La ciudadanía exige un liderazgo responsable para transformar el modelo económico
Canvas Estrategias Sostenibles publica el tercer estudio ‘Propósito y liderazgo transformador’, en colaboración con Punto de Fuga y la Universidad de Málaga


Frente a la regresión económica y social que se viene imponiendo tras la llegada a la Casa Blanca de Donald Trump, con medidas proteccionistas del comercio, negación del cambio climático o el rechazo a la diversidad social, y que permea a este lado del Atlántico (ahí está el auge de la ultraderecha), la ciudadanía confía en la capacidad de las empresas con propósito para reinventar el capitalismo. Una ciudadanía que demanda un cambio profundo en el sistema económico y social, desde los modelos de producción hasta las estructuras sociales, que permita el desarrollo de las naciones sin comprometer los recursos naturales del planeta y priorizando el bien común.
El tercer estudio Propósito y liderazgo transformador, elaborado por Canvas Estrategias Sostenibles en colaboración con Punto de Fuga y la Universidad de Málaga, confirma que el 76,5% de la población considera necesaria una transformación del modelo actual, al cual suspende con una valoración media de 4,2 sobre 10.
El estudio, que este año pone el foco en el papel del liderazgo en la regeneración del sistema, revela que el 67,1% de la ciudadanía cree que las empresas que adopten un liderazgo transformador pueden contribuir a cambiar el sistema socioeconómico para que sea más beneficioso para las personas y el planeta. Sin embargo, a pesar de la demanda social de un nuevo modelo de liderazgo basado en valores como la sostenibilidad, la empatía y la capacidad de adaptación, su implantación en el tejido empresarial sigue siendo limitada, pues solo el 12,5% de los trabajadores identifica este tipo de liderazgo en su empresa, mientras que más de la mitad de la ciudadanía no lo percibe en su entorno laboral.
Claudina Caramuti, cofundadora y directora de desarrollo de Canvas Estrategias Sostenibles, asegura que “el liderazgo transformador tiene un enorme potencial para regenerar el sistema, pero para ello debe ser real y tangible en las empresas”. Y señala que “la ciudadanía está atenta a las señales de compromiso y coherencia de las organizaciones, y esto influye cada vez más en sus decisiones de consumo”.
La principal preocupación de la ciudadanía es la lucha contra la corrupción y la evasión de impuestos, así lo manifiesta el 65,4% de los encuestados. Le sigue el cuidado de la salud física y mental (63,8%), que se sitúa por primera vez en el top 3 de las preocupaciones de la población, que se completa con la lucha contra la pobreza y la desigualdad (59,2%).
Bienestar personal
Esta tendencia indica que el bienestar personal ha ganado relevancia dentro de las demandas sociales y refuerza la necesidad de modelos económicos que integren el cuidado de las personas en su estrategia. Y así lo ratifica el estudio, que identifica cuatro dimensiones clave en el liderazgo transformador –cuida, inspira, cataliza e impulsa– y la más valorada es la de cuidar, que pone el foco en tener un propósito de impacto positivo que vaya más allá del beneficio económico y pensar en el bienestar social, con un 39,4%, seguida de la capacidad de adaptación a los cambios sociales (21,4%), la promoción de la empatía y la libertad de los equipos (21%) y el fomento de la innovación y la creatividad (18,3%). Sin embargo, aunque el 61,3% de la población considera necesario que las empresas avancen hacia este modelo de liderazgo, sigue siendo el menos identificado en el ámbito empresarial.
El liderazgo transformador se percibe principalmente a través del trato que las empresas dan a sus empleados y clientes, así como por su capacidad de respuesta ante necesidades sociales y ambientales. La generación X (80%) y los baby boomers (78,5%) son los más escépticos sobre su presencia en el entorno corporativo, mientras que la generación Z (69,4%) lo identifica en mayor medida, aunque con expectativas más moderadas sobre su impacto. La brecha entre la demanda ciudadana y la realidad empresarial refuerza la necesidad de que las empresas alineen sus valores con prácticas concretas y medibles.
A la hora de identificar qué actores pueden liderar el cambio, la confianza se sigue depositando en instituciones públicas y organizaciones con capacidad de impacto social. La Comunidad Europea es uno de los actores mejor valorados, con un 36,8% de la ciudadanía que deposita su confianza en ella, seguida de las organizaciones del ámbito educativo (escuelas, universidades y sistema científico), con un 34,8%. Los medios de comunicación y redes sociales también juegan un papel relevante, con un 24%. Por el contrario, los organismos internacionales son los actores con menor credibilidad para impulsar la transformación, con solo un 18,6% de confianza.
Estos resultados sugieren que la ciudadanía busca cada vez más referentes sólidos en la transformación del sistema y valora especialmente a aquellas entidades que, desde la educación, la comunicación y la cooperación internacional, pueden influir en el cambio hacia un modelo más sostenible e inclusivo.
Ciudadanía activa
El informe también analiza los hábitos de la ciudadanía en relación con su compromiso con la transformación del sistema. Se han identificado tres perfiles principales: ciudadanía activa (24%) que se refiere a personas con un alto nivel de compromiso social y ambiental que adoptan múltiples hábitos sostenibles en su vida cotidiana; ciudadanía mainstream (56,5%), interesada en estos temas, pero con menor implicación directa; y ciudadanía inactiva (19,5%), menos preocupada y con menor disposición al cambio.
El estudio confirma que la ciudadanía activa es la más permeable al liderazgo transformador. El 76,8% de este grupo afirma que priorizaría productos y servicios de empresas que demuestren este tipo de liderazgo, lo que refuerza la idea de que las decisiones de consumo están cada vez más influenciadas por los valores corporativos.
Para Isabel López Triana, cofundadora y directora general de Canvas Estrategias Sostenibles, “la ciudadanía no solo quiere empresas con propósito, sino que espera evidencias claras de su compromiso”. “La manera en la que las empresas tratan a sus empleados, responden a sus clientes y abordan sus impactos sociales, económicos y ambientales se ha convertido en un criterio fundamental para valorar su credibilidad y diferenciación”, subraya.
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