Las ‘telecos’ sufren un apagón en su negocio eléctrico

Vodafone cierra su comercializadora, Masorange pausó la contratación y Telefónica no arranca con sus paneles solares

Cartel publicitario de la Tarifa Luz de Vodafone.

Hace tres años, las principales compañías de telecomunicaciones comenzaron su incursión en el negocio eléctrico o energético, bien con sus propias comercializadoras o aliados a empresas del sector. La idea era aprovechar su millonaria base de clientes para intentar venderles servicios de luz y energía, teniendo además como precedente el éxito de otros negocios al margen del de las telecomunicaciones como el de las alarmas o los financieros. Pero el experimento, por ahora, no ha dado los frutos esperados. ...

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Hace tres años, las principales compañías de telecomunicaciones comenzaron su incursión en el negocio eléctrico o energético, bien con sus propias comercializadoras o aliados a empresas del sector. La idea era aprovechar su millonaria base de clientes para intentar venderles servicios de luz y energía, teniendo además como precedente el éxito de otros negocios al margen del de las telecomunicaciones como el de las alarmas o los financieros. Pero el experimento, por ahora, no ha dado los frutos esperados. Vodafone acaba de cerrar su comercializadora con nocturnidad (ni siquiera lo ha hecho público). Masorange tuvo que pausar su actividad energética durante 2022 por su falta de rentabilidad, y ahora intenta relanzar la apuesta que suma 200.000 clientes en sus cuatro marcas eléctricas. Y Solar360, la sociedad conjunta entre Telefónica y Repsol para vender placas solares, está en pérdidas y su base de de clientes es tan escasa que no ha facilitado su número, según han informado diversas fuentes del sector a este diario.

La principal causa de este fiasco es el incremento desorbitado que ha experimentado en estos años el precio mayorista de la luz. Como las telecos debían comprar esa energía tan cara para luego revenderla a sus clientes finales, apenas tenían margen de beneficio. Y, como le ha sucedido a gran parte de las pequeñas comercializadoras independientes (véase la crisis de Holaluz), no han podido hacer frente a las grandes empresas del sector como Iberdrola, Endesa o Energy, que tienen integrado en su estructura todo el negocio, desde la generación hasta la comercialización, aunque formalmente lo hagan a través de sociedades diferentes, y pueden bandear el alza de precios.

Cierre de Vodafone Energía

El caso más sintomático de ese patinazo eléctrico es el de Vodafone. En septiembre de 2022, lanzaba a bombo y platillo Vodafone Energía, su comercializadora eléctrica. Su imagen corporativa se basaba en que el 100% de la energía que vendía era de origen renovable. Aunque su principal gancho comercial consistía en que su Tarifa Luz, que no tenía permanencia y se podía contratar de “forma sencilla” a través de la app de Vodafone, prometía ahorros de hasta el 25% sobre la media del mercado.

El estreno de Vodafone Energía coincidió con un formidable repunte de los precios mayoristas de la luz por la guerra de Ucrania. Así que la operadora prefirió ser discreta en el lanzamiento comercial. En principio, solo iba dirigida a clientes de alguno de sus paquetes de telecomunicaciones. Se trataba de una tarifa indexada, es decir, a precio de mercado en el momento del consumo, siendo una tarifa distinta para cada hora de cada día, dentro de tres tramos regulados en término de energía (valle, llano y pico) y dos en término de potencia (punta y valle). Vodafone tampoco cobraba margen de gestión salvo que el cliente se diera de baja de los servicios de telefonía o Internet, en cuyo caso le cobraba una cuota de 4 euros mensuales.

A comienzos de 2023, con los precios mayoristas de la luz algo más relajados, Vodafone hizo un amago de relanzar esta división con iniciativas como una calculadora que permitía conocer la cuota que pagarían sus clientes en su factura de la luz o un sorteo con premios de 600 euros para costear el recibo. Los intentos no acabaron de fraguar. Y tras el anuncio de Zegona de la compra de Vodafone por 5.000 millones de euros, los nuevos gestores decidieron cerrar la filial energética. El cierre se produjo en mayo pasado aunque la operadora no lo ha hecho público, salvo la previa comunicación a los clientes existentes, cuyo número tampoco ha querido proporcionar. “Con el objetivo de facilitar el cambio de comercializadora, Vodafone ha recomendado la oferta de mercado más similar a la que los clientes tenían contratada, pero siempre dando total libertad para cambiarse a cualquier comercializadora de su elección. Adicionalmente, han tenido el área de cliente de Mi Vodafone para consultar sus facturas de energía hasta el 15 de julio y siempre pueden hacerlo con posterioridad a través del servicio de atención al cliente”, señalan fuentes de la compañía. Otras fuentes apuntan a que, en realidad, Vodafone Energía nunca ha tenido una base de clientes como tal, y que se trató de un proyecto piloto que se dio por frustrado al poco tiempo de ponerse en marcha.

MásMóvil relanza su oferta energética

Mejor le han ido las cosas a MásMóvil, ahora integrada en Masorange tras su fusión con la francesa Orange. La operadora posee cuatro comercializadoras eléctricas: Lucera (adquirida en febrero de 2021), Pepeenergy (marca propia para los clientes de Pepephone), EnergyGo (Yoigo) y MásMóvil Energía. Aunque se estrenó en el sector en 2016 tras la compra de Pepephone, el verdadero impulso a su negocio eléctrico lo dio a partir de finales de 2020. En un año duplicó su número de clientes, convirtiéndose tras Repsol en la comercializadora independiente que más abonados atrajo de otras compañías eléctricas, hasta alcanzar los 173.000 clientes a comienzos de 2022.

Sin embargo, tampoco pudo evitar el alza disparado de los precios a lo largo de 2022, y decidió “pausar la contratación”, es decir, suspender temporalmente la comercialización de energía. Meinrad Spenger, entonces consejero delegado de MásMóvil y ahora de Masorange, justificó este parón en que debido “a la volatilidad en los mercados energéticos no hemos podido tener el mejor producto que buscamos para nuestros clientes”. Esa paralización provocó una pérdida de clientes y una caída de ingresos, sobre todo en el cuarto trimestre de 2022.

Una vez que en 2023 se normalizó la situación de los precios energéticos, la compañía reanudó su actividad de captación de clientes. En la actualidad, cuentan con 200.000 clientes y vuelven a confiar en el negocio. “Estamos en récord histórico y tenemos las tasas más altas de crecimiento mensual de estos servicios. Nuestro objetivo es ser la comercializadora eléctrica de luz y gas alternativa de referencia del mercado español”, apuntan fuentes de la compañía.

Solar360, en pérdidas

Para Telefónica tampoco está siendo fácil introducirse en el negocio energético, aunque la operadora ha sido más modesta en sus planes que sus rivales y renunció a tener una comercializadora. En su lugar, constituyó al 50% con Repsol una empresa para la instalación de paneles solares para autoconsumo tanto en hogares como en empresas.

Solar360 inició su actividad en junio de 2022. Prometía una oferta personalizada para cada tipo de cliente, que no tenía serlo también de Movistar, según su nivel y hábitos de consumo, buscando maximizar los ahorros sobre su factura actual de la luz. Incluye una aplicación móvil para el control de la instalación y la optimización continua del gasto energético, financiación personalizada para cada tipo de consumidor, gestionándose ayudas y subvenciones asociadas al producto y el mantenimiento durante toda la vida útil de la instalación fotovoltaica.

Dos años después del lanzamiento, nada se sabe oficialmente de su marcha económica, ni siquiera el número de clientes. “No damos ese tipo de información”, se ha limitado a señalar una portavoz de la compañía a preguntas de este diario.

No obstante, Solar360 -presidida por Emilio Gayo, presidente a su vez de Telefónica España- registró pérdidas de 7,3 millones de euros en 2022, cuando la facturación fue de solo 1,87 millones, según las cuentas depositadas en el Registro Mercantil. En el informe que acompaña a esas cuentas, la empresa reconocía que debía revisar el modelo de negocio para adaptarlo más a las necesidades de los consumidores. Achacaba las pérdidas “significativas” a que se encontraba “en fase de lanzamiento de su actividad” y por los elevados gastos de publicidad y consultoría.

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