Naturgy echa el freno a su escisión y apunta para más allá de fin de año
La crisis energética complica cerrar la operación en las fechas previstas
Naturgy echa el freno a su proyecto de escisión. La compañía energética trabajaba con el objetivo de dejar lista la división entre sus negocios regulados y los liberalizados, el llamado proyecto Géminis, antes de fin de año. Para ello debe dar antes una serie de pasos (convocatoria de la junta de accionistas, reparto de la deuda, entre otros) que complican cumplir este plazo en apenas tres meses. Y obligan a la empresa a mirar a 2023.
El contexto del mercado lo hace casi imposible. Cuando, en febrero de este año, Naturgy dio a conocer al mercado este plan Géminis y estableció el calendario pocos podían prever el terremoto por llegar en los mercados energéticos. Europa afronta este invierno con el suministro de gas desde Rusia en suspenso y con todo el Continente elaborando planes de contingencia para unos meses con el gas por las nubes. En España, esto se conjuga con la ruptura del primer proveedor de gas, Argelia, tras el cambio de la posición del Gobierno sobre el Sáhara. Actualmente, Naturgy renegocia con Argel los contratos de suministro de gas.
En medio de esta tormenta perfecta, el propio presidente de Naturgy, Francisco Reynés, ha ido reconociendo que el calendario prefijado para el proyecto no está escrito en piedra. Ya durante la junta de accionistas de marzo, el primer ejecutivo de la gasista ponderó la “idoneidad” del proyecto, pero también afirmó que el calendario estaba abierto. “Se adaptará a la evolución del mercado, la visibilidad regulatoria, las incertidumbres y los permisos administrativos”, afirmó.
Fue más explícito este verano durante la rueda de prensa de resultados. “La evolución de la coyuntura energética europea y las múltiples incertidumbres regulatorias todavía pendientes de conocerse con exactitud aconsejan adecuar el calendario de ejecución a la evolución de los acontecimientos”, comentó, si bien volvió a repetir la idoneidad del proyecto. Citi, Morgan Stanley, JP Morgan, Bank of America y Société Générale conforman el ejército de bancos
Naturgy sigue trabajando en este plan, pero a un ritmo más lento y con un calendario mucho más amplio. Para culminar su división debe cumplir una serie de hitos. Uno de ellos es determinar la asignación de los 12.000 millones de deuda para cada una de las dos nuevas compañías, MarketsCo y NetworksCo. Y el otro convocar una junta extraordinaria para dar su visto bueno.
A todas luces, el tiempo aprieta para que la eléctrica pueda ejecutar esta división antes del 31 de diciembre. La ley establece que debe convocar esta cumbre con, al menos, un mes de antelación. Es decir, no sería hasta finales de octubre cuando Naturgy podría dar el visto bueno a la operación. Pero antes debería haber entablado una larga negociación con los bonistas, los mayores tenedores de deuda, para dar el visto bueno a la distribución del pasivo. También tiene que preparar la salida a Bolsa de los negocios liberalizados.
Es complicado que, en los tres meses que distan hasta fin de año, Naturgy pueda conseguir todos estos hitos para rubricar su escisión. La siguiente meta volante será durante el año 2023, cuando espera que los mercados se estabilicen y contar con tiempo suficiente para culminar la operación.
Algunas fuentes financieras añaden otro factor de presión sobre la operación. Se trata del temor de que ejecutar la escisión pueda llevar consigo el vencimiento anticipado de los contratos de suministro de gas. Y que puedan provocar una renegociación en cascada en un momento de máximos históricos. Desde la compañía desmienten que el proyecto Géminis cuente con ninguna vinculación con los contratos de gas.
El proyecto Géminis fue la pipa de la paz que fumó la compañía y Criteria con IFM, el fondo que acababa de lanzar una opa que levantó las suspicacias de la compañía. El proyecto de escisión permitía, por un lado, blindar la españolidad de infraestructuras estratégicas de la mano de Criteria. Y favorecía la salida de los tres fondos del accionariado –CVC y GIP, además de IFM– a través del negocio liberalizado, que es más atractivo para los fondos.