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Un Brasil polarizado irá a segunda vuelta para elegir a su presidente

Lula da Silva, candidato del Partido de los Trabajadores, concentra el 47,7% de los votos, apenas cuatro puntos por delante del ultraderechista Bolsonaro

Una votante, en un centro electoral de Distrito Federal (Brasil).
Una votante, en un centro electoral de Distrito Federal (Brasil).Getty Images
Gabriela López Escalante

Las elecciones de este domingo han sido las más polarizadas de Brasil desde que recuperó su democracia en 1985. Los 156 millones de votantes no han podido decidir en primera vuelta a quién le dan una nueva oportunidad en la presidencia: a la extrema derecha del actual mandatario Jair Bolsonaro, o al regreso de la izquierda de Luiz Inácio Lula da Silva, en su intento por reivindicarse de los escándalos de corrupción que lo llevaron a 20 meses de prisión.

La primera vuelta electoral llegó con la ventaja para Lula da Silva, según los sondeos preelectorales, que daban al candidato del Partido de los Trabajadores más del 50% de los votos válidos que necesitaba para acceder a la presidencia en el primer turno. Pero esta previsión de una victoria contundente sobre Bolsonaro se desinfló una vez cerrados los colegios electorales a las 17.00 horas locales (22.00 horas en España).

Hasta el recuento del 60% de los votos, el ultraderechista mantenía una mínima ventaja del 46% sobre el 45,2% de Lula; hasta que el PT volteó las elecciones una vez alcanzado el 70% del escrutinio, cerrando la jornada electoral con una mínima ventaja de cuatro puntos por encima del Partido Liberal (47,8% y 43,8%, respectivamente). Al no haber logrado ninguno de los candidatos la mitad más uno de los votos válidos, habrá segunda vuelta el próximo 30 de octubre.

Los primeros resultados de este domingo en el extranjero dieron aliento a la izquierda. En Nueva Zelanda, el país donde abrió el primer colegio electoral, Lula se llevó el 73% de los votos, contra el 16% de Bolsonaro. En España, también triunfó la izquierda con un 52%, 15 puntos por encima de la ultraderecha; una victoria que se replicó en otrora bastiones de la derecha como Colombia. Sin embargo, en Timor Oriental, Bolsonaro se llevó la elección, con 65 de los 129 votos emitidos, frente a los 18 de Lula, según reporta Globo.

Pegatina con campaña publicitaria de Lula da Silva.
Pegatina con campaña publicitaria de Lula da Silva.Getty Images

Brasil ha acudido a las urnas para elegir presidente, diputados, senadores, gobernadores y Parlamentos estatales, mediante urnas electrónicas, en las que se debe pulsar el número del candidato y confirmar; un sistema que ha sido constantemente puesto en duda por Bolsonaro. "Con elecciones limpias, que gane el mejor sin ningún problema", ha comentado el candidato luego de emitir su voto esta mañana en una escuela de Río de Janeiro, vistiendo una camisa de la selección de fútbol de Brasil.

Por su parte, Lula da Silva, expresidente entre 2003 y 2011, votó en São Bernardo do Campo, el municipio próximo a São Paulo donde desarrolló su carrera como dirigente sindical. “Los bolsonaristas más fanáticos tendrán que adecuarse a la mayoría de la sociedad”, ha sentenciado el exmandatario, a la vez que ha insistido en acabar con el odio en una campaña marcada por la tensión entre ambos partidos. "Estas son unas elecciones muy importantes para mí", dijo.

Una victoria de Lula en segunda vuelta consumaría el giro hacia la izquierda que ha tenido Latinoamérica en las últimas elecciones presidenciales, siendo la más reciente la de Gabriel Boric en Chile.

El primer presidente obrero de Brasil, como ha sido nombrado desde su llegada al poder en 2003, cursa ahora su sexta elección a sus 76 años, con la mirada puesta en "volver a incluir a los pobres en el presupuesto y que todos los brasileños hagan tres comidas al día”. En 2022, 33 millones de personas sufren de hambre en Brasil (un 16% de la población), según la Red Penssan. Pero Lula busca, sobre todo, sacudirse la mancha sobre el saqueo de dinero público en la petrolera Petrobras por el que fue condenado, aunque las sentencias fueron anuladas o archivadas tras su paso por la cárcel.

Por su parte, el ultraderechista de 67 años, busca renovar su periodo presidencial para dar continuidad a varias de sus banderas: la paga para pobres que llega a más personas y con más dinero que el antiguo programa Bolsa Familia, la flexibilización de la venta de armas, el desmantelamiento de la política medioambiental de Brasil y su firme oposición a ampliar el aborto o los derechos LGTB+.

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