USA a largo plazo y Europa a corto
Hay que mantener en las carteras fondos índices de las grandes compañías estadounidenses

El tema de la diferencia en desempeño de rentabilidad promedio de las Bolsas de Estados Unidos y de Europa acumulada durante ya un largo periodo (plazos de 5, 10, 15 o 20 años), a favor de aquellas, viene debatiéndose intensamente año tras año en al menos el último quinquenio. Además de lo llamativo del calibre de las diferencias, se observa que las valoraciones parecen deprimidas en ciertos segmentos del mercado europeo y boyantes (algunos argumentan que hay una burbuja) en ciertos segmentos del estadounidense. Cuando las valoraciones alcanzan determinados niveles extremos, sean de infravaloración o sobrevaloración, suelen ser una señal con cierto valor predictivo si se invierte a largo plazo: mercados bursátiles con extrema infravaloración pueden conseguir a partir de ese tiempo rentabilidades elevadas en plazos de bastantes años (mínimo más de cinco para que la señal tenga valor), y a la inversa.
Uno de los problemas de esta potencial estrategia de inversión es que puede requerir de mucha paciencia en años, y esto es lo que está pasando con bastantes de los mercados bursátiles europeos. No acaban de arrancar, excepto ciertos segmentos (banca, defensa, algunos países periféricos...). Las valoraciones potencialmente muy atractivas y las rentabilidades pasadas pobres no son suficientes y es necesario que aparezcan algunos catalizadores. Podemos estar al albor de varios catalizadores que beneficiarían algunos de los segmentos más rezagados del mercado europeo (también estadounidense).
Los catalizadores pueden resumirse en tres. Primero, los estímulos que ya han comenzado y que vienen en los próximos años en la principal economía europea, la alemana, con un programa de gasto e inversión como no se había visto desde la posguerra. Segundo y quizás más importante, que probablemente estamos ante un ciclo de expansión monetaria y de crecimiento que va a sorprender a muchos tras un periodo poscovid donde las condiciones financieras han sido restrictivas. Y tercero, la potencial resolución de la guerra de los aranceles (quizá mejor de lo esperado). Algo que podría disparar la inversión retenida a la espera de la clarificación del conflicto.
Los dos últimos catalizadores serían valiosos para un segmento del mercado deprimido como ha sido hasta la fecha el de las pymes europeas, cuyos beneficios apenas han crecido en los últimos años y en un círculo vicioso han visto salidas de dinero de muchos inversores que han preferido alocar sobre todo a las grandes compañías de EE UU (S&P 500, las siete magníficas…), que sí han disfrutado de intesas alzas de negocio y beneficios.
De producirse dicho escenario, algo que se podrá monitorizar en los próximos meses, las small caps europeas, y estadounidense también, pueden disfrutar de una mini era dorada. Pero no hay que perder de vista que la asignación a los índices que representan las grandes compañías de la economía más grande, dinámica y procapitalista del mundo debe seguir ocupando un espacio destacado en las carteras.
Juan Manuel Vicente Casadeval, Consejero de Smart Bolsa

