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Crisis Energética

Vidrala quema diésel en sus hornos en España por los precios del gas

Medida de urgencia ante la inflación de esta materia prima por la guerra

Carlos Delclaux, presidente de Vidrala.
Carlos Delclaux, presidente de Vidrala.

La inflación de los precios del gas natural licuado (GNL), que multiplica por diez la tarifa de hace dos años, ha llevado al fabricante de envases de vidrio Vidrala a una decisión que puede extenderse a otros sectores industriales. Con unos hornos que operan con GNL todos los días del año, y cuya interrupción resulta muy costosa, el grupo que preside Carlos Delclaux ha decidido alimentar estas instalaciones de cabecera también con diésel, por su menor coste.

De momento ha aplicado la medida en sus siete hornos en sus tres plantas en España. Tres de ellos están ubicados el Laudio / Llodio (Álava), otros dos en Castellar del Vallés (Barcelona) y dos más en Caudete (Albacete). Una decisión que desde Vidrala interpretan como "una reacción agresiva" y de carácter temporal ante un mercado del gas que vive "una locura" en precios", agudizada con la invasión de Ucrania por Rusia. 

El grupo alavés también estudia extender el consumo de diésel a los hornos de sus centros en Portugal e Italia. De momento, las plantas del Reino Unido, en Inglaterra e Irlanda, quedan fuera de esta estrategia, que en su caso incluía el consumo de queroseno, porque el Gobierno de las islas ha decidido poner un tope a los precios máximos del gas a la industria.

En este ámbito, la medida en España y Portugal, tras aceptar la UE su consideración como islas energéticas, recorta el precio de generación y beneficia al consumo doméstico, pero no es aplicable a las operaciones del sector fabril.

Con este escenario, Vidrala opta en España por el diésel, con menor carga impostiva que el gas para su uso industrial y con un incentivo al consumo de 20 céntimos por litro. En paralelo, el productor de envases de vidrio está renegociando las tarifas de suministro de gas con sus proveedores habituales, entre ellos Naturgy. Como cliente de gran consumo, reclama tarifas por debajo del mercado.

También aumentará el nivel de electrificación de sus plantas, que no es posible al 100% en los hornos, que deben alcanzar una temperatura de unos 1.000 grados para conseguir moldear el vidrio y elaborar los envases, como botellas y tarros. 

Hasta ahora, el 80% de la factura energética de Vidrala estaba ligada al gas.Ya había activado un plan de diversificación hacia la generación eólica, fotovoltaica y térmica en sus fábricas, para tratar de mitigar esa dependencia. Pero la urgencia de la situación le ha llevado al consumo de combustibles fósiles líquidos. Ha iniciado un plan de inversiones en sus hornos para adaptarlos a ese consumo, ya que ahora necesitan tanques de preservación especiales, así como tuberías y quemadores diferentes a los empleados para el gas natural. De momento, siguen recurriendo más al gas que al diésel en España, dentro de un proceso temporal de tránsito a los combustibles fósiles líquidos, entre ellos también el petróleo de calefacción industrial.

El balance de Vidrala evidencia el impacto de la crisis energética en la industria, agudizado por ser un gran consumidor. Cerró el primer semestre del ejercicio en curso con un incremento de las ventas de casi el 23%, al superar los 650 millones, por el fuerte tirón de la demanda, en parte por el declive de los envases de plástico. Pero los beneficios, por la presión de la factura del gas, cayeron un 31%, al ganar 56,3 millones netos. Pese a las dificultades, Vidrala ampliará la capacidad de su planta de Portugal para dar respuesta a esa subida de la demanda. Un ejercicio convulso para el sector, que suma 3.000 empleos directos en España y que precisamente vive en 2022 el Año Internacional del Vidrio. 

A sus clientes les aplica desde el pasado 1 de abril un recargo energético por la inflación tanto del gas como de la luz. Un modelo con revisión quincenal para actualizarlo a la volatlidad de las tarifas. Pero el traslado de las subidas al mercado tiene un límite, porque sus clientes, entre ellos las bodegas, también viven su propia tensión de costes.

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