El sector tecnológico a debate: “Europa debe saber que está en tierra de nadie”
Foro Futuro, el espacio de debate de Cinco Días y Banco Santander aborda las oportunidades y carencias de los avances tecnológicos en el mundo económico
El avance de la revolución digital en la sociedad es tan palpable y común que es fácil perder la perspectiva de los grandes movimientos estructurales que se suceden día a día. Las nuevas tecnologías como la Inteligencia Artificial (IA), el Internet de las Cosas, o la ciberseguridad son algunos de los campos que ponen de manifiesto el cambio en las reglas de juego en negocios tan dispares como el sector agrario o el de las finanzas. Este miércoles, el Foro Futuro -el observatorio de tendencias económicas de CincoDías y Banco Santander- reunió a tres expertos en la materia que han compartido su visión sobre estas tecnologías en las que la Unión Europea avanza a un ritmo menor al de sus competidores directos.
“[Desde Europa] debemos saber que estamos en tierra de nadie”, explicó el Catedrático de Análisis Económico de la Universitat de Valéncia y director de Estudios Financieros de Funcas, Santiago Carbó. La región es, mayormente, demandante de los servicios y productos tecnológicos que se producen en los grandes polos de EE UU y China. “En Europa teníamos un buen sector Fintech que se fue con el Brexit [Londres]. Otros países tienen HUBs interesantes, pero sin la escala de los otros bloques. Y la geoestrategia internacional está pasando por esto”, afirmó.
España sigue la estela europea, aunque con avances significativos en su posición dentro del club comunitario. Carbó comentó que los indicadores de digitalización españoles elaborados por la Comisión Europea mostraban que, desde una posición rezagada, España estaba en un proceso de alcanzar la media europea. “Y no solo con la pandemia, que aceleró el proceso de digitalización, en general se ha producido una mejora”, apuntó.
Dentro de estos avances que marcan el rumbo hacia el futuro, destaca la irrupción de la IA, una de las grandes palabras de este año. La tecnología es tan revolucionaria que el Catedrático de la Universitat de Valéncia aseguró que cada vez más empresas buscan tener “un sherpa, una persona que sepa el impacto que tendrá la IA en los profesionales y las organizaciones”. Aunque advirtió de que el impacto de esta tecnología no será inmediato, Carbó estimó que es “muy importante” estar bien posicionado para asimilar los cambios que producirá este ingenio.
Otra gran mejora vendrá de la mano de la expansión de las redes de 5G y la conectividad ultra rápida, que permitirá a cada vez más dispositivos estar interconectados a través de internet, como los vehículos autónomos o los electrodomésticos inteligentes.
No obstante, estas mejoras no se limitan al ámbito doméstico. Tecnologías como la cadena de bloques (blockchain) o las cripto divisas han posibilitado la aparición de negocios multimillonarios. Ese proceso se encuentra en una fase de institucionalización con los bancos centrales interesados en digitalizar el yuan, el dólar o el euro. “Toda esta tecnología ha permitido muchos avances en tokenización de activos, en descentralización de las finanzas y la aparición de muchísimas criptomonedas”, incidió Carbó. Sin embargo, el avance de esta tecnología ha generado también una burbuja que han provocado que el entorno esté “inflado”, por lo que el director de Estudios Financieros de Funcas auguraba una “restructuración” del mismo en los próximos años, algo similar a lo que ocurre con el sector Tech en general, aseguró.
El reto educativo
El gran reto de estas tecnologías pasa por la educación, que se postula clave para encontrar talento digital que cada vez estará más limitado. En Europa se produce la parte más compleja del desarrollo de estos sectores, la investigación básica sobre las tecnologías necesaria, aunque a la hora de monetizarlo la brecha con los grandes bloques económicos es significativa, según argumentó Alicia García-Herrero, Economista jefe para Asia Pacífico en Natixis, profesora en la Universidad de Ciencias y Tecnología de Hong Kong e investigadora senior del think-tank Bruegel.
García-Herrero explicó que en los programas de doctorando de las universidades alemanas solo el 20% del personal es local, mientras que el resto del alumnado es mayoritariamente de China o India. “Estamos financiando el avance científico del resto del mundo, es necesario reflexionar sobre la creación, atracción y mantenimiento del talento en Europa”, disertó la economista.
Por otro lado, García-Herrero se lamentó de que Europa haya llegado tarde a la política industrial, sobre todo en un contexto de endurecimiento de la política monetaria que ha aumentado el coste de financiación de manera significativa. “Es una pena no haber utilizado los años de deflación y falta de inversión para elaborar una política industrial que desarrollara estos sectores”, resumió la experta de Natixis.
Nacho Conde, Catedrático de Análisis Económico en la Universidad Complutense de Madrid, y subdirector de FEDEA, cree que también existe un componente cultural en Europa que pone freno a la conversión del conocimiento científico en negocios rentables. “Si Bill Gates o Steve Jobs hubieran nacido en Europa, hubieran acabado pintando el garaje”, ironizó el Catedrático de la Complutense. Conde opinó que uno de los problemas de la UE frente a sus competidores es el envejecimiento poblacional, ya que los jóvenes son los que tiran del emprendimiento y los que poseen la capacidad de pensar de manera rompedora.
El subdirector de FEDEA afirmó ver estas tecnologías como amplificadores de capacidades y elementos que ayudan a mejorar la productividad, aunque también incluyen riesgos. Pese a que en los sectores donde más se han desarrollado estas tecnologías la mano de obra es, por lo general, más anciana; la preocupación de que destruyan empleo es palpable, aseguró Conde.
Por otra parte, aunque los trabajadores digitales también generan núcleos de negocios importantes y economías de escala en las ciudades, esa localización dificulta en gran medida la calidad de vida en esos polos atractores. “Genera un crecimiento muy heterogéneo, que hace que ciudades concretas crezcan mucho. También genera tensiones, como en el precio de la vivienda que aumenta mucho allí donde hay empleo”, resumió.