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El Consejo Europeo pacta una posición común sobre la nueva regulación que afectará a todos los envases de la UE

La normativa prohibirá ciertos tipos de envase, obligará a minimizar el uso de materiales e impulsará la reutilización

reciclaje plástico
Cientos de envases de plástico son tratados en una planta de reciclaje en Bilten (Suiza).Gian Ehrenzeller (efe)

La nueva Regulación de Envases y Residuos que determinará los baremos que deberán de cumplir los embalajes de todas las actividades y que afectará a empresas, industrias y hogares ha dado este lunes un paso más hacia su forma definitiva. Tras estudiar la propuesta de la Comisión, el Consejo Europeo a través de una reunión de los ministros de Medioambiente de la UE ha pactado una posición común que deberá ser debatida en el Parlamento Europeo, dónde afrontará la negociación final. La norma prohibirá determinados tipos de envase de un solo uso, obliga a reducir los materiales empleados y el espacio vacío y fija cuotas obligatorias de reciclaje para todo tipo de material de envasado.

El enfoque acordado abarca “todo el ciclo de vida del embalaje” y establece requisitos para garantizar que “sea seguro y sostenible, exigiendo que todo el embalaje sea reciclable y que se minimice la presencia de sustancias preocupantes”, informó el Consejo de la UE en un comunicado. La posición defendida por los Estados miembros abarca la gestión de los envases una vez son residuos, de forma que se recoja, clasifique y recicle siguiendo “los estándares más altos”, con disposiciones que garantizan que los países tengan “suficiente flexibilidad para mantener sistemas existentes que funcionan bien”.

“En 2021, cada europeo generó 190 kilos de residuos de envases. Y esta cifra crecerá casi un 20% en 2030 si las cosas siguen igual (...). Este reglamento es crucial en nuestro camino hacia una economía circular y una Europa climáticamente neutra”, declaró en un comunicado la titular española de Transición Ecológica, Teresa Ribera, en representación de la presidencia española del Consejo de la UE.

En un apartado en el que el Consejo explica cómo afectará esta normativa a los ciudadanos se resumen los principales efectos de la misma. La ley incluye objetivos de reducción de los envases desechados. En concreto, respecto a los números de 2018, se espera reducir el desperdicio un 5% para 2030, un 10% para 2035 y el 15% para 2040. Los objetivos se aplicarán per cápita para cada Estado.

“Se prohibirían determinados tipos de envases de un solo uso, como los artículos de consumo directo en restaurantes y cafeterías, las bolsitas para condimentos, (ciertos tipos) vasos y platos desechables, los envases en miniatura de un solo uso para artículos de aseo de hoteles y los envases de plástico de un solo uso para frutas y verduras frescas”, detalla el Consejo.

Asimismo, los fabricantes tendrían que minimizar la cantidad de material necesario para el envasado, por ejemplo, evitando las dobles paredes y los falsos fondos, así como los envases desproporcionadamente grandes para transportar artículos pequeños. Por su parte, los consumidores podrán reutilizar, rellenar y devolver los envases. “La propuesta establece objetivos para varios sectores y formatos de envases con el fin de aumentar la posibilidad de reutilización y rellenado, mediante los cuales los consumidores finales rellenan sus propios envases, incluso para los artículos de comida para llevar”, explica el Consejo.

Sobre los objetivos de reciclado, la propuesta fija que para 2025 el 65% de todos los envases deberían terminar siendo reciclados en general. El umbral asciende al 75% en los de papel y cartón, 70% en los de vidrio, 50% en los de plástico y 25% en los de madera. Para 2030, el objetivo es el reciclado del 70% de todos los envases, el 85% de los de papel y cartón, el 75% de los de vidrio, el 55% de los de plástico y el 30% de los de madera.

Muchos intereses en juego

El objetivo es que los Estados miembros y la Eurocámara puedan acordar antes de las elecciones al Parlamento Europeo del próximo mes de junio la modernización definitiva de un expediente plagado de aspectos técnicos que ha suscitado gran interés de los grupos de presión (lobbies), pues afecta a muchos sectores y empresas, desde la comida rápida hasta los sectores del plástico, el papel, la madera o el reciclaje, y que preocupaba en particular a Italia y Finlandia.

La Comisión Europea, cuya propuesta original era más ambiciosa que las posiciones defendidas por el Consejo de la UE y por el Parlamento, urgió a buscar un “equilibrio” para cerrar un “expediente complicado”, dijo el comisario de Medio Ambiente, Virginijus Sinkevicius.

Según explicaba la Comisión en el documento de su propuesta, la consulta relativa a la evaluación inicial de impacto generó 110 respuestas, y una consulta pública abierta generó 425 respuestas. “En junio de 2021 se celebraron seis seminarios en línea con partes interesadas, para presentar y recabar opiniones sobre los resultados provisionales del estudio. Más de 950 personas (procedentes de 250 organizaciones) participaron en estos seminarios en línea y alrededor de 100 organizaciones presentaron documentos con respuestas detalladas y ponencias”, detallan.

El Consejo mantiene que la propuesta abarque todo el embalaje, independientemente del material utilizado, y todos los residuos de envases, independientemente de su origen (industria, fabricación, comercio minorista u hogares). El texto de la “orientación general” de las capitales mantiene “la mayoría de los requisitos de sostenibilidad para todo el embalaje puesto en el mercado y los objetivos principales propuestos por la Comisión” y fortalece aquellos para las sustancias “preocupantes”.

Los países piden a la Comisión que prepare un informe “antes de 2026″ para determinar si hay sustancias preocupantes en los envases que puedan afectar “negativamente a la reutilización o reciclaje de materiales” o tener “un impacto en la seguridad química”.

Los Estados miembros también acordaron que el embalaje se considerará reciclable “cuando esté diseñado para el reciclaje de materiales y cuando los residuos de envases puedan recogerse, clasificarse y reciclarse a gran escala”, condición que se aplicará a partir de 2035.

Entre los muchos apartados de la norma, el Consejo defiende, por ejemplo, que “las bolsitas de té y las etiquetas adhesivas en frutas y verduras deben ser compostables, introduciendo la opción para que los Estados miembros exijan que otros envases” también sean compostables, como cápsulas de café o bolsas de plástico ligeras.

Reutilizar

Los países adoptaron el enfoque de la Comisión para definir “el embalaje reutilizable, introduciendo un número mínimo de usos o rotaciones en su uso, con un número mínimo menor de rotaciones para el cartón debido a las diferentes características de este material”.

Se proponen además objetivos para 2030 y 2040, con diferentes velocidades para electrodomésticos grandes, envases para llevar alimentos y bebidas, bebidas alcohólicas y no alcohólicas (excluyendo el vino), envases de transporte (excluyendo el embalaje utilizado para mercancías peligrosas o equipos a gran escala y embalajes flexibles en contacto directo con alimentos) y envases agrupados. El cartón queda exento de estos requisitos, según la posición de los países.

El enfoque de los países defiende además que para 2029 se garantice la recopilación separada de “al menos el 90 % anual de botellas de plástico de un solo uso y envases de metal para bebidas”, para lo que se establecerán sistemas de devolución de depósitos. Los Veintisiete también quieren endurecer las normas sobre el etiquetado de los envases.

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