herramienta de flujos de trabajo que desde que nace un proyecto hasta que llega a su fin, va disparando las tareas necesarias a cada una de las personas involucradas, según la fase y la etapa en la que se encuentre”, apunta su director general, Guillermo Llavona. 



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