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Inversión

Defiéndete de la inflación, sigue invirtiendo y no olvides el 'slow finance'

El comportamiento de la renta variable a largo plazo acostumbra a batir a la inflación en contraposición al de otros activos

La inflación sigue siendo tema de actualidad y lo seguirá siendo, mientras los precios de los alimentos no aflojen sus subidas y continúen acaparando portadas de telediarios. Según los últimos datos recogidos en el mes de marzo, el incremento interanual de precios de los productos de alimentación se ha cuantificado hasta en un 16,5%. Algunas referencias básicas, incluso, acumulan incrementos del 30% en su precio en el último año.

Sin duda, son datos preocupantes para los consumidores. Y todos lo somos, en mayor o menor medida. Esta circunstancia también preocupa seriamente a los inversores, y a las autoridades gubernamentales y monetarias. Los inversores lo hemos sufrido seriamente durante todo un 2022 que resultó ser uno de los peores años de la historia tanto para aquellos inversores en los mercados de bonos, como para aquellos que acostumbran a invertir en carteras equilibradas. 2022 fue la única vez en los últimos 45 años que tanto las acciones como los bonos cayeron simultáneamente durante un año natural completo.

Es lógico que muchos ahorradores se hayan asustado, hayan cambiado su estrategia de inversión e incluso hayan decidido, erróneamente, tomar un descanso abandonando sus inversiones o trasladándolas al nuevo activo de moda: las letras del tesoro.

Sin embargo, creo que es el momento idóneo para recordar que, según un gran número de estudios, el comportamiento de la renta variable a largo plazo acostumbra a batir a la inflación en contraposición al de otros activos, como depósitos, letras o bonos.

Las acciones que cotizan en los mercados bursátiles representan una parte del capital y de los beneficios de las empresas. Las empresas más dominantes o con un mayor poder de fijación de tarifas ajustan con rapidez al alza sus precios y sus beneficios para compensar el aumento de sus costes o para mantener sus márgenes. Además, las acciones pueden beneficiarse del crecimiento económico a largo plazo y ofrecer dividendos periódicos. Esta es la razón por la que la propia esencia originaria de la inflación justifica el mejor resultado de la renta variable como una solución efectiva para proteger los ahorros y las inversiones en un entorno de inflación elevada.

Esta visión sobre como protegernos de la inflación será útil siempre y cuando este escenario desafiante, donde los bancos centrales se han visto obligados a endurecer los tipos de interés de forma muy agresiva, no termine por desembocar en una crisis profunda que termine por afectar al propio devenir de la economía global.

Y no parece que esto vaya a ser así. El ritmo de expansión económica mundial se aceleró al final del primer trimestre, con un crecimiento de la producción y de los nuevos pedidos que alcanzó máximos de nueve y doce meses, respectivamente. La creación de empleo también se fortaleció ya que las empresas prevén un mayor crecimiento de la producción para el próximo año.

Aunque el crecimiento se ha centrado en gran medida en el sector servicios, donde la actividad aumentó al ritmo más rápido desde diciembre de 2021, los costes de los insumos de fabricación en todo el mundo aumentaron en marzo al ritmo más lento de los últimos 32 meses, según los últimos datos de la encuesta PMI de S&P Global. Esto está permitiendo un relanzamiento de la actividad manufacturera a escala global. El descenso de los costes energéticos y la mayor mejora de las cadenas de suministro mundiales desde 2009 contribuyeron a reducir el crecimiento de los costes de las materias primas, sobre todo en Europa.

No parece, por tanto, que la economía global se esté viendo amenazada estructuralmente, ni por la normalización de los tipos de interés ni por el fin del modelo de liquidez ilimitada al que los bancos centrales nos acostumbraron durante casi una década.

Por otro lado, y ya hablando puramente en términos de mercados, en 2022 hemos tenido la ocasión de volver a comprobar cómo, invertir “cuando no apetece” hace de ese momento el idóneo para hacerlo con determinación. Conviene no olvidarlo.

El MSCI World se ha revalorizado más de un 20% desde sus mínimos en el pasado mes de octubre mientras que el Eurostoxx 50 acumula una subida del 35% y se encuentra en máximos históricos en términos Net Return.

Los resultados hablan por sí mismos. Los mercados han vuelto a demostrarnos que la actitud del inversor inteligente consiste en centrarse en activos de calidad, en períodos largos de maduración de las inversiones, y en alejarse en la medida de lo posible del ruido diario: ¡Slow Finance!

El Slow Finance es la forma más correcta para gestionar nuestro patrimonio. Una manera constructiva de entender las inversiones y una actitud guiada por la serenidad y el buen criterio, alejada de los impulsos, de la urgencia, del temor irracional, del sensacionalismo y del rabioso corto plazo.

Invertir de manera informada, ayudados por profesionales  -y hacerlo con prudencia, paciencia y diversificación- por ejemplo, a través de fondos de inversión, es una excelente manera de combatir la inflación, y muy probablemente la única con garantías de éxito.

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