Envases comerciales: gestión y obligaciones legales para las empresas
Las compañías están obligadas desde enero de este año a gestionar los residuos de envases no domésticos


Desde el 1 de enero de 2025, cualquier empresa que ponga envases comerciales en el mercado español está obligada a asumir la gestión y financiación de los residuos que esos envases generan. Se trata de la extensión de la responsabilidad ampliada del productor (RAP) a un ámbito al que hasta ahora no llegaba: el de los envases que no llegan al consumidor final. Ecoembes, la organización sin ánimo de lucro que coordina desde hace más de dos décadas el reciclaje de envases domésticos, ha puesto en marcha un sistema específico para ayudar a las empresas a cumplir con esta nueva obligación legal: Ecoembes Comerciales.
La clave está en diferenciar los envases comerciales de los domésticos. Los primeros son aquellos que se emplean en el marco de una actividad comercial y que no están disponibles para su compra directa por parte del consumidor. “Los envases comerciales son los que se utilizan en la actividad comercial y no llegan al consumidor final. En una tienda, la mercancía que recibe el dueño llega en una caja. Esa caja es un envase comercial que hay que tratar de forma adecuada”, explica Isabel Tennenbaum Casado, responsable del sector Retail y Fabricantes en Ecoembes.
La normativa establece que las empresas que ponen estos envases en el mercado deben garantizar su correcta recogida, clasificación y reciclaje, y asumir el coste de todo el proceso. “Ha entrado en vigor la obligación de que todos los productores asuman la financiación de lo que cuesta esa gestión de los residuos”, indica Tennenbaum. En muchos casos, ese trabajo ya se venía haciendo de forma parcial, especialmente en el ámbito de la gran distribución o el de hoteles, restaurantes y cafeterías. “Aunque la obligación ha comenzado en enero de 2025, no partimos de cero. Muchas empresas ya estaban haciendo este trabajo con anterioridad”, añade.
Ecoembes centraliza esa financiación a través de un sistema colectivo que permite a las empresas externalizar la gestión de residuos sin necesidad de establecer soluciones propias. Ofrece soporte normativo, formación y recursos técnicos para identificar correctamente los envases, clasificarlos según su canal de uso y cumplir con los procedimientos de declaración. “Ecoembes es uno de los vehículos que tienen para cumplir con las obligaciones que marca la legislación”, resume Tennenbaum.
La clasificación correcta del tipo de envase resulta clave. Algunos ejemplos ilustrativos ayudan a entender la diferencia: una caja que transporta yogures a un supermercado, un saco de cinco kilos de azúcar exclusivo para hoteles o una bolsa utilizada por una lavandería para entregar toallas a un establecimiento son envases comerciales. En cambio, si el envase es accesible al consumidor —por ejemplo, un pack de latas de refresco—, se considera doméstico, aunque se utilice en entornos profesionales.
Los cambios normativos han obligado a muchos sectores a revisar sus procedimientos internos. “Para las empresas es un momento complejo. Hay mucha normativa nueva que marca nuevas formas de proceder y nueva información a proporcionar a la cadena de reparto. Pero también hay un cambio de tendencia”, afirma Tennenbaum. A su juicio, las compañías están integrando la sostenibilidad en su lista de prioridades: “Entienden que la sostenibilidad es clave y que tiene que contribuir al cuidado del medioambiente, en este caso a través del reciclaje de los residuos de envases”.
El modelo colectivo que propone Ecoembes permite a las empresas cumplir con la normativa de forma proporcional a su volumen de residuos y adaptada a su tamaño. Su servicio está disponible en todo el territorio nacional y es accesible para empresas de cualquier sector, ya sean grandes, medianas o pequeñas.
Rebeca Mella, gerente de Desarrollo de Valor al Cliente en Ecoembes, insiste en que el primer paso para adaptarse es comprender bien el marco legal. “Lo primero que necesitan las compañías para cumplir con la normativa es entenderla y conocer las diferentes categorías de envases”, afirma. Mella destaca también la trayectoria previa como un elemento que facilita la transición: “La buena noticia es que no partimos de cero, sino de la experiencia de más de 25 años con los envases domésticos. Sumada a la innovación y la colaboración, nos ayudará a alcanzar el futuro sin residuos al que aspiramos”.

Para Tennenbaum, ese futuro implica transformar la forma en que se entienden los residuos. “Está claro que tenemos que avanzar de esta economía lineal de producir, usar y tirar a una economía circular donde los residuos se vuelvan a convertir en materia prima, y no desperdiciar recursos que pueden ser reciclados”, concluye.
Qué distingue a un residuo comercial de uno doméstico
Los envases comerciales son aquellos utilizados exclusivamente en la actividad entre empresas, sin llegar nunca al consumidor final. Se trata, por ejemplo, de cajas que agrupan productos para distribución, sacos de azúcar para hostelería o bolsas de lavandería para entregas a hoteles. La clave no está en el material o el tamaño, sino en el canal de uso: si el envase no puede ser adquirido por el cliente, se considera comercial. Esta distinción es ahora fundamental para cumplir con las nuevas obligaciones de gestión y financiación de residuos impuestas por la normativa vigente.