Un exconsultor del Banco Mundial encarcelado por una macroestafa afirma que actuó de “buena fe”
EL PAÍS accede a la declaración ante el juez de Andrea Zanon, a quien la Audiencia Nacional ha enviado a prisión provisional por un supuesto fraude superior a los 100 millones de euros, según la Guardia Civil
Andrea Zanon, un exconsultor del Banco Mundial, acabó el 4 de diciembre durmiendo tras los barrotes de una cárcel española. La Audiencia Nacional lo envió a prisión después de detenerlo en Barcelona, donde paró a ver a un amigo (según dijo) antes de volver a embarcar hacia Dubái para participar en la Conferencia de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP28). El juez Joaquín Gadea decidió e...
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Andrea Zanon, un exconsultor del Banco Mundial, acabó el 4 de diciembre durmiendo tras los barrotes de una cárcel española. La Audiencia Nacional lo envió a prisión después de detenerlo en Barcelona, donde paró a ver a un amigo (según dijo) antes de volver a embarcar hacia Dubái para participar en la Conferencia de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP28). El juez Joaquín Gadea decidió encerrar preventivamente al financiero, de origen italiano y residente en EE UU, ante el riesgo de que se fugase o destruyese pruebas del caso Nimbus, un presunto macrofraude piramidal con criptomonedas urdido en torno a la sociedad Nimbus, afincada en Malta. Pero Zanon, quien figuró como “CEO” [consejero delegado] de esa compañía, minimiza su participación en esa empresa y afirma que no jugó ningún papel en la supuesta estafa, que la Guardia Civil cifra en más de 100 millones de euros. “He trabajado toda mi vida para ayudar a la gente pobre, para reducir la pobreza. Y sigo haciéndolo. Todo lo que he hecho en Nimbus fue de buena fe”, se defendió en su declaración ante el magistrado, a la que tuvo acceso EL PAÍS.
Los grupos de afectados celebraron la captura del directivo, un exasesor del Banco Mundial (entidad que confirmó a este periódico que trabajó para ella) que añade a su historial laboral unas supuestas colaboraciones como consejero del expresidente estadounidense Bill Clinton; y de Madeleine Albright, ex secretaria de Estado del país norteamericano. Tras tres años de batallas en los tribunales, el italiano se convirtió así en el primer detenido de la causa. El ministerio público sostiene que él era la “cara visible” de Nimbus, quien “anunciaba” el producto. “Era la persona de confianza”, apunta el fiscal de la Audiencia Nacional que lleva las pesquisas, que le atribuye un “protagonismo relevante” en los hechos. “Su currículum ha sido utilizado como reclamo en numerosas ocasiones”, añade el juez Gadea en la misma línea, que apuntó al decretar su encarcelamiento: “Varios de los perjudicados han confirmado que lo que les convenció para invertir en Nimbus fue el hecho de que Zanon estuviera al mando de la mercantil, ya que transmitía una gran fiabilidad”.
Todo empezó entre finales de 2019 y principios de 2020. Nimbus se crea en Malta y, a través de la web, extiende sus tentáculos. Entre otros países, fija su diana en España. La compañía ofrecía a sus clientes gestionar sus carteras de criptomonedas con la promesa de que, a través de operaciones de compraventa, su “revalorización” se traduciría en un reparto de sustanciosos beneficios. Afirmaba que había diseñado un bot de arbitraje para ejecutar estas acciones y, según señalan los investigadores, entregaban a los usuarios un certificado electrónico —llamado token— que supuestamente respaldaba sus depósitos. Sin embargo, la Fiscalía y la Guardia Civil destacan que existen indicios de que detrás de todo se escondía realmente una “organización criminal” que, en lugar de dedicarse a “comprar y vender” los bitcoins en busca de rentabilidad, los “transferían a terceras personas, aplicándoles técnicas de blanqueo”. De esta forma, aunque en un primer momento se esforzaban en contar con “capital suficiente para mantener” las apariencias, llegó un momento en que cesaron su actividad. El 9 de octubre de 2020, según consta en el sumario, la empresa “suspendió todas sus operaciones, quedando bloqueadas las retiradas de capital”. Nimbus ha negado varias veces cualquier irregularidad.
En este periodo entra en juego Zanon, a quien el fiscal y el juez señalan como un factor clave para atraer inversores. Según admitió el financiero durante su declaración en la Audiencia Nacional, que duró cerca de una hora, le ficharon para “fundar la compañía” y llegó a figurar como “CEO” en la documentación. Sin embargo, según asegura, era solo de forma simbólica. “Nunca actué como dueño, como CEO o como socio de la compañía”. Él limita su papel. Dice que le contrataron —desde inicios de 2020 a junio de ese año, con un sueldo de 10.000 dólares (más de 9.200 euros) al mes— para “hace tres cosas”: “Formación, capacitación e identificación de cuál sería una jurisdicción adecuada para la formación de la compañía”. “Mi relación fue breve”. “Nunca tuve acceso a cuentas corrientes, a su sistema de pago. Nunca tuve acceso ni a la plataforma porque no era parte del trabajo estipulado”, repitió al magistrado instructor.
Zanon, que rompió a sollozar en un momento de la declaración, se presentó ante el juez Gadea como una especie de filántropo, que se sintió atraído por la idea de que Nimbus se constituía con “el objetivo a largo plazo de democratizar las finanzas”: “Dar acceso a instrumentos innovadores a usuarios que normalmente no tienen acceso a ellos”. Y él, según le insiste varias veces al magistrado, acumula 25 años de carrera dedicada a la “gestión de desastres naturales y medioambientales”, al “cambio climático”, a la “eficiencia energética” y al “empoderamiento de las mujeres emprendedoras”.
—¿Cuál es su conocimiento en el campo de las criptomonedas? —le preguntó el magistrado Gadea tras exponerle su currículum.
—Digamos que casi nulo [...] No he trabajado nunca, a excepción de Nimbus, con proyectos de blockchain o monedas digitales —respondió el italiano, que afirma que es licenciado en Filosofía por la Universidad de Bolonia y tiene un máster en Relaciones Internacionales por la Universidad de Georgetown.
Apunta a otros sospechosos
El financiero apuntó durante su declaración a otros sospechosos. Andrea Zanon explicó que le fichó para la compañía un tal David Mazaheri: “Vive entre Washington y Roma, pero no hablo con él desde hace tiempo. Lo he visto por última vez hace dos años”, le comentó al juez, tras asegurarle que él conoció a Mazaheri en 2016 o 2017, cuando los pone en contacto “un empleado de la Administración [de Donald] Trump”. Y, precisamente, a este Mazaheri lo señaló con el dedo de forma reiterada a preguntas del juez. ¿Quién se encargaba de la gestión ordinaria de Nimbus y quién tomaba decisiones? “David, junto a su equipo”. ¿Eran los que controlaban Nimbus? “Sí”. ¿Quién gestionaba las cuestiones económicas? “David Mazaheri. Yo no estaba involucrado en ninguna discusión, en ninguna decisión o acción relacionada con pagos, clientes, gestión de los activos...” ¿Quién se encargaba de la gestión de las criptomonedas de los clientes? “David y su equipo”.
Según se excusa Zanon, él ni siquiera sabía nada de ese software que promocionaban y que les permitía prometer altas rentabilidades a sus inversores. “No me hacían ni hablar de ello porque no lo entendía”, apostilló. También apuntó a “Odysseas Kimiskez, de nacionalidad griega”, como el “dueño de Nimbus”. A todo ello se aferra la defensa del financiero italiano: “Él solo ayuda a publicitar un proyecto, pero durante un breve periodo de tiempo que termina el 30 de junio de 2020, cuando la empresa era embrionaria y no existía ningún tipo de ilícito posible. Su participación en los hechos es inexistente. Probablemente fue un error: no tenía que haber participado poniendo su nombre. David es la persona que ha impulsado la plataforma”. Sin embargo, el juez Gadea no le creyó y decretó su encarcelamiento preventivo ante los “indicios sólidos” de que Zanon “puso en marcha la sociedad Nimbus” y “aportó su dilatada experiencia profesional para crear una marca de confianza que sirviera para atraer inversores hasta conseguir que el importe de la estafa adquiriera las cifras deseadas, momento en el cual comienza a tomar las medidas necesarias para desvincularse por completo de la mercantil, llegando incluso a pagar por el borrado de la huella digital de esta vinculación”.
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