Thomas Glanzmann: Un veterano de la industria del plasma para reanimar a Grifols

El nuevo presidente ejecutivo del laboratorio, de origen sueco e hijo de médico, se inició en el sector sanitario como camillero en hospitales

Thomas Glanzmann. Por José Manuel Esteban.

Un veterano del sector farmacéutico ha recalado, sorpresivamente, en la presidencia ejecutiva de Grifols para dar un nuevo impulso al mayor laboratorio de España. Thomas Glanzmann (Estocolmo, Suecia, 1958) está al frente de la empresa catalana desde finales de febrero de forma inesperada, no porque su amplio currículum no le avale, sino porque se convierte en la segunda persona en asumir el cargo en cinco meses. Por delante tiene el complejo camino de inyectar nuevos ánimos a este fabricante de medicamentos plasmáticos, hundido en Bolsa por su elevado endeudamiento y la reducción de sus márgenes operativos tras la pandemia de Covid-19. Sin olvidar que debe lidiar con el apellido Grífols, una familia todavía con mando en plaza y relevantes accionistas.

Glanzmann se convierte, de este modo, en el segundo máximo ejecutivo ajeno a la familia. Su predecesor, Steven F. Mayer, ha durado cinco meses en la presidencia. El estadounidense, experto en capital riesgo por su trabajo en Cerberus, dimitió por razones de salud “y otros motivos personales”. Pocos días antes había presentado el primer plan de ahorro para la compañía, de 400 millones al año y que supone el despido de 2.300 empleados (la mayor parte en EE UU).

Los inversores confiaron en Mayer en su corto mandato, reflejado con una subida en Bolsa en esos cinco meses, esperando que el experto directivo americano activase alguna de las palancas para reducir deuda, principalmente pensando en alguna venta de activos o negocios, gracias a su experiencia en operaciones corporativas. De momento, el mercado ha castigado tanto el cambio de presidente como la presentación de resultados de 2022: la multinacional del Ibex 35 ganó 208 millones de euros, tres veces menos que antes de la pandemia.

El perfil elegido ahora por el consejo de administración de Grifols es muy diferente al de Mayer. Glanzmann es un veterano de la industria del plasma y farmacéutica desde los años ochenta. Es de presumir, por tanto, que tenga una visión más industrial que su antecesor. Por si el nombramiento se veía como un cambio de rumbo, el directivo sueco advirtió en su primer encuentro con inversores y analistas, el pasado 28 de febrero, que incidirá en el ajuste y en reducir el endeudamiento. “Estoy comprometido”, aseguró, “a mantener el rumbo en todos los planes, prioridades y medidas que hemos anunciado y que actualmente se están implementando”, afirmó. “No hay marcha atrás”.

Grifols confía ahora en la experiencia de Glanzmann. Él considera que lleva el sector sanitario en la sangre. “Mi padre era médico y yo, mientras estudiaba, trabajaba como auxiliar en hospitales, por lo que me resultó muy natural comenzar a trabajar en la industria farmacéutica años más tarde”, cuenta a Cinco Días. Inició su carrera en 1984 en la tabaquera Philip Morris, pero pronto pasó al ámbito de la salud al incorporarse en 1988 a la farmacéutica Baxter (uno de los competidores de Grifols), donde permaneció hasta 2004. Hasta 2011 fue presidente y consejero delegado de Gambro, firma sueca de tecnología médica. Y desde 2006 es miembro del consejo de Grifols, uno de los más veteranos en el órgano de gobierno el laboratorio catalán. “Creo que la salud siempre ha estado en mi ADN. Contribuir a marcar la diferencia para los pacientes, mejorando o salvando sus vidas, es una misión que llena y da sentido a mi vida”, asevera.

De madre sueca y de padre suizo, Glanzmann tiene la nacionalidad suiza. De formación es graduado en Ciencias Políticas por Dartmouth College (Estados Unidos) y cuenta con posgrados de negocios en IMD en Suiza y UCLA (EE UU). Está casado con su esposa finlandesa desde hace 39 años, a la que considera “la roca” de su vida. Además, tiene tres hijas y un único nieto. Sus tareas directivas le han llevado a mudarse de ciudad 17 veces junto a su familia. Ha vivido en Estocolmo, Oslo, Viena, Múnich, Zúrich, Ginebra, Lausana, Los Ángeles, Nueva York, Chicago, Memphis, Montgomery y en El Cairo.

Aparte de vivir en tan diferentes geografías, Glanzmann se marcó un curioso periplo en menos de un mes. “El mejor viaje de mi vida fue dar la vuelta al mundo en apenas 24 días. Tuve la oportunidad de asomarme al sorprendente mundo en el que vivimos y a diversas culturas que realmente merece la pena explorar y conocer”. Como buen nórdico, le gusta esquiar. También juega al tenis y navega. De hecho, tiene una extraña afición: “Me apasionan las lanchas clásicas de caoba”.

Actualmente, vive a caballo entre EE UU y Europa, donde se encuentran las principales fábricas de Grifols. “Ahora pasaré mucho tiempo en Barcelona. Me encanta todo de la ciudad. Su gente, la cultura, la vibrante ciudad y la naturaleza de sus alrededores”, comenta.

En Barcelona, Glanzmann se enfrenta a varios retos. Uno de ellos es que los inversores le perciban como un líder con peso y de vigencia a medio plazo, no de corto recorrido como su antecesor Mayer. El directivo sueco ejerce como presidente ejecutivo, pero debe coordinarse con Víctor Grífols Deu y Raimon Grífols, los dos consejeros delegados del fabricante. En el consejo, como presidente de honor y representante de la familia también permanece Víctor Grífols Roura, quien ha pilotado el laboratorio durante las tres últimas décadas, lo llevó a Bolsa y lo propulsó como uno de los gigantes del plasma en el mundo.

Esta familia ha mandado en el laboratorio desde su fundación en 1909 hasta finales del pasado año. Las diferentes ramas de la saga y algunos directivos mantienen el control de alrededor del 30% del capital. “Mi estilo de liderazgo se basa en el trabajo en equipo y en la delegación de responsabilidades, así como en una cultura de gestión abierta y transparente”, apunta Glanzmann, quien reconoce que su mayor relación con la familia es a través del anterior presidente. “Conocí a Víctor Grífols Roura en los años noventa, cuando yo trabajaba para la competencia”, y al que denomina como “visionario” por construir “una increíble compañía global”.

Pero el principal reto del nuevo presidente pasa por reducir la deuda, anclada en 9.193 millones o en un ratio de 7,1 veces su ebitda. El compromiso de la multinacional es reducirlo a cuatro veces el ebitda en 2024. Para rebajar esa ratio, la farmacéutica prevé, por un lado, una mejora del negocio, lastrado por la reducción de márgenes a partir de la pandemia de Covid-19 y el encarecimiento de la obtención de plasma en los centros donde paga por ese componente sanguíneo. El camino es claro: a mejor margen, mayor ebitda. Y el segundo objetivo para Glanzmann pasa por activar algunas de las palancas posibles, como vender algún negocio o parte (como su participación en la china Shanghai Raas) o dar entrada en el capital de alguna de las filiales a nuevos socios.

Lo que el ejecutivo dejó claro en su primera charla con los analistas es que la compañía no va a ampliar capital si las acciones del laboratorio no se recuperan, un trabajo complejo de convencimiento de los accionistas hasta que no mejore márgenes, rebaje deuda y la compra de la alemana Biotest comience a dar resultados. Desde el inicio de la pandemia, Grifols ha visto hundirse sus acciones un 70% –y un 30% desde el nombramiento de Glanzmann–. “Grifols está en recuperación. Después de algunos años difíciles, ahora nos estamos preparando una vez más para un futuro sostenible y financieramente sólido”, declaró Glanzmann a los analistas.

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